La marcha de Aznar, al dejar la presidencia de honor del PP, y desvincularse de un partido al que no lo conoce ni la madre que lo parió –por usar la terminología ‘guerrista’-, abre una oportunidad a ese inmensa mayoría de votantes a la que los rajoyismos, sorayismos y arriolismos han dejado huérfanos.
Y eso que Aznar no es Adenauer precisamente -que no se ponga estupendo que tiene sus sombras y sus contradicciones-. No es cuestión de beatificarlo ahora.
Lo cierto es que esos electores quieren una derecha que no se avergüence de sí misma, que defienda sus valores (comenzando por la vida y la familia), y que no se confunda con el paisaje socialdemócrata de unos partidos que se han cargado las raíces de Europa y que le han abierto la puerta al caballo de Troya islamista.
Pero hasta ahora lo más parecido en España a un Donald Trump o a un Frente Nacional o una Alternativa por Alemania era –salvando las distancias- Vox. Y Vox no ha superado la nota de corte.
Así que hueco hay. Está por ver quién lo llena. Alguien a quien se le puede votar sin la nariz tapada, como decía Ignacio Arsuaga.
¿Será Aznar o alguien patrocinado por él? ¿O no? Veremos
Comentarios
Comentarios