Más sociedad, menos Estado; y el dinero, en el bolsillo del contribuyente. Ni una sóla formación política defiende estos preceptos de la Biblia liberal. Ninguno hasta ahora, en que ha aparecido en escena un partido al que algunos tildan de “fascista”, señal de que no se han leído su programa o de que les interesa ocultarlo.
El PP de Rajoy desalojó del poder a Zapatero, con esas mismas promesas económicas, pero lo primero que hizo fue subir los impuestos. “No había otro remedio” se excusó. Y eso mismo ¿no lo sabía antes de llegar a la Moncloa? Pero en lugar de suprimir duplicidades, reducir el déficit público mediante la vía exclusiva de la reducción del gasto público y privatizar o cerrar empresas, el líder del PP optó por arrear un tajo a la clase media.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraVox le deja ahora en evidencia al proponer un adelgazamiento del Estado, reducción del gasto público, y menos impuestos. Lo explica en sus Cien propuestas, ésas que la agenda mediática se esmera en tapar, no vaya a ser que alguien las lea y se entere.
Nos pasamos siete meses anuales de nuestra vida trabajando para pagar impuestos
Y lo ha desgranado el dirigente de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, coautor del programa económico, en una entrevista en Ok Diario, titulada “El Estado está para servirnos, no al revés”.
Propone, en primer lugar, hacer una revisión de todas las cargas fiscales, bien para suprimirlas, como en el caso del impuesto de sucesiones, de patrimonio o de donaciones, en toda España.
O bien para bajarlas, como el IRPF, porque “quien mejor administra su dinero es el propio español”… “Impuestos, los justos” apostilla.
Lo que no puede ser es que dediquemos 177 días al año a pagar impuestos; esto es casi siete meses anuales de nuestra vida, a pagar el coste del IRPF, IVA, cotizaciones sociales o el impacto de otras cargas como el IBI o Patrimonio, según el cálculo que hace la Fundación Civismo.
El impacto que tienen el IRPF y las cotizaciones sociales -costeadas tanto por el empleado como por el empleador- se sitúa entre las más altas de los países desarrollados, según un informe que publica la OCDE.
En segundo lugar, el dirigente de Vox explica cómo aliviar la presión fiscal sin generar déficit. Con un plan de reducción de entes públicos, sociedades públicas, y la centralización de las ciudades y de las Autonomías. Sostiene Espinosa de los Monteros que todo ello se traducirá en un impacto en la reducción de gasto público, e incluso en la generación de Producto Interior Bruto (PIB).
“No se trata de que haya menos enfermeras, menos bomberos o menos policías” afirma, sino de que se reduzca el gasto político y de que el Estado deje de ser una losa y se convierta en “un elemento de competitividad”. De forma que se genere más actividad y más empleo, y una mayor recaudación fiscal aunque los tipos sean menores.
Rajoy alegaba que no había margen para meter tijera al Estado. Los de Vox, en línea con expertos como Carlos Rodríguez Braun, creen que sí; y que para lo que quiere, el Estado es el colmo de la eficiencia: no hay más que ver lo rápida y silenciosamente con la que Tráfico persigue las infracciones y recauda multas.
“No creo que haya muchos sitios en el mundo” explica Espinosa de los Monteros que sean capaces “de sacarte una foto en una carretera en la que vas cinco por hora por encima de la velocidad permitida, leer tu matrícula, identificar al propietario, enviarle la multa, comprobar a los veinte días si lo has pagado, si no se ha enviado, enviar una segunda carta y, si no has pagado, encontrar tu cuenta bancaria, extraerte el dinero y abonárselo a la suya”.
Y concluye: si el modelo de Tráfico se aplicara a todo el Estado, no es que hablásemos de reducción de gasto, es que se reduciría a la mitad del gasto político.
Esa es la gran diferencia entre Vox y el PP. Que, libre de lastre, el primero carece de compromisos y complicidades para reducir el elefantiasico gasto político, en tanto que el PP tiene las manos atadas. A pesar de que Pablo Casado lleva en su programa una reducción de impuestos (esperemos que no se quede solo en prometedora) y de que ha fichado a un verdadero liberal: Javier Fernández Lasquetty, como jefe de gabinete.
Probablemente la maximalista enmienda a la totalidad del Estado de las Autonomías que hace Vox quede en mera hipérbole, pero al menos batallará porque el Estado central recupere las competencias de Sanidad, Educación y Justicia, en aras de la eficiencia.
Algunos no ven nada clara la propuesta de Vox, la consideran una medida de trazo grueso, demasiado simplona para un problema complejo (la cansina cantinela del establishment). Pero eso mismo decían de Trump y su promesa de bajar impuestos y lo que ha bajado espectacularmente en EEUU es el desempleo hasta extremos históricos.
Según Daniel Lacalle, si nuestro país siguiera los pasos de EEUU no solo no reduciría la recaudación, sino que aumentaría de manera muy relevante el empleo y la inversión, además de relanzar el consumo.
Y tal cosa no es un futurible. Tenemos una experiencia piloto en Madrid. Con el tramo de IRPF marginal regional más bajo, “una política impositiva que incentiva (en vez de penalizar) el ahorro y la inversión”, ha logrado mayor tasa de crecimiento del número de empresas de España, empleo estable, crecimiento de la inversión extranjera directa y aumento de las bases imponibles del IRPF, a pesar del periodo de crisis.
¿No son éstas sino las cuentas que haría un padre o madre de familia para equilibrar ingresos y gastos y evitar despilfarros?
¿Es lo que propone Vox extremista, facha… o es de puro sentido común? ¿Son recetas ultraliberales o no son más que las cuentas que haría un padre o madre de familia para equilibrar ingresos y gastos, evitar despilfarros y llegar a fin de mes?
Al final, la libertad no se mide por proclamas retóricas o declaraciones bonitas sino en términos de dinero. O, mejor dicho, en la rendición de cuentas que le exigimos al Estado para ver cómo y en qué gasta nuestro dinero.
Lo dejó muy clarito Margaret Thatcher: «Si el Estado quiere gastar más, solo lo puede hacer pidiendo prestado de tus ahorros o cobrándote más impuestos. No es bueno pensar que algún día vendrá otro a pagar. Ese otro eres tú. No existe tal cosa como el dinero público. Solo existe el dinero de los contribuyentes».