Monseñor Novell, obispo de la diócesis leridana de Solsona, es un hereje. Así, como lo leen. Acaba de cometer la imperdonable infracción de transgredir uno de los preceptos de la Laica Madre Iglesia de lo Políticamente Correcto y del Pensamiento Único y Uniformado. Y eso, hoy en día, se paga caro.
Se paga con el linchamiento mediático, la denuncia a las autoridades pertinentes, la pira de las críticas soeces y mordaces desde todas las redes sociales y el intento de imposición de la mordaza. Por parte, precisamente, de esos que tanto critican la Ley Mordaza.
Monseñor Novell, uno de los obispos más jóvenes de España, se ha limitado a citar al Papa Francisco (otro hereje para la Laica Madre iglesia) y su Amoris Laetitia para preguntarse si «el fenómeno creciente de la confusión en la orientación sexual de muchos chicos adolescentes no se debe a que en la cultura occidental la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida, hasta la virilidad estaría cuestionada».
Estas declaraciones, hechas desde el respeto y la comprensión, le han sentado a cuerno quemado a los defensores del dogma de que homosexual se nace, y no se hace, a pesar de que científicamente no se ha logrado demostrar este punto. Y aquí radica el problema: Novell ha puesto en cuestión este dogma acientífico pero aceptado por la mayoría de la sociedad con ramplona pasividad.
Basta con leer a psicólogos, psiquiatras y terapeutas para comprender que algunos de los factores que pueden intervenir en el desarrollo de la homosexualidad es la personalidad hipersensible
Basta con leer a psicólogos, psiquiatras y terapeutas como Cohen, Van den Aardweg, Nicolosi o Eldredge para comprender que algunos de los factores que pueden intervenir en el desarrollo de una atracción hacia el mismo sexo son la personalidad hipersensible, una figura materna excesivamente presente, los abusos sexuales sufridos en la infancia, las heridas en relación con compañeros del mismo sexo, la pobre imagen corporal y la figura paterna ausente o debilitada.
Son muchas las personas con atracción por el mismo sexo que se reconocen en estas causas y que tratan de sanar sus heridas homoemocionales para reducir estas atracciones.
Monseñor Novell, por tanto, les ha proyectado una gran cantidad de luz en sus vidas. Lo que pasa es que esas personas –que existen, son reales y luchan en su día a día por controlar sus instintos– pertenecen a un grupo silencioso, numeroso y alejado de los focos mediáticos.
Ésta va a ser una de las grandes cuestiones de los próximos años y una piedra de choque donde muchos se van a estrellar. Y son necesarios obispos valientes –y no sólo obispos- que digan que la homosexualidad puede haber sido provocada por la ausencia de la figura paterna, que cuestionen el dogma de que se nace homosexual y que defiendan que el cambio es posible.
A los que hagan esto les espera la Inquisición Rosa con su retahíla de insultos, amenazas, mofas y «escraches», porque ya se sabe que los fieles de la Laica Madre Iglesia de lo Políticamente Correcto y del Pensamiento Único y Uniformado toleran todo excepto a los que no toleran todo. Y éste es, precisamente, uno de sus dogmas más intocables. El dogma que monseñor Novell, convirtiéndose en hereje, ha roto.
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