Si hubiera publicado este texto ayer, sería otro. Y si hubiera sido anteayer, entonces uno diferente. Llevo tres días escribiendo este texto. Un hombre paciente como lo es Marcial Padilla es testigo de lo que digo. Lo he escrito y reescrito diversas veces.
Pretendía entregar un análisis medianamente detallado de cómo vivió el proceso electoral que culmina hoy, 1 de julio, ese dilatado movimiento mexicano que trabaja en favor del cuidado, promoción y defensa de la vida, la familia y las libertades fundamentales.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraCuando digo ‘ese movimiento’ no me refiero a una asociación en específico, sino un caudaloso río constituído por centenas de millares de personas que individualmente o agrupadas en organizaciones ciudadanas entregan generosa y abnegadamente parte de su vida y tiempo al servicio del bien de muchos, casi siempre sin nada a cambio.
Decía que entregaría un análisis construído después de horas de conversación con decenas de personas y dos meses de seguimiento al proceso. No lo haré. Se queda en el cajón, como borrador para un mejor momento.
En cambio, entregaré unas breves notas; económicas y fáciles de leer; no como el interminable texto -que pretendía induicir a la reflexión- publicado ayer sobre si había o no algún candidato a la presidencia que fuera realmente provida o profamilia en esta elección.
La razón es muy simple. Lo que ‘terminé’ no me gustó. Me dejó un sabor amargo. No porque relatara hechos deleznables; por el contrario, creo que hay allí una historia noble pero dolorosa, pero no revela, a fin de cuentas, la esencia de aquello que yo vi y quería contar.
Tres o cuatro pensamientos -bueno, en realidad nueve- que se aferraron a mi y que llegaron esta madrugada -después de un tiempo de silencio y reflexión- si lo hacen y, sin más demoras aquí están.
Son tres victorias, tres heridas y tres tareas que los provida y profamilia mexicanos ya pueden apuntarse aún antes de saber quién ganó las elecciones.
Tres victorias
Me parece que hay tres victorias inegables que el movimiento provida y profamilia ya consechó en este complejísimo proceso electoral. Gane quien gane este domingo 1 de julio nadie se las puede quitar.
La primera es que rompieron la ‘espiral del silencio’ que fue impuesta a los temas ‘biopolíticos’, especialmente aquellos relacionados con la vida nasciente y la familia, en el proceso electoral. En la precampaña, intercampaña e inicio de campaña parecían prácticamente vedados.
Hubo quienes escucharon al interior de los ‘cuartos de guerra’ de dos de los presidenciables la misma orientación: “de esos temas polémicos, por favor, nada”.
Sin grandes medios de comunicación ni recursos económicos, pero con singular tenacidad metieron el tema en la agenda electoral como una cuña
Los temas son relevantes. En 2016 ante la tentativa del gobierno de Enrique Peña Nieto de equiparar al matrimonio las uniones de personas del mismo sexo e imponer la perspectiva ideológica de género en el sistema educativo se conformó una amplia oposición popular.
Los provida y profamilia (permítanme usar solo una palabra: los ‘provifa’) sacaron a las calles un ‘mar de gente’, mas de dos millones y medio en todo el país, y doblaron al gobierno. Algo así tiene peso político y social. Puede concordarse o no con ellos, pero quien ignora el fenómeno es ciego o miope.
Pues bien, de esos temas había que tener nada o lo menos posible en la agenda política de los candidatos… hasta que se les cruzaron los ‘provifa’. Estos, sin grandes medios de comunicación ni recursos económicos, pero con singular tenacidad metieron el tema en la agenda electoral como una cuña. Como ‘cuchillitos de palo’, dicen en México.
Un ‘botón de muestra’:
En vísperas de los comicios el candidato priista al gobierno de la Ciudad de México, que creció en intención de voto a partir de abrazar los temas de vida y familia, dijo en un programa de radio que el aborto es un derecho y que el llamado ‘matrimonio igualitario’ también.
Inmediatamente los ‘provifas’ divulgaron los ‘dichos’ en redes sociales y le retiraron el apoyo. Ese mismo día, apenas unas horas después del ‘resbalón’, el candidato grabó y divulgó un video ofreciendo explicaciones, pidiendo disculpas y rectificando su posición inicial. ¿El tema se tornó relevante o no?
