Las elecciones generales del día 20 de Diciembre están a la vuelta de la esquina. Se celebran un día antes de la llegada del invierno. Un invierno que puede ser muy largo, muy frío y muy oscuro. Un invierno donde los días de la ignominia, la traición y la cobardía se hagan interminables. Un invierno que puede durar cuatro años más y que puede helar la sangre de las personas decentes de esta España nuestra.
Si es usted filocomunista, progre relativista, antiespañol o no católico, le recomiendo que deje de leer inmediatamente. Es por su salud: si continúa con la lectura puede sufrir una indigestión, una úlcera o un violento ataque de cuernos.
Si, por el contrario, se considera usted católico y español debe saber que no puede votar a ningún partido del actual arco parlamentario –como dicen los cursis-. Se lo repito: a ninguno.
1. No quiero teñir mi voto con la sangre de los ninos asesinados antes de nacer.
2. No quiero dar mi voto a los verdugos de los desahuciados, de los pobres, de los débiles, de las viudas, de los huérfanos. Y de la clase media.
No quiero permitir que el Estado eduque a nuestros hijos
3. No quiero manchar mi voto con la suciedad de la usura económica y de la corrupción política.
4. No quiero que mi voto valide la derogación de la ley natural y la desunión de España.
5. No quiero que mi voto contribuya a la destrucción de la familia y a la corrupción de la moral y de las costumbres.
6. Porque no quiero que la verdad se determine en un parlamento.
7. Porque la mayor influencia de mi voto es la repercusión moral que tiene en mi conciencia.
8. Porque el mal menor es, a la larga, el mayor de todos los males. Nunca se pacta con el mal, ni poco ni mucho.
9. Porque no quiero permitir que el Estado eduque a nuestros hijos.
10. Porque no quiero que el Estado, ningún Estado, se convierta en un dios al que adorar.
No quiero que mi voto conceda al César lo que es de Dios
11. Porque los derechos fundamentales de la persona no pueden separarse del bien común.
12. Porque no se puede servir a Dios y al dinero. Y porque no habita mi conciencia en mi bolsillo.
13. Porque tengo mandado amar a los enemigos, no puedo odiar ni ofender; pero tengo el deber de denunciar la injusticia, la mentira y la iniquidad.
14. Mi voto no irá a parar a manos de impíos, de mercaderes y de lacayos de organizaciones transnacionales.
15. Porque no quiero que mi voto conceda al César lo que es de Dios.
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