No deja mal recuerdo. Tenía carisma y personalidad, fue buena gestora –como demostró en Madrid, con altos niveles de prosperidad y bajos niveles de paro-, y liberal en el mejor sentido de la palabra: bajada de impuestos y defensa de la vida -¿se puede ser liberal sin defender el derecho más básico?
Aunque coqueatara con lo peor de la progresía y llegara a alabar los vientres de alquiler, esa práctica mafiosa, que convierte al nino en mercancía y a la mujer en cosa.
Su error fue elegir malas compañías y no saber retirarse a tiempo –el problema de muchos líderes carismáticos y con personalidad, que se creen imprescindibles-.
Triste mutis por el foro, triste dimisión. Aunque la izquierda quizá no sea la más indicada para dar de dimisión y de dignidad.
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