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Todos pierden, menos Ciudadanos

La diputadas de C's en el Parlament Inés Arrimadas y el presidente de la formación, Albert Rivera. EFE/Toni Albir

Lo habitual, en todas las elecciones, es que todos los partidos nos traten de explicar por qué han ganado: porque hemos quedado primeros; porque hemos quedado los últimos, pero hemos subido; porque no hemos caído tanto como auguraban las encuestas; porque vamos a ser decisivos para formar gobierno… Estamos acostumbrados a que siempre haya un motivo para que todos los partidos intenten sacar pecho.

Ayer, sin embargo, vivimos unas elecciones especiales, en las que casi ninguno fue capaz de ocultar la decepción que los resultados supusieron. Porque lo cierto es que ayer todos los partidos perdieron, salvo Ciudadanos.

El pícaro ha vencido al mártir, con todo lo que ello comporta

– A pesar de conservar la mayoría absoluta separatista y a pesar de vencer a ERC, el partido de Puigdemont no pudo evitar ayer verse superado por Ciudadanos. Y el mensaje que eso lanza internacionalmente es demoledor. A partir de ahora, cada vez que Puigdemont hable desde Bruselas en nombre de los catalanes, Arrimadas podrá contestarle desde Barcelona, con toda legitimidad: “Disculpe, pero yo represento a más catalanes que Vd.”. Y cualquier réplica de Puigdemont carecerá de legitimidad internacional, a menos que consiga ser investido presidente, lo cual puede resultar imposible, por las razones que luego veremos.

El expresidente catalán Carles Puigdemont, en Bruselas/EFE.

– ERC vivió ayer, a pesar de las proclamas, una de sus jornadas más amargas. Los electores separatistas dieron la primacía al fugado Puigdemont frente al encarcelado Junqueras. El pícaro ha vencido al mártir, con todo lo que ello comporta. Piénsenlo desde la perspectiva de Junqueras: “¿De qué me ha servido hacer gala de coherencia e ir a la cárcel, si luego los votantes premian al cobarde que se ha fugado y ha dejado tirados a los suyos?”. Las heridas de esa decepción serán difíciles de cerrar y harán complicada la formación de un gobierno. Especialmente porque la CUP (cuyos votos son imprescindibles para la mayoría absoluta) no va a dar su apoyo a ningún gobierno que no apueste por la independencia unilateral, y ni Puigdemont ni Junqueras van a estar dispuestos a complicar aun más su propio panorama judicial.

– Obligada a elegir entre su dos almas (la antisistema y la separatista), la CUP optó en su momento por el separatismo, abrazándose a lo más rancio del sistema del 3%. ¿El resultado? Pues que un tercio de sus electores le han abandonado y se ha dejado por el camino más de la mitad de sus escaños. Sigue siendo imprescindible para poder formar un gobierno separatista, pero no es probable que ese gobierno pueda ya ser factible, estando presente, como está, la espada de Damocles judicial.

La Operación Roures queda en nada y Miquel Iceta se ve condenado a la irrelevancia

– Con un escaño menos que en estas elecciones, el PSC pudo presumir en 2015 de victoria, porque las encuestas auguraban un resultado aun peor. Esta vez se ha dado el fenómeno inverso: sube un escaño, pero esa subida es insignificante comparada con las expectativas. Para colmo, no hay ninguna combinación (ni siquiera incluyendo a la CUP) que permita formar un gobierno de izquierda, así que la Operación Roures queda en nada y Miquel Iceta se ve condenado a la irrelevancia. El electorado socialista ha castigado las veleidades del PSC y del PSOE, optando por un Ciudadanos que no parecía tan dispuesto a pactar con el separatismo.

Mariano Rajoy y Xavier García Albiol (Foto: Jaume Sellart / Efe)

– Si tenemos que adjudicar el premio de Perdedor Máximo, ese le corresponde, sin duda ninguna, al PP. Ayer, el Partido Popular de Cataluña quedó arrasado, condenado a compartir el grupo mixto con la CUP. No es solo que haya obtenido el peor resultado de su historia: es que ha estado en un tris de convertirse en un partido extraparlamentario. El electorado no ha perdonado a Rajoy que, teniendo en su mano reconducir la situación catalana, haya optado por desentenderse y dejarlo todo en manos de unas elecciones que, por fuerza, iban a estar condicionadas. Como no le ha perdonado que fingiera aplicar el 155 para, en realidad, no hacer nada. La época de engañar impunemente a los españoles, y de negarse a asumir las responsabilidades que comporta ser jefe de gobierno, ha pasado.

La inestabilidad volverá a prolongarse otros seis meses en la comunidad autónoma catalana, mientras se suceden los intentos fallidos de formar gobierno

Solo Ciudadanos estaba ayer satisfecho, y con razón: no podrá formar gobierno, pero nadie le puede disputar, tras su victoria de ayer, el título de partido más representativo de Cataluña. Y Albert Rivera queda en inmejorable posición para cosechar, a partir de ahora, el voto del desencanto en el resto del país.

Ahora, la inestabilidad volverá a prolongarse otros seis meses en la comunidad autónoma catalana, mientras se suceden los intentos fallidos de formar gobierno. Al final, tendrán que volverse a repetir las elecciones en junio del año que viene, mientras PP y PSOE siguen desgastándose de manera acelerada en toda España, por no haber querido enfrentarse de una vez por todas al separatismo, como los españoles reclamaban.

Lo único verdaderamente triste es que, por el delirio de unos y la irresponsabilidad de los otros, Cataluña seguirá desangrándose económicamente varios meses más, ante esta incertidumbre que no cesa.

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