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Brasil / Una estrella del voleibol se rebela frente a la injusta competencia de un jugador trans

La ex jugadora Ana Henkel y el jugador transexual Tiffany.

La ex jugadora Ana Henkel y el jugador transexual Tiffany.

Ana Paula Henkel, 45 años, ex jugadora brasileña de voleibol, tiene un brillante palmarés, que incluye varias medallas de oro en los Grand Prix de Shangai y Hong Kong y una de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta (1996).

Su queja contra Tiffany (nacido Rodrigo de Abreu) está sólidamente fundamentada por el agravio comparativo que representa actuar en competiciones femeninas, teniendo constitución física y estructura ósea de hombre que, al fin y al cabo, es lo que es.

Advierte Henkel que su refutación contra Tiffany no tiene nada que ver con tolerancia o no tolerancia sino con el sentido común. Que ella no está en contra de los trans, o de los lgtb sino de que se politice el deporte «en nombre de una agenda ideológica que humilla y pone a la mujer en inferioridad de condiciones».

Desmonta el argumento de que los varones convertidos en mujeres pasan por tratamientos hormonales para reducir sus niveles de testosterona hasta el mismo nivel que es exigido a las atletas nacidas mujer.

Y lo hace recordando que mujeres como ella misma se han pasado su vida deportiva sometidas a incontables chequeos de testosterona, dentro y fuera del período de competiciones. A la menor señal de testosterona detectada fuera de los niveles permitidos, eran suspendidas.

El Comité Olímpico Internacional y la Federación Internacional de Voleibol la vigilaron constantemente para que «la fuerza, musculatura, estructura ósea y condición cardiovascular no fueran construidos injustamente con hormonas masculinas a lo largo de años».

La Agencia AntiDopaje tenía controlada a Henkel para someterla a exámenes por sorpresa para ver si superaba el nivel de testosterona

La Agencia Mundial de Antidopaje la tenía bajo control, lo cual suponía –entre otras cosas- «informar al órgano donde me encontraba cada uno de los 365 días del año para que, eventualmente, pudieran aplicarme un control por sorpresa».

«¿Cuántas veces –recuerda Ana Paula Henkel- fuimos despertadas a las cinco y media de la madrugada para recoger material para exámenes sin previo aviso?».

Y eso durante toda su vida deportiva… sin embargo Tiffany, que fue Rodrigo la mayor parte de su vida, tiene 33 años y sólo se hormona desde hace dos.

Eso quiere decir que sólo desde hace dos tiene niveles de testosterona compatibles con el voleibol femenino; en buena parte de los otros 31, cuando jugó en las ligas profesionales como Rodrigo, construyó un cuerpo de un metro y noventa cuatro centímetros con músculos completamente masculinos.

Y señala Henkel: «¿Es justo que ahora participe en competiciones con quien es mujer desde que nació y tiene huesos, músculos, ligamentos y capacidad aeróbica tipicamente femeninos?».

Y cita a la endocrinóloga californiana, doctora Ramona Krutzik, que sostiene que un año de terapia hormonal no es suficiente para revertir los efectos de la pubertad masculina en una atleta transexual.

Rodrigo Abreu (antes del cambio de sexo) y Tiffany (tras el cambio de sexo).

«Para revertir cualquier aspecto físico masculino en el cuerpo, además de la cirugía de sexo, son necesarios por lo menos quince años sin testosterona para comenzar a percibir algunos cambios óseos y musculares», subraya.

Lo mismo sostiene otra doctora, Joanna Harper: cree que la reducción de testosterona durante un año en un cuerpo masculino no es suficiente para permitir la participación de transexuales en diversas modalidades en las que la fuerza física es determinante.

Y el caso de la doctora Harper no es precisamente sospechoso… porque nació varón: es mujer transexual desde 2004.

El propio Comité Olímpico Internacional excluye de competiciones femeninas a mujeres con niveles de testosterona más altos que los permitidos.

Es el caso de la velocista india Dutee Chand que fue acusada de «no ser mujer». Chand tenía un disturbio conocido como hiperandrogenismo y, por eso, fue rechazada como atleta olímpica en 2015.  El COI alegó que no había pasado en la prueba de género, por lo que estaba fuera de competición en las Olimpiadas de Rio de Janeiro.

¿Qué pasaría si LeBron James llevara sus músculos y sus 2 metros de altura al campeonato de basket femenino después de dos años de tratamiento hormonal?”

Se pregunta Ana Paula Henkel: «¿Qué pasaría si LeBron James, una leyenda viva de la NBA, decidiera llevar su técnica, sus músculos y sus dos metros y tres centímetros de altura para el campeonato de básket femenino después de dos años de tratamiento hormonal?”

El actual jugador de los Cleveland Cavaliers, Lebron James. / Photo by Maddie Meyer / Getty Images.

Teme la ex jugadora de voleibol que el caso de Tiffany sienta un precedente:  «¿En cuánto tiempo tendremos una selección femenina compuesta basicamente por transexuales? ¿Cuántas Fernandas, Sheilas y Anas no tendrán la menor oportunidad en la selección adulta después de haber pasado -limpas- por todas las categorías de base?».

Henkel se rebela frente a esta forma de discriminación: incluir atletas trans en el deporte femenino significa la exclusión de mujeres.

Y concluye: «Exaltar hombres que se identifican como mujeres en papeles y campos femeninos puede ser la forma suprema de misoginia»

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