Al lobby feminista, del que forman parte tanto las profesoras de los ‘masters de género’ como las redactoras de los medios de comunicación, no le importan la libertad, la vida, la justicia, la prosperidad, sino la igualdad… que se entiende como puestos de trabajo y pasta, mucha pasta.
El diario El País puso en marcha hace unos meses una corresponsalía de género y encima las mujeres periodistas le dieron un premio. Porque, según dijeron, se trata de una “corresponsalía específica de género, que aplica un enfoque y contextualización transversal en todas las secciones del periódico”. Vamos, un comisariado político aplicado al sexo. Me pregunto cuándo montarán una corresponsalía de gordos, otra de calvos, otra de tercera edad, otra de minusválidos (perdón, discapacitados)…
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEsa corresponsalía tiene su cuenta de Twitter y en ella se anunció hace unos días un reportaje sobre otro techo de cristal que las mujeres han roto en su lucha milenaria por la igualdad: el grupo terrorista ISIS tiene que contar con ellas. ‘El nuevo papel de la mujer yihadista’ era el título del reportaje firmado, cómo no, por otra mujer. “Las chicas tenemos que apoyarnos unas a otras en este mundo machista, ¿sabes?”
El País presenta otra victoria feminista: se ha roto el techo de cristal del terrorismo islámico
Supongo que el corazón de una feminista se aceleraría al leer esto: “Viajar sin guardián masculino, no prohibir la educación y recuperar la figura de la luchadora activa como modelo a imitar si fuera preciso. Así ha ido cambiando el yihadismo para integrar a la mujer en sus filas”.
Es decir, para la directora Sol Gallego-Díaz y su redacción feminista las atrocidades del ISIS son menores, o hasta disculpables, si se cometen con perspectiva de género. Como el aborto, que es un derecho irrestricto de la madre salvo que se mate a fetos femeninos porque no se quieren hijas.
Hace unos meses creía que habíamos alcanzado la cima del maridaje entre el ridículo feminista y la sumisión ante lo islámico con los aplausos de los medios de comunicación a la autorización por el régimen saudí, el mismo que bombardea a yemeníes, a las mujeres para que puedan conducir coches sin compañía masculina. “Conducir te empodera”, era la consigna (voy a acabar odiando esa palabreja).
¡Pues entonces las mujeres europeas y cristianas están empoderadas desde hace dos siglos! El primer conductor de un vehículo a motor por carretera fue una mujer y en España el primer carné cuyo titular fue una mujer se dio en 1925.
Nuestras feministas buscan discriminaciones, opresiones, micromachismos, brechas y techos de cristal en Occidente, mientras se extasían con supuestos avances en Arabia Saudí ¡y en el ISIS! Si esto no es estupidez, es que está pagado.
El mismo periódico lleva desde abril tratando de conmover nuestros corazones para que aceptemos rescatar a tres supuestas españolas que se unieron al ISIS y están detenidas en un campo de prisioneros en Siria. Qué satisfacción leer los comentarios de los lectores en que exigen que las tres terroristas se queden en su cárcel.
En el caso de que el Gobierno español las trajese de vuelta, ¿se convertirían en víctimas del heteropatriarcado, ya que aseguran que sus maridos las engañaron, o en ideal de empoderamiento?, ¿en condición de qué asistirían a las manifestaciones del 8-M?, ¿recibirían un subsidio?
Si el Gobierno trajese a España a tres supuestas españolas presas por militar en el ISIS, ¿acabarían participando en los fastos del 8-M?
Ahora toca presentar a las mujeres del ISIS como si fuesen víctimas o incluso adelantadas en la lucha de sexos, cuando son tan crueles como sus camaradas varones. Ellas delataban a sus vecinos; ellas torturaban a otras mujeres; y ellas adoctrinaban a sus propios hijos pequeños para que se pusieran bombas.
Este feminismo que padecemos fomentado por la ONU y los Esatdos no tiene relación ninguna con derechos fundamentales. No solo destroza la vida de niños, hombres y mujeres, como nos demuestran las madres (presuntas) delincuentes de Infancia Libre, esa asociación apadrinada por Podemos, sino que absuelve conductas horribles que antes causaban espanto. En 2017, The Economist encontró en un acto tan diabólico como los sacrificios humanos perpetrados por los aztecas un motivo de elogio: los aztecas eran “pioneros de la igualdad de género”, ya que mataban por igual a varones y mujeres.
Menos mal que todo tiene un lado bueno. La gente está huyendo de estos panfletos cuyo adoctrinamiento es, encima, más burdo que los teletipos difundidos desde Moscú de “Finlandia ataca a la URSS”. Uno de mis placeres consiste en revisar las cifras de la OJD sobre las ventas de periódicos. El País, que hace diez años vendía 350.000 ejemplares diarios de media, en marzo pasado bajó a 82.000. Y en este número se incluyen las miles de suscripciones de organismos públicos.
Hay gente que quiere vivir en la mentira y el engaño, como en una secta, pero la mayoría ya no paga que recibir basura. Y en eso coindicen varones y mujeres.