¿Otro ‘botón’? En el junio ‘gay’ las manifestaciones del ‘orgullo lgbt’ pasaron prácticamente desapercibidas para la gran mayoría de los candidatos; a excepción de aquellos que tienen electorado ‘cautivo’ en ese sector. No fue así ni el año pasado, ni en la elección pasada.
Segundo victoria, los ‘provifas’ (disculpe usted el palabrón) consiguieron algo inédito y extraordinariamente relevante: el compromiso por escrito de cuidar, promover y defender la vida, la familia, las libertades fundamentales y la paz por parte de más de 260 candidatos a cargos de elección. En todos los estados de la república y de casi todos los partidos.
Para usted tener una idea de las proporciones del logro, instituciones muy reconocidas impulsaron un compromiso de transparencia entre candidatos, el llamado ‘3 de 3’, en su primer ejercicio consiguieron, con vastos recursos económicos y personal 300 compromisos. El río caudaloso y alegre de los ‘provifas’ casi llegó a ese número sin presupuesto y con una agenda a la que los políticos normalmente le tienen miedo.
Algunos partidos políticos están perplejos ante el hecho. Imagínese usted el bazo político que -en principio- representan esos nuevos parlamentarios. Una singular fuerza transversal. No somos ingenuos, no todos llegaran. El número en realidad de los que sean electos no opaca en nada el logro. Consiguieron interpelar la conciencia de casi tres centenas de candidatos para, en libertad, decidir sus prioridades y sus compromisos.
En algunos casos, como en Jalisco este ejercicio contempló, entre otros, a dos candidatos al Gobierno del estado y se firmó con mucha formalidad en una importante institución educativa en medio de un ambiente alegre ‘plagado’ de familias.
Muchos de los líderes de este ‘gran río caudaloso’ son hombres y mujeres que no pasan de los 45 años
La tercera victoria es la multitud de personas que, de forma individual o asociada, se comprometieron a incidir en el proceso electoral con esta ‘agenda de valores’. Una agenda que no es abstracta, afecta a personas concretas, con rostro y nombre.
Lo hicieron sin pedir ni obtener nada a cambio. Ni cargos, ni sueldo, ni beneficios. ‘Iluso’, podrá usted decirme. No. No estoy ciego ni soy ingenuo. Hay, claro, quien tomó esto como ‘bandera’ para abonar a su propia causa. Sí, también los vi; pero son poquísimos y no la inmensa mayoría abnegada y generosa.
Un porcentaje significativamente alto de esos ‘provifas’ son jóvenes, muchos, muchos jóvenes; de todos los estratos sociales, con un puñado de ideas claras y gran iniciativa. Esto es enormemente alentador. Hay esperanza si las raíces se afianzan.
Además muchos de los líderes de este ‘gran río caudaloso’ son hombres y mujeres que no pasan de los 45 años. Y algunos mayores ofrecen su amplia experiencia y prudencia.
Mención especial merecen a los millares de madres jóvenes que exprimen de sus horas cargadísimas de tareas el tiempo necesario para participar, aportar, opininar, hacer y rezar… sin descuidar a los suyos. Ayudan y orientan entre el hacer una sopa y el llanto de uno de los niños que le reclama un abrazo.
La mayoría de los hombres y mujeres que confluyen son cristianos, no solo católicos, sino también ‘evangélicos’, aunque también hay quien no tiene ‘credo’. Trabajan juntos sin recelos, superando la mutua desconfianza.
Usan un lenguaje común, que tiene el gran acierto de ser secular, pero preñado de fe. Aquí -en este caminar juntos- hay una pequeña gran victoria dentro de esta otra victoria que es ‘nuestro número’.
Tres heridas
Esta batalla dejó también heridas. Veo tres.
La primera y más profunda es que la falta de procesos mas abiertos de diálogo interno, análisis conjunto y puesta en común generó falta de unidad. No digo ‘división’ porque no la hubo respecto a la finalidad de incidir con la ‘agenda de valores ‘en la coyuntura electoral. Al contrario.
Cuando digo ‘falta de unidad’ no imagino, en contraparte, la homologación uniforme y rígida de todos. No. Una realidad tan compleja como la que se presentó en esta elección necesariamente genera una multiplicidad de perspectivas y abordajes. Y eso es natural y sano.
Mi punto es: un movimiento que movilizó a casi tres millones podría haber tenido una acción más articulada en el proceso. No necesariamente todos bajo una misma linea. La complejidad exige, con frecuencia, multiplicidad de abordajes, pero con empalmes, lazos, ‘enganches’.
