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A Juana Rivas le dejan sola sus aliados

Juana Rivas, en el banquillo de los acusados por la "sustracción" de sus hijos menores y huir de la justicia /EFE

Juana Rivas, en el banquillo de los acusados por la "sustracción" de sus hijos menores y huir de la justicia /EFE

Cuando la gente se indigna porque un violador, un asesino o un terrorista sale a la calle a los pocos años de haber sido condenado, los políticos replican, solemnes, que hay que cumplir y obedecer las sentencias judiciales, ya que de lo contrario viviríamos en la selva.

Sin embargo, cuando las sentencias no les gustan, los políticos se ponen al frente del linchamiento. Y ése es el verdadero peligro, porque los jueces forman una de las últimas líneas de defensa de la libertad de los ciudadanos frente al Estado y a los ‘lobbies’ que lo controlan. Está pasando con la sentencia de los violadores de la llamada Manada y pasó hace un año con el caso de Juana Rivas, la madre andaluza que se vino de Italia con sus dos hijos y se negó a entregarlos a su padre, tal como se lo mandó una juez.

Ahora se ha abierto la vista oral del juicio a Rivas por dos delitos de sustracción de menores, por los que la Fiscalía y la acusación particular le piden cinco años de prisión y su inhabilitación para ejercer la patria potestad durante ocho años.

Quienes empujaron a Rivas a desobedecer la orden de una juez y esconderse con sus hijos están de vacaciones

En el juzgado Juana Rivas ha entrado sola y sola se halla en el banquillo. Todos lo que la jalearon en 2017 o se han quedado en la puerta o han desaparecido. ¿Dónde están, por ejemplo, la asesora de igualdad del Ayuntamiento de Maracena y sus abogadas, que remitieron recursos y cartas al Tribunal Constitucional y la Presidencia del Gobierno? Una de estas asesoras llegó a dirigirse, como presidente del Tribunal Constitucional, a Manuel García-Pelayo, que dejó de serlo en 1986 y murió en 1991. Ni para consultar la Wikipedia ni la página web del Tribunal Constitucional servían.

Pero hay otros personajes que deberían acompañar a Rivas, porque la embobaron con sus palabras y sus tuits.

Susana Díaz, presidente de la Junta de Andalucía, prometió poner los servicios jurídicos públicos a disposición de Rivas: “Desde la Junta vamos a proporcionar asistencia jurídica a Juana Rivas para pedir la suspensión del régimen de visitas de sus hijos”.

La diputada y psicóloga Irene Montero tuiteó: “Contra todas las violencias machistas, porque nos queremos vivas y con vidas dignas. Valiente Juana #YoSoyJuana #JuanaEstáEnMiCasa”.

Mariano Rajoy, jurista y presidente de Gobierno, justificó el delito por ese penoso complejo de la ‘derechocha’ de quedar bien ante los gritones

La periodista Cristina Fallarás, frustrada consejera de RTVE, pidió tomar las calles: “Tenemos armas: manifestación, huelga, boicot y desobediencia civil Castigadas con multas ahora ¿Y? #JuanaEstaEnMiCasa no lo olvido esta noche”.

El más lamentable fue Mariano Rajoy, que en una rueda de prensa se comportó como el tertuliano de casino o de bar que siempre ajusta su opinión a la que se escucha por la radio: “A las personas conviene atenderlas, a las personas conviene comprenderlas y luego está todo lo demás”.

¡Un licenciado en Derecho que pone el sentimentalismo por delante de las leyes! Para que luego me hablen de la bondad del plan antiguo del bachillerato en el carácter y la mente de los estudiantes. Pero esta perogrullada en boca de un líder político que firma en el BOE pasa a ser un ataque a la Constitución.

Y no puedo olvidarme del venerable periodista Luis María Anson, que en su columna de El Mundo (¿pero alguien la lee?) escribió: “Para que no existan dudas, quiero decir públicamente a la jueza y a la Guardia Civil que Juana Rivas está en mi casa, tranquila y con sus hijos. Y, además, tras una muralla de libros”.

El destino de Juana Rivas es un aviso a quienes creen que van a salirse con la suya si consiguen el respaldo de diputados y tertulianos

Uno esperaría de personas con tantos años y ya con suficiente dinero como para no preocuparse por su pensión y por abonar el IBI de su ‘casoplón’ que tuvieran el valor de dar ejemplo o al menos de separarse de la masa. ¡Pero lo que se hace por ganarse una necrológica llena de alabanzas en los periódicos de izquierdas!

Ninguno de estos ha acompañado a Juana Rivas al juzgado. La usaron para subir unos puntos en la competición de la ‘solidaridá’. El más demagogo de ellos por el cargo que ocupaba, Mariano Rajoy, está, literalmente, en la playa.

El destino de Juana Rivas es una advertencia a los ciudadanos que creen que por ampararse bajo una de las causas políticamente correctas o por recibir el apoyo de un político o un tertuliano va a salirse con la suya.

La partitocracia quiere aterrorizar a los jueces para que dejen de aplicar las leyes y se limiten a obedecer sus deseos

Tengo que reconocer que el verano pasado me sorprendió que los jueces se mantuvieran firmes en sus decisiones sobre Rivas. Me temía que la campaña mediática, la implicación de la banda feminista en el asunto (justicia patriarcal, hombres maltratadores…) y la toma de partido de Rajoy y de otros poderosos doblegasen a los tribunales. Sin embargo, para mi alivio, no fue así.

En este asunto, como en el golpe separatista catalán, los partidos políticos piensan prácticamente lo mismo en distintos grados de intensidad. Por tanto, ¡ay del español que se oponga al pensamiento dominante! A Dios gracias, y al régimen constitucional, disponemos de la protección de los jueces. Por eso, tantos, en la izquierda y la derecha, quieren cargarse el régimen constitucional, para que su poder no tenga más límites que su voluntad.

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