Comienzo esta carta indicando que ojalá testimonios como el que pretendo expresar acá, pudieran también encontrar un espacio de publicación en diarios como [El Diario.es] (o muchos otros) donde muchas veces (sino todas) la orientación de los contenidos y noticias, o lo que llamarían la «línea editorial» termina siendo sesgada y orientada a solo mostrar una parte de la historia, dando énfasis a solo una perspectiva que limita el abordaje de temas de alta relevancia e impacto en nuestra sociedad, siendo esto dirigido por un conjunto de personas encargados no solo de «transmitir la noticia», sino en muchos casos imponernos puntos de vista, como si todos debiésemos aceptar silenciosamente y sin reclamo los llamados fenómenos o cambios de nuestra sociedad moderna.
Dicho lo anterior, comienzo por decir que afortunadamente me encuentro inmerso en este proceso de maduración, que más allá de trabajar la PMS (proyección hacia el mismo sexo) en realidad lo que se busca es el desarrollo integral de la persona, contemplando para ello un trabajo duro de madurez de nuestra psicología, espiritualidad, corporalidad y el manejo apropiado de nuestras emociones y sentimientos, entre muchos otros elementos (voluntad, comunión, solidaridad, humildad, etc.).
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraFanatismo religioso ostentan decir algunos al leer lo anterior…. intolerancia, discriminación, «homofobia» son algunos de los términos que por allí se mencionan. ¿Y no es acaso intolerante y discriminatorio prohibirle a alguien recibir ayuda, teniendo esa persona un profundo deseo de cambio y una profunda convicción de trabajar su PMS y su maduración personal? ¿O es que acaso la intolerancia únicamente cobra significado en una dirección (esa que impone mi línea editorial)?
Existen personas que no aceptan ni aceptarán nunca (me incluyo) la «homosexualidad» como estilo de vida, y no se trata de una imposición de la Iglesia, ni de un dogma religioso o moral que pudiera llevarme a tener esta determinación, porque muchos hemos vivido largos años inmersos en ese mundo.
Tengo el derecho de recibir ayuda si lo considero apropiado y pertinente
Particularmente tuve «relaciones de pareja» muy largas (7 años… 9 años) con personas de mí mismo sexo, desde los 18 años hasta mis 35 estuve metido de cabeza en un mundo al cual definitivamente no pertenencia, y no fue porque alguien me vino a contar o a convencer de que ese ambiente era muy malo o de que iría al infierno si seguía por allí: Yo lo viví en carne propia durante muchos años, y por ende no puedo defender lo indefendible, queriendo hacer ver que es un paraíso el estilo de vida gay.
Y mucho menos puedo pretender hacer ver al resto de las personas, y mucho menos convencer a todo el que se me atraviese, de que sin duda alguna, la solución es aceptarse, porque solo así encontrara felicidad y plenitud en su vida. La respuesta para mí y para muchos de los que voluntariamente nos encontramos en este camino, es decir: ¡¡NO!!… No queremos este tipo de vida, personalmente no encontré ningún motivador, ningún elemento de valor que me incentivara a continuar por ese rumbo y tengo ¡¡el derecho a decir no!! y tengo el derecho de recibir ayuda si lo considero apropiado y pertinente.
La persona que estaba allí sentada frente a la psicóloga que hoy se ataca, entiendo que no tenía ningún deseo de cambio profundo ni de maduración personal, por lo que se transmite su intención fue la «búsqueda de la noticia», para entonces publicar ideas generalizadas que debemos aceptar sin reclamo, porque debemos tener tolerancia ante las personas que desean vivir un estilo de vida gay.
Tolerancia… que buen concepto este, sobre todo si lo sabemos aplicar siempre.
Si usted vive una vida gay y considera que se la está pasando muy bien allí, reforzando cada día que pasa sus valores personales y hasta familiares, madurando cada día más, y cada vez siendo más responsable consigo mismo, trabajando su voluntad, su autoestima, su espiritualidad, etc. Si ese ambiente le aporta todo esto (o si su lista imaginaria de beneficios es aún más larga)… pues adelante, continúe por allí (nadie se lo está negando).
