Bueno, como aún tengo tiempo hasta el 8, pondré un poco más a prueba su paciencia volviendo a lo que, de tener alguna excusa, es la que esgrime la esperpéntica Huelga de las Mujeres, a saber ‘la brecha salarial’.
¡No, no se vayan todavía! Prometo no aburrirles con esos estudios estadísticos que gente con más paciencia y más estudios elaboran minuciosamente para desmontar el mito.
No es que sirvan de nada, naturalmente. El progre vive de la fe, y en este asunto se conjuran políticos de todos los partidos, intelectuales de todas las ideologías, medios de prestigio e incluso bancos y grandes empresas, que pagan foros y congresos para ‘acabar’ con esa brecha.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraLa famosa brecha salarial es lo contrario de las meigas en el célebre dicho de mi tierra: muchos creen en ella, pero haberla, no la hay.
La brecha salarial puede querer decir dos cosas. La primera, completamente cierta, es que las mujeres ganamos, de media, menos que los hombres. Una persona que observase los datos fríamente podría concluir que esto se debe, entre otras cosas, a que las mujeres, de nuevo de media, optan libremente por actividades menos demandadas por el mercado o tienden a primar la vida familiar sobre la profesional y eligen horarios reducidos y, por lo mismo, peor pagados.
Pero con eso acabaría el problema y cada uno se iría a su casa y nadie podría ordeñar, económica o políticamente, una nueva causa de indignación, siempre tan rentable.
Nuestro ordenamiento jurídico prohíbe la discriminación por razón de sexo. ¿Dónde están todas las denuncias por la brecha salarial?
Así que vamos por la segunda acepción, comprobablemente falsa: las mujeres cobramos menos que los hombres POR IDÉNTICO TRABAJO. Porque el Heteropatriarcado que lo controla todo nos odia y nos discrimina y nos explota.
De modo que yo, que no soy ducha en números ni controlo montañas de datos, me limitaré, si les parece, a dar por bueno el dogma y plantear tan solo algunas preguntas inocentes.
¿Dónde están los casos? Nuestro ordenamiento jurídico prohíbe la discriminación por razón de sexo. Si a las mujeres les pagan de media sustancialmente menos, de media, por realizar idéntica labor, ¿no deberíamos estar inundados de casos concretos, de denuncias en los juzgados, de reportajes en primera persona?
Lo vemos en cualquier otra causa que la izquierda quiere promover, como la violencia de género, que ocupa un espacio desproporcionado de las informaciones en los medios al uso. Conocemos cientos de historias, juicios, tragedias. ¿Qué hay de la brecha salarial?
Y aunque no salgan en los medios, ¿dónde están las denuncias? ¿Qué casos judiciales están inundando nuestro tribunales, de mujeres discriminadas por su empresa en razón exclusivamente a su sexo?
Luego una ve todas esas empresas conocidas que se suman a la propia protesta y se pregunta: ¿ellas no discriminan? Entonces, ¿quién? ¿El bar de Paco?Más: ¿por qué lo hacen y cómo lo consiguen?
Obviando límites legales y regulaciones varias, el sueldo se determina en una negociación en la que el trabajador quiere ganar lo máximo posible y el empresario, pagar lo mínimo posible, por simplicar. La izquierda nos repite a todas horas que el capitalista solo se mueve por el asqueroso beneficio y yo, omitiendo el adjetivo, no puedo estar más de acuerdo.
El empresario quiere una producción X, y le da exactamente igual quién se la ofrezca y cuál sea su sexo. Pero ahora tenemos que creer que un patrón al que nadie parece conocer tiene una extraña manía a las mujeres y les paga menos que a los varones por puro odio, arriesgándose a perder buenos trabajadores y a enfrentarse a una demanda que le cruja y a un desastre de imagen. ¿Qué sentido tiene?
Y eso me lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué lo consienten las mujeres? Para no volver al paro, se me responderá. Pero, ¿no le pasa lo mismo al varón? También a él el patrón tratará de pagarle lo menos posible. ¿Me están diciendo las feministas que somos más tontas, más débiles, que negociamos peor? ¿En serio? ¿¿En serio??
En cuanto alguien me responda satisfactoriamente a estas preguntas, sin ideología de por medio, sin dogmas previos y sin invocar monstruos míticos de bestiario medieval como ese Patriarcado tan omnímodo como elusivo, seré la primera en ponerme en huelga y hacer campaña a todas horas.
Hasta entonces, les ruego que dejen de venderme mercancía averiada para que sigan sacando provecho los (y las) de siempre.