Apoyo a Reig Pla / «Soy yo quien ha elegido no vivir una vida gay»

    "Yo no he ido a terapia, no me han enseñado a reprimir nada. Yo iba ser acompañado para poder ir sanando mis heridas". "Gracias en parte a los ataques de los medios, hemos descubierto que no tenemos que aceptar la ideología que nos vende el mundo".

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    Un hombre se quita la máscara LGTBI / Actuall
    Un hombre se quita la máscara LGTBI / Actuall

    Soy un chico que vive en una ciudad del centro de España y conozco a B. desde hace 5 años.

    Un amigo me enseñó una noticia en la que acusaban al Obispado de Alcalá de hacer pseudo terapias para reprimir la homosexualidad. Ayer me enteré de que llevo 5 años haciendo una pseudo terapia que está intentando reprimir algo supuestamente innato en mí. Ayer descubrí que una de las personas que más me ha ayudado en mi vida (de forma totalmente gratuita), al parecer es una homófoba que engaña a la gente como yo.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Al leer la noticia me he dado cuenta de que debía compartir mi historia por amor a la Verdad.

    Cuando tenía 18 años yo era un chico normal, con mi grupo de amigos, mis dudas sobre mi futuro y mis peleas con mis padres, a los que procuraba no hacer caso en nada. Vivía como podía mi sexualidad. Igual que muchos chicos de mi edad hacía años que recurría a la masturbación y la pornografía con mucha frecuencia, entre los compañeros era algo normal. Pronto se convirtió en un hábito muy arraigado, una adicción. Además, en mi caso en vez de ver pornografía heterosexual, lo que yo buscaba era gay. Y así surgieron las preguntas: ¿Eso me convertía en gay? ¿Qué era ser gay? Después comencé a fijarme en mis compañeros de clase, y poco a poco en más y más chicos.

    Yo en ese momento tenía muchas dudas, por lo que buscaba información de todo tipo en internet sobre el tema de la sexualidad. A la vez, en mi entorno familiar más cercano tenía ejemplos de hombres que llevaban una vida gay. En mi colegio un amigo ‘salió del armario’. Y yo viéndolos, y viendo las consecuencias de su nueva vida, los cambios que habían dado, sabía que eso no era para mí. No tenía miedo a ser gay, ni a mis padres ni a nadie, sabía que la gente de mi entorno no les iba a gustar la decisión, pero tampoco me iban a odiar o rechazar por ello. Por el momento no quise agobiarme, nadie lo sospechaba y yo estaba a tranquilo. Quizá esperaba que se pasase con el tiempo.

    «He vivido un proceso de crecimiento personal impresionante, como no podía imaginarme»

    Al poco, la adicción a la pornografía, los problemas con otros chicos y las inseguridades empezaron a hacerme ver que tenía que reaccionar, ya no era suficiente con dejarlo estar. Tenía que tomar una decisión.

    Por eso, pedí ayuda. La primera vez que hablé con B. fue un momento de gran esperanza e ilusión. Cinco años después lo recuerdo como una de las mejores decisiones de mi vida. Ha sido un tiempo de intenso trabajo, de momentos duros, en los que he crecido y madurado muchísimo como hombre y como persona. He aprendido a amar, a salir de mi narcisismo y egocentrismo, a relacionarme de verdad con otros chicos, a perdonar a la gente que me había hecho daño.

    Me di cuenta de que llevaba una coraza puesta, que bloqueaba mi sensibilidad y mis afectos para no sufrir, para no ser herido por otros. No me arriesgaba y de esa forma tampoco podía relacionarme de forma plena. Esa coraza era mi condena, me impedía ser feliz.

    «Siempre he sido consciente de que nadie me estaba obligando a nada, nadie me estaba intentando engañar, he sido y soy totalmente libre»

    He vivido un proceso de crecimiento personal impresionante, como no podía imaginarme. En el que he integrado y asumido toda mi forma de ser y de pensar en mi masculinidad. No he renunciado a nada. He aprendido a encauzar mi sensibilidad en mi masculinidad. Con la ayuda de B. he aprendido a amar de verdad, a hombres y mujeres. Todo este camino no es una huida, no es algo cobarde, es necesario mucho valor para afrontar los fantasmas del pasado, para abrir heridas olvidadas.

    Durante todo este tiempo siempre he sido consciente de que nadie me estaba obligando a nada, nadie me estaba intentando engañar, he sido y soy totalmente libre. Soy yo quien ha elegido no vivir una vida gay, y lo he hecho buscando mi propia felicidad.

    En estos años he visto a otros chicos que se han rendido, y al cabo de un tiempo han regresado, nadie les ha reprochado nada, nadie les ha dejado de lado, les hemos vuelto a acoger como hermanos.