Siempre habrá fricciones, es natural. Pero hay un deber moral de observarse a sí mismo y reflexionar
¿Cuánto diálogo nos faltó? ¿Será que ‘perdimos’ tiempo suficiente en tratar de entendernos, de ver lo que el otro ve para enriquecer la propia percepción? No necesitábamos caminar sobre un mismo mando. Cuando no consegue tener el mismo abordaje se puede, por lo menos, hilvanar algunas pocas acciones comunes para cultivar y celebrar la unidad.
La inmensa mayoría estábamos convencidos de la necesidad del llamado ‘voto útil’. El problema era a quien se le debería de dar: Anaya o Meade. Ninguno era un provida o profamilia integral, y las alianzas de ambos eran peligrosas. Pero no tanto como las de López Obrador. Ya lo expliqué.
Creo que una persona muy querida, líder ‘provifa’ de años lo resumió muy bien en un trino a pocos días de la elección: “en estás difíciles elecciones tratemos de evitar un mal mayor para México, nada ganamos luchando por separado para terminar vencidos juntos”.
¿Todos deberíamos votar por el mismo candidato? No. Es imposible esto si se quiere -como se debe- respetar la conciencia y la libertad de las personas. Pero sí podríamos, a través del diálogo sistemático a todos los niveles y generar cada vez más y más amplios consensos, al punto de, quien sabe, conseguir una multitud, aunque no la totalidad, yendo -con razones y amores comunes- en una misma dirección.
La segunda herida son los dolorosos desgastes que surgieron. No entre grupos, sino entre personas. ¿Inevitables? Unos sí, otros no. Siempre habrá fricciones, es natural. Pero hay un deber moral de observarse a sí mismo y reflexionar sobre si esa palabra que dañó o esa actitud que lastimó fue injusta o no caritativa.
La tercera herida, es la desconfianza que se genera cuando nos pautamos en beneficio de nuestro propio interés o por algún interés ajeno los ‘valores’ unen en este camino, normalmente, no por mala inteción sino porque somos débiles.
Tres retos
Soy mexicano pero no vivo en México. Acompañé este proceso desde la distancia, conversando con muchos, escuchando, ‘viendo’ los acontecimientos, preguntando, sometiendo mis impresiones a otros que sí están allá. Soy testigo imperfecto, no protagonista.
Por eso pido perdón si en estas líneas dije algo torpe o no correspondiente con la realidad de las cosas. Tampoco mi intención es juzgar. Compreendo las circunstancias tan complejas a las que fueron sometidos mis hermanos y hermanas ‘provifas’ (reitero las disculpas por el neologismo).
El 2 de julio deberemos estar de nuevo en pie dispuestos a que el cuidado, promoción y defensa de la vida, la familia y las libertades fundamentales avancen
Recibiremos yo, y también este diário digital, con gran alegría sus correcciones, objeciones, críticas y contrapuntos. No soy quién para decirle a nadie que hacer. Mucho de lo que aquí escribí y especialmente estas últimas palabras no son mias sino de ustedes que me abrieron la puerta a sus ideas, percepciones y sentimientos. Gracias.
Por eso les ruego, con la cabeza baja, que no consideren esto un atrevimiento y acojan este sencillo apunte con tres frases:
– sanar las heridas
– reconstruir la unidad
– trabajar sin confundir agendas
Nuestra labor esta orientada a la regeneración cultural y política de nuestra generación y la que nos sigue en esta apasionante mudanza de época. La coyuntura electoral debe ser vista en perspectiva e independientemente del resultado que hoy se proclame en las urnas, lo que lograron es mucho y extraordinariamente positivo. Son victorias que nadie puede arrebatarles ya.
A lo largo del este texto no mencioné nombres ni de líderes ni de grupos. Fue intencional. Cada uno sabe lo que hizo y como contribuyó. Las victorias son de todos.
El 2 de julio deberemos estar de nuevo en pie dispuestos a que el cuidado, promoción y defensa de la vida, la familia y las libertades fundamentales avancen lo más que sea posible en cualquiera que sea el nuevo régimen.
En el caso de una eventual regresión democrática la unidad -real y no forzada- será nuestro mayor capital.
Estas líneas las publico hoy y no mañana para que nadie les arrebate el sabor de estas victorias. Estas líneas no quiere ser un bálsamo, sino un sencillo pero honesto homenaje, queridos hermanos, a cada uno de ustedes.