
Soy admirador de la estupenda labor de Miguel Vidal en HazteOir, y me honro con su amistad. No puedo compartir, sin embargo, el severo juicio sobre Vox emitido en su artículo.
Para empezar, es un error dar por muerto a un partido que, pese a los reveses electorales, persevera sobreponiéndose a dificultades tremendas, como el ostracismo mediático (al que seguramente no es ajena la longa manus gubernamental). ¡Quién sabe!, quizás este domingo los madrileños nos den una sorpresa y concedan a Santiago Abascal el escaño que merece.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraSería una gran noticia para España: al menos un diputado entre 350 defendería la vida del no nacido, la familia, la importancia de reactivar la natalidad, el derecho a recibir educación en castellano en todo el territorio nacional… Nadie más lo hará. Los políticos del PP que hubieran podido defender algunas de estas causas han sido excluidos de las listas.
El único programa creíble
No hablemos, pues, de muerte de Vox, sino de fracaso electoral hasta ahora. Vidal lo atribuye a estos factores: la «falta de credibilidad», las «ocurrencias populistas», los «insultos a los catalanes» (¡¿cuándo?!), el nulo apoyo de la jerarquía eclesiástica y el hecho de que no se hayan incorporado a Vox referentes históricos y morales del PP hoy apartados de la Primera línea.
Es un error dar por muerto a un partido que, pese a los reveses electorales, persevera sobreponiéndose a dificultades tremendas
«Falta de credibilidad» es una acusación difícil de refutar por demasiado vaga. ¿Qué entendemos por «credibilidad»? Si hablamos de programa, el de Vox es precisamente el único «creíble» de todo el espectro político, por abordar los problemas de fondo, ocultados por los demás partidos: la desprotección de la vida; la erosión de la familia; el excesivo gasto público y presión fiscal; el dislate de 17 CC.AA. despilfarradoras con ínfulas de estaditos (y, en los casos catalán y vasco, educando en el rechazo a España desde escuelas y medios de comunicación); el invierno demográfico…
Así lo reconoce la guía «Vota Valores» de HO, donde Vox obtiene de largo la mejor puntuación. Y si hablamos de líderes, Abascal, Espinosa o Monasterio acreditan en sus intervenciones una solvencia que resiste muy dignamente la comparación con los de otras formaciones. Miguel Vidal cita a IU como partido «creíble». ¿De verdad encuentra más solidez en Alberto Garzón que en los portavoces de Vox?
Un mensaje exigente y aguafiestas
Se acusó a Vox de ambigüedad en temas clave –como el aborto- en las europeas de 2014 (y, de hecho, alguna intervención de González Quirós corroboró tales alegaciones). Pasaron las europeas, dejaron el partido los líderes ambiguos, el programa se hizo inequívoco en materia de derecho a la vida. Y el resultado es… ¡que ahora se acusa a Vox de «populismo»!
¿En qué es Vox «populista»? El escaso éxito del partido se debe, si acaso, a su valiente anti-populismo. Pues Vox pone el dedo sobre incómodas llagas estructurales (cáncer nacionalista, taifas, invierno demográfico, hipertrofia del sector público) que los demás partidos prefieren ignorar.
Pasaron las europeas, dejaron el partido los líderes ambiguos, el programa se hizo inequívoco en materia de derecho a la vida. Y el resultado es… ¡que ahora se acusa a Vox de «populismo»!
Y las ignoran porque afrontarlas requeriría más coraje como nación y más esfuerzo y responsabilidad como individuos: hay que arrebatarles las competencias educativas a los nacionalismos; hay que tener hijos; hay que formar familias duraderas; hay que asumir co-pagos en los servicios públicos y estudiar la privatización de algunos, así como la transicion desde un modelo de pensiones de reparto a otro de capitalización (pues el sistema actual es insostenible por razones demográficas).
Un Rey Mago chavista
El mensaje de Vox es exigente y aguafiestas: el Estado socialdemócrata es insostenible a medio plazo; también lo es la ética sesentayochista del «vive como quieras» (da igual casarse que no, tener hijos que no, divorciarse, abortar…). Es preciso volver a la responsabilidad tanto en lo familiar-bioético como en lo económico: no al aborto; sí a las familias estables y a la natalidad; sí a la libertad económica y a la reducción del gasto público; no al papá Estado resuelve-todo (¡e insostenible!).
Los populistas son los demás partidos. Los que, como el PSOE, hablan de ¡triplicar el gasto educativo!, cosa que requeriría un incremento brutal de la presión fiscal, y que no solucionaría el fracaso escolar (las carencias de la educación española no lo son de financiación: la inversión por alumno es superior a la media europea).
Los que proponen el «Estado federal» como solución para el separatismo: ¡aún más poder para las autonomías! (sí, y la cirrosis se cura con un gin tonic cada mañana). Los que prometen convertir al Estado en un Rey Mago chavista que reparta por doquier “rentas básicas”, complementos de sueldo, salarios mínimos multiplicados por decreto… Los que, como el PP, tachan hoy de ultras a quienes defendemos –en materia de aborto o de ideología de género- exactamente lo que ellos defendían hace solo cinco o seis años.
Las siglas son solo un instrumento, no un fin en sí mismo
Finalmente, qué duda cabe que las posibilidades de Vox habrían sido mayores si la Iglesia hubiese apoyado al único partido pro-vida y pro-familia con ciertas posibilidades electorales, en lugar de seguir promoviendo desde COPE y 13TV a un PP que ha traicionado esos principios. Y también, si hubiesen desembarcado en el proyecto personalidades históricas del PP identificadas con los valores que el PP ya no defiende, ni defenderá. Pero es una responsabilidad que incumbe en todo caso a los interesados, no a Vox.
Por lo demás, ¿quién sabe si no llegarán nuevos apoyos en el futuro, cuando se imponga la evidencia de la definitiva irregenerabilidad del PP? Habrá congreso pepero en enero. Si Rajoy retiene el gobierno, no cabe esperar regeneración alguna. Si cae Rajoy y se aborda una refundación, prevalecerá el sector más progre y socialdemócrata, agrupado en torno a Cifuentes, Feijóo o Soraya Sáenz. Se hará evidente que el PP ya nunca más defenderá la familia, la vida, la cohesión nacional y la libre empresa.
Será necesario un partido que represente todo eso, pues los liberal-conservadores no nos resignaremos a ser apestados privados de representación política. Vox fue el primero en entenderlo e intentarlo. Pero no me cabe duda de que Vox estaría encantado de disolverse en un proyecto más amplio: Abascal ha declarado muchas veces que las siglas son solo un instrumento, no un fin en sí mismo.