    Curiosamente si he encontrado algo de exigencia en estos años ha sido al hablar con ellos, con los que han quedado defraudados y con dolorosas cicatrices por la vida gay, su valiente testimonio siempre ha sido una llamada de atención en mi vida.

    «Yo no he ido a terapia, no me han enseñado a reprimir nada. Yo iba ser acompañado para poder ir sanando mis heridas»

    Yo no he reprimido mi PMS, de hecho, sigue ahí en algunos momentos, recordándome el gran regalo que he recibido, totalmente gratis y de forma desinteresada. No la reprimo porque eso sería una locura imposible, cualquiera que haya sentido PMS lo sabe. Una de las primeras cosas que recuerdo de la primera vez que vi a B. y que se ha repetido constantemente en todos estos años, es que este camino no es para sanar la PMS, que me olvidara de la PMS. Yo no he ido a terapia, no me han enseñado a reprimir nada. Yo iba ser acompañado para poder ir sanando mis heridas, los miedos, las inseguridades, las adicciones, a madurar la relación con mi padre, con mi familia, a aprender a tener amistas verdaderas.

    Y probablemente la PMS se desharía como un azucarillo después de todo esto, o quizá no. En cualquier caso, ese no podía ser el objetivo ni la finalidad, no valdría la pena. El objetivo era convertirme en una persona madura, con o sin PMS, aprender a amar y ser amado. Hoy 5 años después doy testimonio de que así ha sido.

    Con B. no he hecho terapia, ella solo me ha orientado en el camino para fortalecer mi masculinidad. Yo nací varón y masculino, es algo que está en mi ADN, pero tenía que aprender a no reprimir mi masculinidad. B. me ayudó a descubrir que lo que envidiaba en otros hombres, realmente no tenía que buscarlo fuera de mí. Con ella no hablo de terapias ni de métodos, hablo de Amor, de mi capacidad de amar a los otros, a mis padres y a mis amigos.

    «Gracias a las supuestas declaraciones homófobas de D. Juan Antonio mucha gente ha encontrado en la Iglesia el hospital de campaña al que nos llama el papa Francisco»

    Y 5 años después puedo afirmar que vivo feliz y sin traumas, sin ansiedad, ni depresiones, sin intentos de suicidio, como supuestamente era previsible según todos los expertos. Solo tengo gratitud hacia la Iglesia. Una gratitud que comparto con todas las personas que acuden a los COF de todas las diócesis de España, que comparto con todas las personas que han pedido ayuda a B. que son muchas. ¿Cuántos matrimonios le deben tanto a B.? ¿Cuánta gente que no tiene nada que ver con la PMS?

    Termino con un mensaje a todos los obispos de España por los que rezo. Les animo a defender la Verdad hasta el martirio. Gracias a las supuestas declaraciones homófobas de D. Juan Antonio mucha gente ha encontrado en la Iglesia el hospital de campaña al que nos llama el papa Francisco. Gracias a su fidelidad a su vocación de pastor y por medio de los ataques muchos nos hemos atrevido a pedir ayuda a la Iglesia, o a volver a ella. Gente de toda España, de todas las diócesis acuden a Alcalá. Qué bonito sería que todos los sacerdotes supiesen ayudar al chico que les cuenta asustado que le atraen lo hombres. ¿Cuántos de nosotros hemos recibido malos consejos en la Iglesia?

    Pero ahora, y gracias en parte a los ataques de los medios, hemos descubierto que no tenemos que aceptar la ideología que nos vende el mundo, que la Iglesia no es cobarde ni tiene miedo si se trata de defender la Verdad o de ayudar a los necesitados sean del tipo que sean. Porque la Iglesia no es homófoba, porque defender que todos los hombres estamos llamados al amor y a la castidad no es homofobia, y porque ayudar a una persona tan herida que es incapaz de amar es caridad.

    Gracias a todo el itinerario que he realizado en la Iglesia puedo decir que doy gracias a Dios por mi vida, por mi familia, por mis heridas, por don Juan Antonio, por B. y por los sacerdotes que me han acompañado en todos estos años. Probablemente mi mentalidad sería completamente diferente si no hubiera encontrado en la Iglesia la salvación de mi vida. Gracias a todo esto he crecido en mi vida espiritual muchísimo, he crecido en amistad con Dios. El itinerario no se puede hacer sin la Gracia del Espíritu Santo, no se puede sanar ninguna herida sin la ayuda de Dios. Pero cuando yo empecé todo esto solo tenía rencor hacia Él. Sin la Eucaristía, sin la oración y sin el rosario no estaría donde estoy.
    Sé de quién me he fiado. AMDG.

    * Testimonio recogido por Es posible la Esperanza en apoyo del obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, que mantiene un servicio de acompañamiento a personas con Proyección hacia personas del Mismo Sexo (PMS).

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