Podemos estar o no de acuerdo en el término “mujeres invisibles”, nos puede gustar más o menos, pero creo todos lo entendemos. Y en lo que sí que estaremos probablemente de acuerdo es no son tenidas en cuenta a pesar de que dedican su vida a cuidar de los suyos -sus hijos, sus padres, sus familiares dependientes- convirtiéndose en argamasa de una sociedad sólida. Por ser justa, es verdad, también hay hombres que lo hacen, aunque son mayoría las mujeres.
El propio Parlamento Europeo, en un informe publicado en junio de 2015 reconoce que “la maternidad y el cuidado de los niños, los mayores, los familiares enfermos o con discapacidad y de otras personas dependientes representan una carga de trabajo adicional y, en ocasiones, a tiempo completo, que es asumida casi exclusivamente por las mujeres; que este trabajo raramente es remunerado y que la sociedad no lo valora adecuadamente, pese a que posee una enorme importancia social, contribuye al bienestar social y puede medirse con indicadores económicos como el PIB”.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAsí es: la labor que desarrollan no se considera relevante a ningún efecto. Se las considera como desempleadas (o sea, «en paro») y nada más lejos de la realidad. Quien conozca a alguien al cargo de una casa, con hijos o personas dependientes, sabe que está de todo menos «parado».
Las “mujeres invisibles” también se ponen enfermas aunque a veces parezca que son de hierro, también se hacen mayores, aunque parezcan incombustibles, y por supuesto, tienen hijos y necesitan recuperarse como las demás
Por eso es necesario que los poderes públicos elaboren un Registro de Personas con Dedicación Exclusiva a la Familia. Voy a dar tres motivos:
1.- Dar la categoría social de la que ahora carecen, de tal forma que serían consideradas como un grupo social con una dedicación concreta y constaría a todos los efectos. Tendrían un lugar, una visibilización, un reconocimiento.
2.- Cumplir con la recomendación del Parlamento Europeo sobre la creación de unas condiciones en el mercado laboral favorables para la conciliación de vida privada y vida profesional, que aboga por un sistema de «créditos por cuidados» que garantiza «que se puedan acumular derechos de pensión, a fin de proteger a quienes hayan dejado temporalmente el mercado laboral para dispensar de manera informal cuidados no remunerados a personas dependientes o miembros de la familia y que reconozcan el valor que representa el trabajo de estos cuidadores para la sociedad en su conjunto».
Porque las “mujeres invisibles” también se ponen enfermas aunque a veces parezca que son de hierro, también se hacen mayores, aunque parezcan incombustibles, y por supuesto, tienen hijos y necesitan recuperarse como las demás.
Por cierto, que esas mujeres tienen -según los datos- más hijos que las que trabajan fuera de casa y eso, en la situación que atraviesa España de invierno demográfico es un punto extra a su favor.
Y lo justo es que, aunque no hayan cotizado porque no han recibido un sueldo de nadie, sí se les de esa ayuda que necesitan y que responde a un reconocimiento por una labor social de primer orden realizada en la sombra cuyo impacto económico ronda el 55% del PIB.
3.- Ayudar en la difícil reincorporación al mundo laboral, si los ‘créditos por cuidados ‘ se tradujesen en rebajas fiscales para las empresas que contraten a quienes dispongan de ellos.
Siempre que hemos planteado esta propuesta a los partidos políticos con los que nos hemos entrevistado desde la Plataforma Women of the World (también cuando lo hemos hecho en el Instituto de la Mujer), ha sido acogida con naturalidad lógica, como algo de justicia que da respuesta a una necesidad social real, sencilla y alejada de posturas ideológicas.
Porque la dedicación exclusiva a la familia no es ‘no trabajar’ y merece premio por su aportación a la sociedad: en reconocimiento y en apoyo económico.