Señores periodistas de eldiario.es:
Les escribo con motivo de la información que han difundido sobre el Oispado de Alcalá con respecto a la acogida y acompañamiento de personas que sentimos atracción hacia el mismo sexo. Quisiera compartirles lo que ha supuesto la maravilla que ha supuesto para mi vida el poder encontrarme con esa acogida y acompañamiento, al que como ser humano tengo derecho y no me ha proporcionado ningún tipo de frustración sino todo lo contrario, de bendición, agradecimiento, paz y equilibrio interior.
Me llamo Manolo, tengo 50 años y soy de España. Soy el quinto de siete hermanos, de los que somos seis varones y una hermana la más pequeña. Mi padre es hijo único y mi abuela paterna vivió siempre con nosotros en casa hasta su muerte. Cuando era niño, yo era muy enfermizo y mi padre tenía problemas de adicción al alcohol, lo que hacía que fuese agresivo y violento cuando bebía. Ante esa situación, recuerdo situarme siempre en una actitud de buscar un continuo refugio “bajo las faldas de mi madre”, y, a su vez, mi madre se volcaba con el niño que le requería un continuo y exigente cuidado, refugiándose en ello ante la situación tan dramática que se vivía en mi casa.
Fui un niño sobreprotegido por mi madre y, a su vez, menospreciado y rechazado explícitamente por mi padre
Recuerdo que cuando tenía seis años, al escribir la Carta a los Reyes Magos en Navidad, mi madre no puede dejar de expresar su dolor y su sorpresa al leer lo que se decía en la citada carta: “Lo único que le pido a los Reyes Magos es cariño”. Fui un niño sobreprotegido por mi madre y, a su vez, menospreciado y rechazado explícitamente por mi padre, ya que yo mostraba ser una persona débil y pasiva. A mi padre le tenía verdadero pánico y un odio creciente, llegando a desearle la muerte más de una vez. Odiaba a mi padre, pero, paradójicamente, siempre buscaba sentirme amado por él, sintiendo una enorme envidia hacia mis hermanos que encarnaban y asumían los roles de hijos que mi padre deseaba y que le edificaban.
Tal y como he podido analizar posteriormente gracias, por una parte, al contacto con la Palabra de Dios y los sacramentos, y, por otra, al itinerario de maduración integral, de forma totalmente complementaria.
Desde muy pronto padezco ataques de ansiedad acompañados de agorafobia, claustrofobia y tanatofobia. La idea de la muerte era una obsesión en mi existencia, hasta tal punto, que a los 19 años caigo en una grave depresión y una grave crisis de pánico al obsesionarme de forma exagerada con el paso del tiempo y con la muerte. Recuerdo exigirle a mi madre a gritos y con lágrimas que parase las agujas del reloj para que no pasase el tiempo.
A los 12 años tomo conciencia de que me atraen los demás chicos y comienzo a mendigar sexo a compañeros de forma totalmente desordenada
Era como si fuese un condenado a muerte al que le faltase poco tiempo para ser ejecutado. No quería morir. Pero en el fondo, lo que no quería era vivir. No quería crecer. Si ser un hombre significaba ser como mi padre prefería ser un niño eternamente. No podía soportar la idea de que el refugio que me ofrecía mi madre fuese algo temporal o efímero. Quería y exigía vivir una infancia eterna. Además de la ayuda médica, sólo el hecho de aceptar la realidad de ser mortal, de entrar en la realidad de la vida, gracias a la Palabra de Dios y al itinerario de maduración integral, me ayudó a salir de semejante engaño, tal era mi egolatría, mi soberbia y mi narcisismo.
Recuerdo ser siempre el niño que toda madre quisiera tener, y, mi madre, en su ignorancia y su muy buena voluntad se enorgullecía de ello. Era educado, complaciente, estudioso; estaba siempre en casa; saludaba a todo el mundo; era un niño bueno. Todo con el fin de sentirme amado, de sentir que era alguien. A los 12 años tomo conciencia de que me atraen los demás chicos y comienzo a mendigar sexo a compañeros de forma totalmente desordenada. Buscaba sentirme querido y abrazado por un compañero, por un chico, mucho más que el mero placer sexual. En el fondo, buscaba el afecto que mi padre nunca tuvo la capacidad de proporcionarme.
Este hecho era algo que contrastaba y que destruía en mí el concepto del niño bueno que me daba tanta seguridad y que me daba carta de ciudadanía en mi vida cotidiana. Era algo que no soportaba. Veía mi atroz egoísmo y el fariseísmo e hipocresía en el que mi vida se iba introduciendo en mi adolescencia. Tenía la idea de que para que me quisieran, incluso Dios (recuerdo las charlas que nos daba mi abuela en las que nos decía con la zapatilla en la mano: “Los niños buenos van al cielo y los niños malos van al infierno”), por lo que mis caídas constantes me destruían. No lo soportaba. Me autodespreciaba y autoaborrecía, llegando a tener unos terribles escrúpulos.
