Cuando hace 10 años, en 2007, solicité desesperada asesoramiento para solventar mi situación de desamparo ante la falta de tratamiento por aquel entonces para mi diagnóstico médico de Incongruencia de Género (CIE-11 Beta 2017 OMS) a la Asociación Española de Transexuales, AET-Transexualia, una asociación subvencionada por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo, se me fue negado de forma rotunda por simplemente presentar un informe médico que acreditaba dicho diagnóstico.
Descorazonada, y sin ayuda de ninguno de todos esos colectivos LGTB que por entonces creía que luchaban por mis derechos y se suponía que en ellos podría encontrar alguna forma de amparo, tuve que lidiar yo sola de tribunal en tribunal durante años hasta que finalmente el Tribunal Supremo autorizó por primera vez en España mi tratamiento médico según los protocolos sanitarios internacionales establecidos para el mismo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraFue una lucha que tuve que afrontar yo sola, sin recursos y con abogada de oficio
Fue una lucha que tuve que afrontar yo sola, sin recursos y con abogada de oficio, y cuidando dia y noche de mi madre que padecía una enfermedad terminal y sólo me tenía a mí.
Desde el año 2012 fui noticia reiteradamente en la prensa nacional por la agonía de mi lucha judicial, siempre censurada y ocultada sistemáticamente por los colectivos LGTB, por eso ahora muchos de sus miembros se sorprenden de mi reciente apoyo a la campaña de HazteOír.org contra el adoctrinamiento sexual en las aulas.
Porque de tanto silenciarme, la mayoría no conocían nada acerca de mi historia ni mi lucha, cuando en realidad llevo desde hace más de una década diciendo lo mismo sobre la disforia de género como activista digital, sólo que ahora al haber tenido más repercusión mediática no me han podido silenciar.
Por eso el Día de la visibilización LGTB en realidad lo que hacen es invisibilizar a personas como yo y el sufrimiento que padecemos; nuestra problemática médica, social y familiar, ese pequeño porcentaje de ninos y ninas que sufren el síndrome médico de Harry Benjamin, una patología reconocida por la Organización Mundial de la Salud como Incongruencia de Género (CIE-11 Beta 2017).
La Organización de la Salud lo describe como un trastorno relacionado con el desarrollo sexual que reviste suma gravedad como ya describió el Dr. Harry Benjamin hace más de medio siglo y él mismo definió como un síndrome de intersexualidad congénita, la misma definición que acordó el Tribunal Supremo en mi caso por la que se me tuvo que tratar.
Invisibilizar una patología con subvenciones públicas conlleva graves consecuencias para el tratamiento digno de la misma, frivoliza y minimiza el padecimiento de estos pacientes, tergiversando malintencionadamente la realidad que padecen, haciéndolo ver como que es una cuestión de «elección de la personalidad» cuando eso no es cierto, y lo saben.
Al igual que nadie elige sufrir un cáncer nadie puede elegir padecer un trastorno de esta gravedad, está totalmente fuera de control de quien lo padece y no tiene absolutamente nada que ver con su identidad, por eso ni yo ni muchos otros pacientes nos consideramos «transexuales» porque nosotros no somos la patología: somos personas, hombres o mujeres, punto.
Pero lo más grave de esta fiesta LGTB de la invisibilidad enmascarada en «diversidad» es que no sólo se está negando una patología real con fondos públicos, retrocediendo así en su conocimiento y adecuado tratamiento médico, social y familiar; sino la falsa propaganda que se promueve de la misma como si esto fuese un estilo de vida deseable, alentado por los poderes públicos mediante leyes autonómicas desde la escuela primaria, con el objetivo de reprogramar una generación entera de ninos en ideología de género, para que no nos extrañe puedan llegar a desarrollar toda la sintomatología de la disforia de género e inculcarles prácticas homosexualistas porque eso es «lo normal» lo que está «de moda» y por tanto «lo que hay que probar».
No puedo negar que la visibilización de lo que la sociedad entiende como transexualidad fuese algo necesario en los años 80 en España
No puedo negar que la visibilización de lo que la sociedad entiende como transexualidad fuese algo necesario en los años 80 en España, cuando a estos adolescentes se los echaba de casa y la única forma de subsistencia para la mayoría de ellos eran las calles.
Pero treinta años después, esta ya no es la realidad social que afortunadamente viven estos pacientes en nuestro país y no se puede usar como argumento lo que ya no existe; esto se ha llevado a un extremo en que la visibilización se ha convertido en una invisibilización selectiva de los colectivos precisamente más vulnerables y minoritarios, con todas las espantosas consecuencias humanas que esto provoca, vuelvo a repetir, tanto a los poquísimos menores con disforia de género cuidadosamente diagnosticados por un especialista que hay, como a todos los demás menores esapañoles en general.
Finalmente, quiero agradecer a HazteOír.org por la tan necesaria campaña de sensibilización que están llevando a cabo contra el adoctrinamiento forzoso en ideología de género a ninos y ninas españoles que se está imponiendo por diversos partidos políticos de este país.
No hay nada contra los ninos en el mensaje de esta campaña. Al contrario, lo que se denuncia abiertamente es lo que está sucediendo, de lo que los ninos no tienen ningún control, y a los que se les debería dejar en paz. Ojalá existiesen más asociaciones así de íntegras y valientes en una época en la que el ‘establishment’ socio-político está cayendo como las moscas en todos los países, lo vemos suceder todos los días por todo el mundo.