Gaudete y exultate, ¿dijo algo el Papa?

    ¿Es posible cambiar el mundo? Sí, responde el Papa. Basta la audacia que nace de la Esperanza de quien se sabe amado por el mismo Dios.

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    'Gaudete y Exultate' es el titulo de la exhortación apostólica redactada publicada en abril de 2018 por el Papa Francisco.
    'Gaudete y Exultate' es el titulo de la exhortación apostólica redactada publicada en abril de 2018 por el Papa Francisco.

    Hay quien leyendo en diagonal la “Gaudete et exultate” del Papa Francisco sobre la santidad se acuerda del chiste:

    – ¿De qué ha hablado el cura?
    – Del pecado.
    – ¿Y qué ha dicho?
    – Que no es partidario.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    En realidad no hay novedad periodística en la encíclica del Papa. Salvo que no veamos la novedad del Evangelio. ¿Un texto de hace 2000 años nuevo? Sí. Porque para muchos es nuevo saber que “antes de ser formado en el vientre, Dios ya te amaba”. Por eso el Papa nos invita a repasar nuestra historia para reconocer en ella la mano de la Misericordia. Todo es regalo. Nuestra sola existencia es regalo. ¿Quién se la merece? Nuestras capacidades humanas son regalo. ¿Quién se hizo a sí mismo? Nos hicieron nuestros padres, nuestro colegio, nuestros amigos… Las circunstancias que Dios nos regaló en nuestro camino.

    Y nos hacemos nuevos al reconocernos amados por el Todopoderoso. No solo nuevos, sino fuertes, seguros, valientes y hasta inmortales. ¿Nosotros que somos egoístas, cobardes y delicados? ¡Correcto!

    «Esta es la llamada a la santidad. Para todos. No para los del pedestal. Sino para los abogados marrulleros y comilones como San Agustín»

    Lo mejor de todo es que no hay que hacer nada. No hay que aprender grandes teologías ni machacar la voluntad. Basta dejarse hacer por el Espíritu Santo. Basta dejarse sostener por Dios, que nos agarra desde lo alto. Basta dejar que Dios sea Dios. O sea, asumir que nosotros no somos Dios.

    Así de fácil y así de sencillo.

    “Es el Espíritu Santo el que nos invade con su potencia y nos libera del egoísmo, la comodidad y el orgullo”, afirma la carta apostólica.

    Esta es la llamada a la santidad. Para todos. No para los del pedestal. Sino para los abogados marrulleros y comilones como San Agustín.

    ¿Y después de tantos sacrificios valdrá la pena? El Papa nos invita a salir de nuestra “modorra” de una vida “mediocre, aguada y licuada” para lograr una vida plena, feliz. Y por supuesto, alegre, con la alegría de saberte amado y sostenido por quien siempre te amó y siempre te amará. “Dios te lo pide todo, pero te lo da todo”. Tanto como la vida eterna. La inmortalidad. ¡Casi nada!

    Por eso como padre espiritual nos anima a no tener miedo porque Dios tampoco tiene miedo. Es esta confianza en Dios la que nos hace luchar con “audacia”, dice la carta apostólica. Una audacia que nos empuja a cambiar las costumbres y a no negociar con la mediocridad o la injusticia. “En permanente insatisfacción”, añade. Porque nuestro corazón anhela la paz, la justicia, el orden y la belleza…

    ¿Y ese camino cómo se recorre? Ya está escrito. Ya hay un “protocolo”, dice Francisco. ¿Cuál? Las bienaventuranzas: “dar de comer al hambriento”. No se trata de escribir tratados sobre la Trinidad. Mucho menos sobre el Código Canónico. Se trata de amar al hermano y en él a Cristo sufriente. Y estas bienaventuranzas -y sólo estas- son las que definen a los hijos de Dios.

    ¿Quieres ser santo? Ama, es lo que viene a decir el Papa.

    Y no se trata de amar después de hacer oración, que es lo importante, lo excelso. No. Las bienaventuranzas son una forma de oración, de “adoración” al Cristo sufriente, dice Francisco. A Santa Teresa de Calcuta la caridad no le impidió la oración. Al contrario, la oración le llevaba a las bienaventuranzas. Sino, dice el Papa, algo falla en esa oración.

    Por eso el Papa censura la tentación gnóstica de pensar en un Dios inteligible, controlable, con el “Misterio domesticado”. Dice que es una especia de Dios sin Cristo, Cristo sin Iglesia e Iglesia sin pueblo.

    Pero también advierte contra la tentación pelagiana de “fieles con cierto estilo católico” que creen que son sus obras las que le salvan y no la pura gracia, el puro regalo de quien le creó por Amor.

    También alerta contra quienes encorsetan el Evangelio. “Son esclavos de un esquema que deja poco margen a la gracia”, dice. ¿Quiénes son? Los obsesos de la ley, de las conquistas sociales y políticas, quienes se vanaglorian de su gestión eficiente o los que “hacen ostentación en el cuidado de la liturgia”.

    Por eso advierte contra los que claman contra el aborto pero consideran que la lucha por la justicia social es “comunista o populista”. Dice el Papa que los hay preocupados por la bioética y desentendidos del drama de los inmigrantes…

    En definitiva, una sacudida a las conciencias para el que quiera leer al pastor con “mansedumbre”.

    Recomiendo leerla y disfrutarla. Como gancho, te paso un aperitivo:

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    Soy economista de profesión y periodista de vocación. Como decía José Ignacio Rivero, director del Diario de la Marina, decano de la prensa de Cuba (otros tiempos), "el periodismo es en lo externo una profesión y en lo interno un sacerdocio". Colaboro en diversos medios y soy editor de campañas de CitizenGO.