Realizar el itinerario de maduración integral ha supuesto un revulsivo que me ha ayudado a crecer en autoestima, a tener mayor paciencia conmigo mismo, con mis debilidades y mis heridas, a superar la autocompasión, a ver la historia de mi vida sin dolor, reconciliándome con ella
Me salvará escuchar que DIOS ME AMA COMO SOY, QUE NO SE ESCANDALIZA DE MÍ, QUE HA DADO SU VIDA POR MÍ. Pero en mi neurosis, utilizo a Dios para dar culto a mi egolatría, prosiguiendo en mi vida farisaica al tener muchos años de vida en continencia, pero sin creer en el amor gratuito del Señor. Sólo con el tiempo podré llegar a creer y experimentar que Dios me ama gratuitamente. De la misma forma que pensaba que tenía que dar la talla ante mi padre, pensaba que tenía que dar la talla ante Dios.
Al llegar a la universidad sufro una fuerte dependencia emocional con un amigo de la facultad en que estudiaba, con caídas en masturbación compulsiva y una verdadera esclavitud y un infierno. Veo la película “Atracción fatal”, con Michael Douglas y Glenn Close, y me siento totalmente identificado con la protagonista, llegando a pensar que era una especie de psicópata. La amistad se estropea debido a mi ahogo y asfixia egocéntrica hacia su persona.
No es cierto que el sufrimiento que padecía sea consecuencia de la denominada “homofobia social”
El realizar el itinerario de maduración integral ha supuesto un revulsivo que me ha ayudado a crecer en autoestima, a tener mayor paciencia conmigo mismo, con mis debilidades y mis heridas, a superar la autocompasión, a ver la historia de mi vida sin dolor, reconciliándome con ella; a buscar amigos varones que me proporcionen afecto masculino sano; a valorar y desarrollar mis potencialidades y cualidades positivas, que antes no veía; a salir de mí mismo; a aprender a quererme y respetarme, a buscar conseguir mi maduración emocional, a comprender, justificar y perdonar a mi padre, al que hoy amo y respeto; a pedirle perdón por haberle deseado la muerte; a tomar conciencia de que soy una persona diferente a mi madre y de que no soy su esposo ni tengo la responsabilidad de hacerla feliz; a pedirle perdón a mi madre y a comprenderla y justificarla por haberse refugiado en mí; a irme incluyendo poco a poco en el mundo masculino, superando complejos de inferioridad, aunque me queda camino por recorrer; crecer en asertividad y libertad…
¿Por qué los que van abanderando las ideas de libertad y tolerancia responden con actitudes totalmente opuestas a lo que exigen y a lo que abanderan, con verdadero odio hacia las personas que no piensan como ellos?
Quiero expresarles que no es cierto que el sufrimiento que padecía sea consecuencia de la denominada “homofobia social” sino que mi mayor sufrimiento era producido al sentirme como una especie de “vampiro” que necesitaba satisfacer mi carencia afectiva de forma totalmente desordenada. No quería eso para mi vida ni lo quiero. Mi objetivo al hacer el itinerario de maduración integral no era ni es el llegar a ser heterosexual sino sanar las heridas que me hicieron presa de un absoluto egocentrismo, del pánico a vivir, a crecer, porque crecer lleva implícito el morir, el dejar la infancia atrás. Quisiera saber qué tiene eso de nocivo cuando para mí ha sido totalmente lo contrario. ¿Hay personas que son felices en el mundo gay? Puedo afirmar con rotundidad que yo soy feliz fuera de él y tengo derecho como español del siglo XXI a elegir lo que objetivamente creo mejor para mi vida.
¿Por qué es plausible y laudable la opción que hace una persona de vivir en el mundo gay, de asumir el género gay y sin embargo es condenable que una persona que siente atracción hacia el mismo sexo desee sanar sus heridas internas y vivir al margen del mundo gay? ¿Por qué los que van abanderando las ideas de libertad y tolerancia responden con actitudes totalmente opuestas a lo que exigen y a lo que abanderan, con verdadero odio hacia las personas que no piensan como ellos? ¿Por qué se impone un totalitarismo o dictadura con respecto a este tema cuando lo que abanderan es un verdadero relativismo con el que se proponen una cantidad de géneros en los que las personas deben ver con cuál concuerdan, con excepción de las personas que sentimos atracción hacia el propio sexo que no nos identificamos como gays, a los que se nos quiere impedir pensar, opinar, vivir, de forma diferente a lo que nos impone esa dictadura de lo políticamente correcto?
No me arrepiento de haber realizado el itinerario de maduración integral. Antes bien, me alegro y doy gracias a Dios por ello
Si es terrible el hecho de que se despreciase, se marginase y se matase en épocas del pasado a personas por manifestar su atracción hacia el mismo sexo, no deja de serlo también que en pleno siglo XXI se persiga a personas y a instituciones por no pensar tal y como lo hace el pensamiento dominante.
Hoy debemos preguntarnos quiénes son los verdaderos inquisidores y quiénes son susvíctimas; quienes presumen y exigen tolerancia y, tristemente, llevan a cabo una actitud tan intolerante como la que se sufrió en el pasado. Exigen libertad, pero no respetan ni quieren libertad para todos.
No me arrepiento de haber realizado el itinerario de maduración integral. Antes bien, me alegro y doy gracias a Dios por ello. Me produce tristeza, vuelvo a repetir, la intolerancia y la dictadura de pensamiento único que se impone desde el mundo gay. Expreso mi solidaridad y gran agradecimiento tanto al Señor Obispo de Alcalá, Monseñor Reig-Plá, como al COF de Alcalá, así como a B.V.
Muchas gracias.
* Testimonio recogido por Es posible la Esperanza en apoyo del obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, que mantiene un servicio de acompañamiento a personas con Proyección hacia personas del Mismo Sexo (PMS).
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