Me duele decirlo, pero España ha dejado de ser nación de valientes. Lo fue a lo largo de su dilatada historia y ejemplos tenemos de sobra para asombrar al mundo. Podríamos hablar de Blas de Lezo, de Hernán Cortés, Pizarro, el Cid, Elcano, Guzmán el Bueno, Gonzalo Fernández de Córdoba. Las gestas y proezas de nuestros ancestros han colocado a España entre una de las naciones más valerosas del mundo.
Pero, ¿y ahora? La Historia recordará de nuestra época nombres de futbolistas, de actores, de periodistas, de escritores y hasta de cocineros pero, ¿de héroes? De vez en cuando asoma alguno como el de Ignacio Echeverría, ‘el héroe del monopatín’, que nos saca de nuestra zona de confort, pero poco más.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraVivimos en la era de lo políticamente correcto donde se miden las palabras para no decir nada malsonante o conflictivo, donde hay que seguir unos patrones establecidos, (especialmente por la izquierda) para no recibir una sonada reprimenda social, donde muchos se la cogen con papel de fumar para no hacer nada que pueda herir en lo más mínimo la sensibilidad de cualquiera de los «colectivos» de víctimas reprimidas y ofendidas que surgen a diario.
Y así, se permiten centenares de cosas en nuestro país con las que no estamos de acuerdo la mayoría, pero que muchos callan por falta de coraje. No necesitamos la estructura funcionarial elefantiásica del Estado de la que viven decenas de miles de paniaguados, pero muchos callan.
Sabemos que el aborto es acabar con la vida de un ser humano, pero seguimos votando a los mismos políticos estúpidos, cobardes e insoportables que no han movido un dedo para terminar con él
Querríamos la libertad de los padres para que puedan elegir el colegio que les venga en gana para sus hijos mediante el cheque escolar, pero muchos callan. Sabemos que sería mucho más lógico un Estado sin 17 autonomías que han supuesto un absoluto fracaso y una sangría económica donde se han enriquecido y beneficiado unos reyezuelos de taifas que, en ocasiones, han funcionado como Estados independientes, pero muchos callan.
Estamos convencidos de que es una tomadura de pelo tener 17 sistemas educativos, 17 formularios distintos para solicitar la misma cosa, 17 sistemas de salud incompatibles entre sí, 17 presidentes de la cosa autonómica con sus coches oficiales, pero muchos callan cobardemente y permiten que el esperpento continúe.
Sabemos que el aborto es acabar con la vida de un ser humano, pero seguimos votando a los mismos políticos estúpidos, cobardes e insoportables que no han movido un dedo para terminar con él.
A muchos les gusta la bandera, el himno nacional y nuestra historia, pero no se atreven a decirlo públicamente por temor a que les llamen fachas y franquistas. Qué aburrimiento de sociedad, tan correcta y vomitivamente sumisa y obediente; tan preocupada por escribir sin desviarse mínimamente del renglón, por seguir los parámetros que marca la progresía, que es la nueva e implacable Inquisición.
Es cierto que la presión es fortísima, que los adalides de lo políticamente correcto no descansan ni de noche ni de día pero, ¿no hay más valientes que se atrevan a salirse del guión?
España, tierra de héroes que fue y que tiene que volver a ser.