Ya llevamos casi dos semanas bajo el ‘efecto Vox’ que ha convulsionado la vida política española. A estas alturas me asalta la duda de si yo puedo aportar algo nuevo a los interesantes análisis que se han hecho en Actuall, el periódico más libre de España, el que ha dado voz -precisamente- a muchos de los que hoy ocupan portadas. Entre ellos, el diputado electo en el Parlamento andaluz, el exjuez Francisco Serrano, cuyas referencias en este medio de comunicación con el que me honro en colaborar se remontan a junio de 2016. Las pueden ver todas aquí.
Después de leer lo escrito por Nicolás de Cárdenas para desentrañar lo ocurrido en las elecciones andaluzas y lo expresado por la redactora Ana Fuentes y los columnistas Carlos Polo y Carlos Beltramo y José Carlos Rodríguez sobre el mismo asunto, quiero compartirles algunas ideas sobre la relación entre Vox y HazteOir.org y recordarles la historia (que no es mía) de las ranas en agua hirviendo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPor partes. La relación entre Vox y HazteOir.org se resume en tres palabras: disidentes, valientes, incontrolados.
Disidentes
En la acomodaticia vida pública española HazteOir.org irrumpió hace casi dos décadas para promover la participación ciudadana en la política y defender los valores de la vida, la familia y la libertad. (Perdón por la autocita pero esto ya lo he contado). Como la política no es sólo la partitocracia, esta asociación se ha hecho un hueco en la guerra cultural que está detrás de las leyes y las decisiones de los gobiernos. Ha desafiado lo políticamente correcto y sacado a la luz las vergüenzas de los dogmas #LGTBI. Su emblema más famoso, el #HOBus. Es, por tanto, una asociación que disiente de lo políticamente correcto.
Por su parte, Vox ha tenido la osadía de enarbolar políticamente no sólo la batalla contra la ideología de género y una de sus más perversas ramificaciones -el feminismo radical- sino de salir también a defender lo más odiado por la progresía animalista: la caza y el toro. Y se ha atrevido a abandonar el carril oficial con cuestiones como la inmigración ilegal o el aborto. Y ha sentado en el banquillo al golpista Puigdemont, algo que -como esperaban millones de españoles, entre ellos bastante catalanes- debía haber hecho el Gobierno de España.
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Así que la primera conexión es evidente: HazteOir.org y Vox son disidentes del pensamiento único al que se han adherido sin excepción todos los estamentos, poderes y cuerpos medios e intermedios de la sociedad.
Valientes
HazteOir.org ha sufrido ataques físicos, insultos, amenazas, calumnias e incluso extorsiones por hacer lo que hace. Pedradas de los podemitas, amenazas de los políticos, extorsiones de los ciberdelincuentes, calumnias de la “derechita cobarde” y meliflua… Y no se ha arredrado. Es más, ante las presiones y ataques la asociación resurge con más fuerza si cabe.
Vox, por su parte, no se ha amilanado y ha hecho gestos épicos que le han puesto en la picota y le han dado votos. Con toda justicia, se ha convertido en la ‘bestia negra’ del independentismo catalán, de los animalistas y de las feministas radicales. El acoso a dos mujeres de la Ejecutiva Nacional de Vox (por cierto, colaboradoras de Actuall), como Rocío Monasterio o Alicia Rubio, y, sobre todo, el coraje de ambas para enfrentarse a los vándalos (y vándalas) lo dice todo.
Incontrolados
Por último, HazteOir.org es una fuerza incontrolada. En el mejor sentido del término, por supuesto. Vamos, que no se debe a nadie más que a sus socios y simpatizantes, a sus seguidores. Y fidelidad a sus valores y a su estilo. Se pone el mundo por montera porque no depende de las subvenciones públicas ni le financia ni le da indicaciones nadie diferente a sus socios y colaboradores -ciudadanos libres para hacer aportaciones económicas o prestan su tiempo y talentos a quien les venga en gana-.
No conozco los entresijos de Vox ni su organización interna. Pero, visto desde fuera, lo que es evidente es que se trata de una formación política que ha surgido al margen del bipartidismo y de las hipotecas con poderes, gobiernos y funcionarios de partido. Ha demostrado que su voto es útil por la fuerza de los argumentos, el trabajo, la palabra y la obra. Sin apoyos mediáticos ni institucionales. Sin televisiones públicas.
Hay otra coincidencia de hecho entre HazteOir.org y Vox. Son las ‘ranas rebeldes’ de un cuentecillo que explica mi buen amigo Agustín Laje. (Merece la pena oirlo en directo en este vídeo a partir del minuto 49:23). Este politólogo argentino explica que las ranas, si se les introduce en una olla con agua hirviendo, saltan y dejan la cocina hecha unos zorros. Pero si se les sumerge en agua tibia y ésta se calienta gradualmente, las ranas ni se enteran de que están siendo cocinadas. Pues bien. El primer método lo utilizó la izquierda clásica, el marxismo revolucionario de guerrillas y violencia real. El segundo es el que está aplicando el progresismo del siglo XXI. Por ejemplo, con la ideología de género. “¿Y qué debemos hacer?”, se pregunta Laje. Y más o menos esta es su respuesta: “Tomar conciencia, en la olla de agua tibia que se va calentando gradualmente, de que nos están cocinando. Y avisar a las demás ranas para evitar que mueran”.
Pues ya lo saben, amigos. Hay que saltar en la olla. Hacer ruido. No adormecerse en el agua tibia. Hay que gritar. Hacen falta muchas ranas para denunciar lo que los poderes establecidos están haciendo con la sociedad, el daño a las personas concretas, la agresión a la familia, la vulneración del derecho a la vida, el adoctrinamiento de los niños. Y actuar para cambiarlo. Porque si no lo hacemos, nos hervirán. ¿Qué clase de rana somos?