Lo único que pedimos es respeto a nuestra convicciones y exigimos el derecho de poder desarrollar nuestra vidas apropiadamente de acuerdo a nuestra determinada determinación de cambio
Ahora bien, si en algún momento usted se da cuenta, de que el estilo de vida gay no es lo que usted desea, sepa usted que existe un camino diferente, que no es fácil y que requiere mucho esfuerzo, pero que existe y nos llena de muchísima esperanza a todos a los que allí pertenecemos.
Que se sepa que hay personas que estamos dispuestas ayudar a todo aquel que lo desee, cada uno desde sus talentos y sin necesariamente recibir nada a cambio (solidaridad). Que se sepa que existen personas (psicólogos, educadores, diseñadores, ingenieros, informáticos, músicos, sacerdotes, religiosos y muchos más) que procuramos reunirnos en cada rincón de este mundo para apoyar esta causa, para ayudarnos, y para demostrarnos de que es posible el cambio y es posible la maduración integral.
Lo único que pedimos es respeto a nuestra convicciones y exigimos el derecho de poder desarrollar nuestra vidas apropiadamente de acuerdo a nuestra determinada determinación de cambio.
Esto pasa por tener el derecho de recibir ayuda sin necesidad de escondernos, o de temer a la aplicación de alguna ley. Si vamos hablar de tolerancia apliquémosla en todos los sentidos, y no solo en la visión que queremos imponer a través de un estilo editorial o idea personal.
Soy venezolano, con 36 años al día de hoy; buena parte de mi vida la hice en Venezuela, viví en EEUU por casi tres años y ahora me encuentro en Colombia. Llevo conociendo esta comunidad desde que tenía 18 años y durante mi etapa más joven nunca acepte que se me prohibiese vivir esa vida gay que tanto anhelaba.
No acepto que nadie me prohíba recibir esta ayuda que tanto bien me hace. Tampoco acepto que se me limite a no poder vivir un proceso de cambio y de maduración que he decidido vivir
Decidí vivirla y la viví de la forma más intensa posible (ha sido uno de los errores más grandes de mi vida), hasta mis 35 años pude ser testigo de todo lo que allí se puede vivir y de todo lo que allí podemos encontrar, nada me convenció y lo que agradezco a Dios es el haber tenido siempre presente de que existía otra opción. Un camino que no decidí tomar durante mucho tiempo (soberbia), pero que ya desde hace un año y hasta ahora lo he trabajado, lo continúo y continuaré trabajando.
Puedo decir al día de hoy, que a pesar de lo fuerte, de lo duro y doloroso que pueda ser el camino, definitivamente es un recorrido sanador y lleno de mucha esperanza. Y así como en algún momento a mis 18 años me negaba aceptar que alguien me prohibiese vivir una vida gay, contrastantemente hoy a mis 36 años, después de haber validado con mi propia experiencia que prácticamente nada de lo que hay en ese entorno vale la pena, puedo decir que no acepto que nadie me prohíba recibir esta ayuda que tanto bien me hace. Tampoco acepto que se me limite a no poder vivir un proceso de cambio y de maduración que he decidido vivir, porque es aquello que ha logrado dar sentido y valor a mi vida, y para lo cual no encuentro justo que deba buscar o encontrar el apoyo desde la clandestinidad… A escondidas como si estuviera cometiendo algún crimen quien decidiese ayudarme.
Ya para culminar, solo me queda dar las gracias al esfuerzo de monseñor D. Juan Antonio Reig Pla (Obispo de Alcalá), a todos los sacerdotes, religiosos y profesionales de las distintas áreas y saberes que ponen su granito de arena para ayudar a tantas personas (entre las cuales me incluyo). Gracias por mostrarnos que en medio de tanta oscuridad todavía hay un reflejo de luz que nos da esperanza para continuar el camino, y para mantener la aspiración de ayudar a muchos más, tanto en el presente que hoy nos ocupa, como en el futuro que está por venir… pues estoy completamente seguro de que lo mejor está por venir.
* Testimonio recogido por Es posible la Esperanza en apoyo del obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, que mantiene un servicio de acompañamiento a personas con Proyección hacia personas del Mismo Sexo (PMS).