Actuall

María Jamardo: la ley LGTB que Cifuentes no debería haber sacado del armario

María Jamardo (izda) y Cristina Cifuentes (dcha)

“No se me ocurre una forma más contradictoria y mediocre (…) de inculcar a los ninos tolerancia (…) que atacar los derechos fundamentales de todos en favor de unos cuantos, además de un gasto innecesario”

Así se pronuncia sobre la Ley de Diversidad Sexual de Madrid la consultora y experta en comunicación, María Jamardo, en su columna del periódico digital OKDiario.

Jamardo es de las pocas voces independientes que ante el silencio mediático, de la comunidad educativa, y de un Parlamento donde nadie discrepa de la Ideología de Género,  ha puesto los puntos sobre las íes al señalar los errores jurídicos y constitucionales de la norma que privilegia al colectivo LGTB y que el Gobierno de Cristina Cifuentes trata de imponer en todos los centros escolares de Madrid –incluidos privados y concertados- en cuanto comience el curso.

Jamardo señala en su artículo que “la ideología de género perjudica a los ninos”, citando el informe del Colegio Americano de Pediatras; y advierte que tiene contraindicaciones constitucionales, comenzando por la primera: discrimina a la inmensa mayoría de los ciudadanos (heterosexual) en nombre la lucha contra la discriminación.

La ley sobra, añade Jamardo, porque no se precisa una ley específica de discriminación; y porque convierte en privilegiado al colectivo de gays y lesbianas, mediante graves ataques al Estado de derecho, como la violación de la presunción de inocencia al invertir la carga de la prueba.

Por su interés reproducimos la columna de OKDiario:

“Las neofeministas, como extraordinarias marxistas, son conscientes de que para someter la sociedad a la voluntad del Estado es imprescindible modificar la naturaleza misma de la humanidad. Su igualitarismo, basado en la supresión de clases –no en lo económico, sino entre sexos- de hombres y mujeres, para hacerlos desaparecer, se esfuerza con ahínco en deconstruir todo lo que los define, identifica y caracteriza como tales. Ningún individuo inteligente, libre e independiente conforma el caldo de cultivo idóneo para ser sometido.

Sólo la masa no pensante de la colectividad es controlable y por eso, asistimos a una innegable y agresiva campaña contra la naturaleza individual que tiene su máximo exponente en las leyes de “género”. No importa si los textos se refieren a la protección de las víctimas en el ámbito doméstico, o a la presencia obligatoria mujeres en listas electorales y consejos de administración, ni si se trafica con el pensamiento único en el entorno educativo. Todas son reconocibles por el mismo sesgo.

Con el curso escolar a la vuelta de la esquina, es de justicia volver a denunciarlo. Decir alto y claro que la ideología de género perjudica a los ninos, y no me vengan con críticas absurdas y argumentos religiosos y más moralizantes, retrógrados y anticuados que los que dicen combatir. A los que estén cargando sus argumentos totalitarios contra este artículo les reto a que se lean primero el último informe del Colegio Americano de Pediatras y luego, hablamos.

El sistema escolar, sometido a las imposiciones ideológicas de un lobby de resentidos

Hablamos de cómo la reciente ley aprobada en la Comunidad de Madrid para sus centros, -que se integran en un sistema público de enseñanza ¿de calidad? en un Estado aconfesional– va a someterlos a partir de septiembre a las imposiciones ideológicas de un lobby de resentidos, gracias a un texto con graves contraindicaciones constitucionales.

La primera en la frente, el propio título: Ley contra la Discriminación. No deja de tener su gracia cuando en su desarrollo discrimina sistemáticamente (y sí, me he leído el texto íntegro) a la inmensa mayoría de los ciudadanos que no somos gays, ni lesbianas, ni transexuales, ni bisexuales, ni queen, ni intersexuales; y no sólo eso, sino que promete perseguirnos y multarnos, además de obligarnos a pagar con cargo al dinero de todos, y sin rechistar, la imposición a nuestros hijos de opciones ideológicas que violentan frontalmente nuestra libertad de pensamiento.

Qué quieren que les diga, si de lo que se trata es de inculcar a los ninos valores como la tolerancia, el respeto, las bondades de la desigualdad de los individuos (que en definitiva es a lo que se refiere la mal llamada diversidad), … No se me ocurre una forma más contradictoria y mediocre de intentarlo que atacar los derechos fundamentales de todos en favor de unos cuantos, además de un gasto innecesario.

Esta ley, que debería haberse quedado para siempre dentro del armario, sobra. Sobra, porque no hacía falta una norma específica contra la discriminación por diversidad sexual y de género cuando la Constitución Española recoge expresamente, en su artículo 14, que nadie puede ser discriminado por razón de “nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Sobra, cuando ninguno de los fundamentos de hecho que la motivan aporta datos objetivos que prueben la existencia práctica de discriminación hacia el colectivo LGTB, salvo especulaciones en abstracto, obviamente manipuladas por los interesados. ¿Dónde están las cifras, las estadísticas, los casos?

La ley Sobra desde el momento en que vulnera el derecho de los padres a elegir la educación de nuestros hijos para inocularles contenidos tendenciosos, acientíficos y aberrantes

Sobra, desde el momento en que vulnera el derecho de los padres a elegir la educación de nuestros hijos para inocularles contenidos tendenciosos, acientíficos y aberrantes. Sobra, porque la norma convierte al colectivo LGTB en privilegiado, instaurando en su favor dos cuestiones que comparte con la ley de violencia de género: discriminación positiva y violación de la presunción de inocencia al invertir la carga de la prueba (o lo que es lo mismo, que el acusado de homofobia es quien deberá probar que no es homófobo y no a la inversa) que atentan contra principios básicos del Estado de derecho (CE artículo 24.2).

Vamos que, según las neofeministas, el progrerío y los políticos acomplejados que los han respaldado, toda la sociedad española será sospechosa de estar en contra de gays y lesbianas mientras no demuestre lo contrario. Así estamos.

También le puede interesar

Comentarios

Comentarios

Salir de la versión móvil