El tramposo juego ideológico de lo políticamente correcto

    México acaba de eliminar las palabras padre y madre en la inscripción de los hijos tras la equiparación del matrimonio a las uniones homosexuales. Un paso más en el juego de lo políticamente correcto, que explica el profesor canadiense Jordan Peterson.

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    Padre y madre ahora son progenitor A y progenitor B
    Padre y madre ahora son progenitor A y progenitor B / AMB

    Estoy convencido de que muchos de nuestros lectores recuerdan cómo en el mes de marzo de 2006 el Boletín Oficial del Estado convirtió a los padres y madres de España en ese engendro administrativo que es ser «progenitor A» o «progenitor B».

    El Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero justificó el cambio debido a la aprobación en julio de 2005 de la ley que equiparó el matrimonio a las uniones formadas por personas del mismo sexo.

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    Ahora le ha llegado el turno a México, que acaba de omitir de forma oficial las palabras ‘padre’ y ‘madre’ del Registro Civil por un aséptico «datos de filiación de la personas registrada».

    También se han eliminado las referencias a los abuelos paternos y maternos en las actas de registro. La presidenta del Congreso mexicano, Blanca Gámez ha explicado España, que el cambio responde a las mismas motivaciones que en el caso español.

    Todo este juego de palabras, también ha sucedido en otros ámbitos, como en la Universidad de Oxford, que ha impuesto la obligación de dirigirse a las personas según la identificación sexual que manifiesten con independencia de lo que la naturaleza decretó desde la fusión de los gametos.

    Al mismo problema con la imposición lingüística se enfrenta el profesor de Psicología en la Universidad de Toronto (Canadá), Jordan Peterson, a quien han amenazado en reiteradas ocasiones por negarse a utilizar el pronombre «ellos» para dirigirse a personas individuales que se sienten ‘encasillados’ por los pronombres «él» o «ella».

    «Quien quiere seguir el juego ideológico de lo políticamente correcto, empatiza automáticamente y de forma acrítica con las llamadas víctimas»

    El profesor Peterson ha descrito a raíz de su propia experiencia el juego ideológico de lo políticamente correcto del que él es víctima y que se desarrolla en siete pasos:

    1. Se elige un área de actividad o conocimiento humano.

    2. Se identifica quién está haciendo un desempeño correcto o incorrecto en ese campo.

    3. Se definen las categorías de víctimas y verdugos. Los primeros, sugiere Peterson, suelen ser los que está realmente haciendo mal las cosas y sus verdugos, al contrario.

    4. Quien quiere seguir el juego ideológico de lo políticamente correcto, empatiza automáticamente y de forma acrítica con las llamadas «víctimas».

    5. Consecuentemente, desarrolla una lista de «enemigos» fácil de recordar para usarla en cualquier momento. Un ejemplo claro es «el patriarcado», el ogro posmoderno del feminismo.

    6. Aunque ni la identificación con las víctimas ni elaborar la lista de enemigos haya supuesto un mínimo esfuerzo intelectual, sentirse satisfecho por haber subido al tren de lo políticamente correcto.

    7. Repetir el proceso eternamente.

    De esta manera se quiere hacer realidad el mundo feliz de Aldous Huxley, que sólo se puede alcanzar mediante la manipulación social, el constreñimiento del ejercicio intelectual y la limitación del lenguaje.

    Este último mecanismo es fundamental y no son pocas las expresiones que han ido configurando nuestro marco conceptual, como interrupción voluntaria del embarazo por aborto o matrimonio igualitario por equiparación del matrimonio a uniones de personas del mismo sexo.

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".