Esperanza frente a la incomparecencia cultural

    La ausencia se remedia con la presencia. La crisis social, con el fortalecimiento de la familia. El relativismo, con la consistencia intelectual y espiritual. El silencio, con la voz. La mentira, con la verdad. El error, con el acierto. El egoísmo, con generosidad. 

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    Imagen referencial /Foter.com
    Imagen referencial /Foter.com

    Esta semana se ha presentado en Madrid el libro ‘La familia, corazón de la ecología humana‘ (Ed. Digital Reasons) escrito por Lola Velarde. Ante el público que abarrotaba la sala, Jaime Mayor Oreja, presidente de la Fundación Valores y Sociedad y político de larga trayectoria en España y Europa, expuso algunas de las razones por las que este libro es más necesario que nunca.

    El exministro señaló que España está padeciendo la peor fórmula política posible, la de un «Frente Popular populista nacionalista», y Europa se muere por «infidelidad a sí misma». Son dos diagnósticos que, a su juicio, confirman que «la socialización de la nada no nos lleva más que a la crisis». Dicho de otra manera, existe una crisis de valores en lo más profundo del alma de Europa.

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    En ocasiones, proseguía el estadista, «somos incapaces de entender la causa de lo que sucede» y nos ocurre porque «nos quedamos siempre en la superficie«. En este sentido, el libro de Lola Velarde, «es una explicación profunda de lo que nos sucede de verdad» y, añado yo, una herramienta imprescindible para solventar la incomparecencia cultural -también denunciada por Jaime Mayor- de quienes defendemos aquello que es connatural al hombre.

    «Lola Velarde no rehúye de sus convicciones, pero quiere entablar un diálogo sincero y respetuoso con quien es partidario de la ideología de género que es, al fin y al cabo, el mayor enemigo de la familia»

    ¿Y dónde es más natural el hombre que en la familia? ¿Dónde somos más libres, más comprensivos, más solidarios, más generosos? Es ahí donde se dan las mejores condiciones para el desarrollo integral del ser humano, donde es acogido, respetado, perdonado, acompañado, celebrado de una forma más completa a pesar de las dificultades, y los errores.

    Esta hipótesis de trabajo es certificada por Lola Velarde en su libro. Un volumen asequible al gran público, que no rehúye ningún asunto relacionado con la familia por espinoso que sea, basado en un profundo trabajo de documentación (más de 200 referencias) y expuesto con la maestría de quien no rehúye de sus convicciones, pero quiere entablar un diálogo sincero y respetuoso con quien es partidario de la ideología de género que es, al fin y al cabo, el mayor enemigo de la familia, tal y como se demuestra en el libro.

    El exministro expuso al inicio de su intervención que, desde su experiencia, le resulta difícil «encontrar una persona tan ejemplar como Lola Velarde»

    Seguro que el agudo lector ha encontrado en estos tiempos de zozobra de la verdad ejemplos clarificadores que quedan en evidencia ante este esfuerzo sincero y profesional, que no busca la vanagloria personal sino el servicio al bien común de la sociedad.

    Porque, merece la pena destactarlo como hiciera Mayor Oreja en la presentación, Lola Velarde ha trasladado a este libro la ejemplaridad de su vida cotidiana. No en vano el exministro expuso al inicio de su intervención que, desde su experiencia, le resulta difícil «encontrar una persona tan ejemplar como Lola Velarde». «Abnegación, generosidad, trabajo. Sin pedir nunca nada a cambio», subrayó. 

    Volviendo a la incomparecencia cultural, cabe señalar que lo mejor de este problema es que tiene solución. Sólo hace falta que, como recordaba Mayor, algunos tomen conciencia de que les corresponde «el papel de minoría creativa que cree, que queire creer, que tiene esperanza por encima de toda nostalgia y utopía».

    La ausencia se remedia con la presencia. La crisis social, con el fortalecimiento de la familia. El relativismo, con la consistencia intelectual y espiritual. El silencio, con la voz. La mentira, con la verdad. El error, con el acierto. El egoísmo, con generosidad.

    A todo ello contribuye Lola Velarde en ‘La familia, corazón de la ecología humana’.

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".