Es viernes, son las 8 de la tarde, voy en coche por la Diagonal. Tengo que recoger a mi mujer en su trabajo, hemos quedado para cenar. Bajando por Balmes veo mucha gente y muchos coches de la policía parados.
Recojo a mi mujer y nos desviamos un buen trecho para ver qué ocurre. Ahora recuerdo haber leído que Agustín Laje venía hoy a Barcelona.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEfectivamente, está sucediendo lo de siempre. Un grupo de personas libres quieren escuchar a un chaval que, a sus 29 años está dando conferencias por todo el mundo.
Y enfrente, otro grupo de personas no quiere que nadie pueda escuchar la conferencia. Es más, si pudieran, aislarían a Agustín Laje, y a todos los que piensan como él. Les aterran los hombres libres que no temen ser expulsados de la sociedad.
Y se preguntará el lector cuál es el delito de Agustín. Pues, el delito de Agustín es pensar diferente.
Toda esa ideología que intenta prescindir de la naturaleza y la biología, solo es posible si detrás tiene la fuerza de un estado
¿Pero qué es lo que piensa? ¿Por qué tanto odio hacia él y hacia los suyos? Pues porque dice que la naturaleza, que la biología, nos determina. Que el sexo no es un constructo social. Que uno no es lo que se siente, sino lo que es cuando nace. Que la subjetividad no cambia la realidad. Que da igual que uno se sienta alto, chino y hombre, si resulta que es bajo, negro y mujer. Y que toda esa ideología que intenta prescindir de la naturaleza y la biología, solo es posible si detrás tiene la fuerza de un estado. Pues es una corriente de pensamiento tan absurda, que solo con el poder del estado puede llegar a permear a la sociedad.
Pero la dictadura avanza decidida, dispuesta a eliminar a todos los hombres libres. Y solo se podrá dar la vuelta a eso, si los hombres libres están dispuestos a dar un paso al frente, a dar la cara y aceptar la posibilidad de ser eliminados, como ha hecho Agustín.