Cruda realidad / Una España de vientres secos

    La demografía no es una noticia importante; la demografía es la noticia. Un pueblo que no se reproduce es un pueblo se resigna a desaparecer de las páginas de la historia. Y esos somos nosotros, señor Rajoy, señor Iglesias, señor Rivera…

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    En España muere más gente de la que nace /Fuente:infonoticiasgandia.com

    España agoniza. Suena dramático, pero es un frío diagnóstico. Por primera vez desde 1941, mueren más españoles de los que nacen. En 2015 nacieron en España 100.000 ninos menos que en 2008, año en el que nacieron 519.779 ninos (el máximo en 30 años). Así, en ocho años, los nacimientos se han reducido en un 19,4% pues el año pasado hubo 419.109 ninos más.

    La demografía es destino. Si hoy nacen 100 ninos, en 25 años habrá 100 jovenes de 25 años, salvo muertes o inmigración. Son habas contadas, es lo que hay. Y si nacen menos de los que mueren es que nuestra civilización está condenada.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Adivinen quién va a tener la voz cantante en nuestra sociedad de aquí a unos pocos años

    La historia es un juego en el que, para ganar, el requisito mínimo es presentarse, y España parece tener cada vez menos ganas de presentarse al futuro. Mientras, en nuestro mismo suelo, gentes venidas de fuera con una cultura radicalmente distinta y hostil, personas que reducen al mínimo su contacto con la cultura huésped y a las que ni siquiera se anima a asimilarse a ella, mantiene unas tasas de fertilidad mucho más saludables, cercanas a los cuatro hijos por mujer. Adivinen quién va a tener la voz cantante en nuestra sociedad de aquí a unos pocos años.

    Ahora, la demografía no es una noticia importante; la demografía es La noticia. Nada de lo que ha sucedido en los últimos años lo es tanto como esta pérdida de poblacion -de poblacion joven, además- a una extinción de la que se salvó en dos guerras terribles y de una espantosa mortandad. Un pueblo que no se reproduce es un pueblo que ha perdido la voluntad de subsistir, que se ha rendido y se resigna a desaparecer de las páginas de la historia.

    La demografía es, literalmente, ser o no ser. Y elegimos no ser. Ningún otro asunto es para nuestro inmediato futuro más importante y, de hecho, si sacamos la lista de los problemas más graves con que se enfrenta nuestra sociedad, veremos que todos ellos son consecuencia o causa de este genocidio incruento.

    • ¿El temor a la quiebra de las pensiones? Porque habrá demasiados viejos por cada joven trabajador.
    • ¿La inmigración masiva que amenaza con diluir nuestra identidad y arramplar con nuestros valores? Los jovenes que tuvimos que importar en sustitución de los que nos negamos a tener.
    • ¿El terrorismo yihadista? Una cultura que estalla en una verdadera bomba demográfica y nos ve débiles y envejecidos.
    La musulmanas siguen creando grandes familias / Wikimedia
    La musulmanas siguen creando grandes familias / Wikimedia

    Si los grandes medios fueran lo que pretenden ser, portavoces de los sucesos más relevantes, las cunas vacías de España serían portada, titular a toda página y en grandes caracteres, pero no lo será. Seguiremos creyendo que la última boutade electoralista del político de turno es más importante.

    Si los políticos fueran lo que pretenden ser, representantes del pueblo atento a sus necesidades más vitales y urgentes -ya sea por España o por «la gente»-, las medidas para promover la natalidad serían la prioridad, por delante de cualesquiera otras, y no lo es. Aún más: seguirán abanderando los mismas políticas de destrucción de la familia y, por tanto, inhibidoras de la fertilidad, que nos han traído a este punto sin retorno.

    Seguirán promoviendo un feminismo concebido como guerra entre los sexos que convierte al hombre y la mujer, los más estrechos aliados de la naturaleza, en rivales y casi enemigos. Seguirán azuzándonos a las mujeres para que antepongamos nuestra carrera profesional -estúpidamente mitificada, como si el empleo medio fuera el de alta ejecutiva o actriz de éxito en lugar de reponedora en el hiper- sobre la maternidad, ridiculizada y denostada desde todas las instancias cuasioficiales.

    Seguirán facilitando la disolución de las parejas, facilitando el divorcio, creando desde la cultura popular el modelo feliz de un Peter Pan que nunca se ‘ata’ ni se compromete, ‘Sexo en Nueva York’.

    Imagen de la serie 'Sexo en Nueva York'
    Imagen de la serie ‘Sexo en Nueva York’

    Seguirán repartiendo condones y empujando a las ninas al sexo temprano -¿16 años y sigues virgen? ¿tú qué eres, una monja?- y a muchas de ellas a un embarazo adolescente para en seguida ponerles en bandeja un aborto del que sus padres no tienen ni que enterarse.

    Seguirán promoviendo la ‘exploración’ de ‘orientaciones sexuales no convencionales’ en los más jovenes, a edades en las que ni los ninos piensan demasiado en las ninas -al menos, no para bien-, ni las ninas en los ninos; en esas edades impresionables en las que el infante quiere, sobre todo, agradar al adulto e integrarse.

    Seguirán hablando blandamente de ‘conciliación de la vida familiar’ con un montón de medidas teóricas, mientras en la vida real todos y todas sabemos que, con un paro que afecta a la mitad -la MITAD- de los jovenes, no darlo todo por la empresa es ser implacablemente sustituido.

    Se seguirá fijando en sus mentes un modelo de vida en el que los ninos son un coste inasumible, una intolerable atadura

    Se seguirá estimulando el crecimiento económico a toda costa, verdadero dios de nuestras vidas, animando la demanda, es decir, empujando a la gente a que compre compulsivamente y fijando en sus mentes un modelo de vida en el que los ninos -con o sin ‘cheque bebé’- son un coste inasumible, una intolerable atadura que consume una proporción atroz de nuestra atención, nuestro tiempo y nuestras energías.

    Seguirá sin limitarse la inmigración para que las empresas tengan que contratar jovenes españoles y competir por ellos subiendo el nivel de los salarios algo por encima de unos niveles, los actuales, que retrasan la formación de las familias hasta los treinta y muchos, cuando a la mujer ya no le queda demasiado periodo fértil.

    Seguirán avanzando con el laicismo agresivo, que en todas partes, absolutamente todas, hace caer la natalidad, ya que cuando dejamos de pensar en la transcendencia tendemos a centrarnos en un ‘carpe diem’ en el que los ninos, como cualquier cosa que limite, están de más.

    Seguirán, en suma, favoreciendo de todas las maneras una cultura de la esterilidad y la muerte que hará inevitable, y antes de los que muchos piensan, en fin de nuestra civilización.

    Pero no dejen que mis palabras les depriman y distraigan de sus obsesiones favoritas. Cierren esta página, enciendan la televisión, y escuchen a su político favorito prometiendo unicornios de colores.

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