La experiencia nos enseña que lo ideal no es tener un barco sino un cuñado con barco. Es más cómodo veranear en casa de un amigo generoso que tener que ocuparse de la propia. Y es mejor que te inviten a comer a verte obligado a convidar a todos. Pues eso le pasa a Pablo Iglesias: el pide, exige, escribe su lista de deseos y Pedro Sánchez, como si fuera un anfitrión de lujo o un amigo incondicional, no le dice “no” a nada. Se lo da todo.
Y Pablo Iglesias se ha encaprichado con el Valle de los Caídos. Y como un niño egoísta, insaciable y maleducado, no parará hasta que no se lo den. Y ha puesto a trabajar (tampoco se han herniado, hay mucha cita) a su laboratorio ideológico en un documento que lleva por título ‘Exhumar el franquismo. Recuperemos el Valle de Cuelgamuros para la democracia’. No busquen esta joya en la página institucional de Podemos porque no lo van a encontrar. Pero no se preocupen que yo me he tomado el trabajo de buscarlo y se lo resumo en un momento.
El mencionado documento tiene doce páginas, está firmado por Podemos sin mención a personas concretas y no tiene desperdicio ni en el índice. Dos de los títulos de sus capítulos lo dicen todo: “No hablemos de reconciliación, sino de justicia”. “De un memorial fascista a un lugar para la memoria democrática”.
Les voy a ahorrar leer esta joya literaria de la cual extraigo las siguientes frases textuales:
– ”El actual Valle de los Caídos representa el asesinato, la represión y la barbarie de una dictadura, es un lugar de culto al fascismo que anacrónicamente sobrevive en una democracia y que supone una horrenda excepción en Europa que debe de llegar a su fin y, por ello, abogamos por su reconversión en un espacio para la memoria”.
«Me temo que desconocen los cachorros de Pablo Iglesias que el primer alcalde socialista de Madrid, Enrique Tierno Galván, se negó a que retiraran el crucifijo de su despacho en el Ayuntamiento de Madrid con la siguiente frase: ‘Déjenlo. Es un símbolo de paz'»
– ”Es necesario resignificar el Valle conservando el diseño estético, pero acometiendo una serie de actuaciones que rompan totalmente el poder simbólico de este, un trabajo en el que intervengan artistas, urbanistas y arquitectos para romperlo físicamente”.
– ”Es imprescindible la desacralización del espacio y su total recuperación, incluida la basílica. Para ello, se deberían revisar los acuerdos de 1979 entre el Estado español y la Santa Sede, que le otorgaron el control de la basílica a los religiosos. Esto no conllevaría apartar y eliminar la simbología religiosa que se haya actualmente en el lugar, sino dar a Patrimonio Nacional un control total sobre el espacio”.
– ”Esta cruz, característica actualmente del Valle, podría demolerse y utilizar su residuo gravoso para crear otro monumento de dignificación y respeto a las víctimas”.
Pues aquí lo tienen. Esta es una de las peticiones ‘estrella’ que ha formulado el comando de Pablo Iglesias: derribar la Cruz del Valle. ¿Y que dice Pedro Sánchez de todo esto? Pues cuenta El Español que el Gobierno acepta debatir la cuestión de la Cruz. No parece que el ejecutivo socialista esté dispuesto a negociar sobre otras exigencias podemitas. Pero sobre la Cruz, todo apunta a que podría haber un acuerdo.
El odio contra la Cruz de una parte significativa de la izquierda española es ancestral y se remonta a mucho antes de la Guerra Civil. Es como la quema de conventos: una práctica brutal que los anticlericales iniciaron en Cataluña en 1835 para resucitar con inusitada virulencia desde las primeras décadas del siglo XX.
«Los nietos y bisnietos ideológicos o biológicos de aquellas turbas se sientan en el Congreso de Diputados»
Los historiadores han intentado explicar -e incluso justificar- la violencia anticristiana y anticlerical recordando que la Iglesia Católica, durante siglos, ha estado vinculada a lo que antiguamente se denominaba “el Trono”, es decir el poder político, las élites… Es posible que, en algunas etapas de la historia, la ignorancia y el fanatismo hayan desatado su odio contra los frailes para protestar por la opresión de otros o porque había subido el precio del pan. Sigo sin entender el proceso que lleva a violar y asesinar monjas para vengarse de una clase social opresora. Por cierto que la tesis de la histórica alianza entre la Iglesia y los poderosos es más que discutible.
Y los nietos y bisnietos ideológicos o biológicos de aquellas turbas se sientan en el Congreso de Diputados. No han vivido, por razones obvias, el enfrentamiento armado entre españoles. Pero se han nutrido de toda la propaganda sectaria que, con apariencia historiográfica, les han metido en la cabeza. Por eso están decididos a reabrir todas las heridas.
Me temo que desconocen los cachorros de Pablo Iglesias que el primer alcalde socialista de Madrid, Enrique Tierno Galván, se negó a que retiraran el crucifijo de su despacho en el Ayuntamiento de Madrid con la siguiente frase: “Déjenlo. Es un símbolo de paz”.
Pues se acabó la paz. A derribar la Cruz por lo civil y-esperemos- que no por lo militar. Y estamos donde muchos sospechábamos. El problema no es Franco ni José Antonio ni el Valle de los Caídos. Son pretextos para acabar con lo que de verdad molesta: el símbolo por antonomasia de los cristianos.
No faltan problemas en España. Si hablamos sólo de cuestiones sociales que se supone que deberían preocupar a la izquierda que nos gobierna podríamos mencionar el aumento del coste de la vida, el desempleo a todas las edades, el precio de los alquileres, las pensiones de los abuelos. Hablemos en términos puramente económicos. ¿Cuánto va a costar el macroplan de Podemos para rehacer desde sus cimientos el “Valle de Cuelgamuros”? ¿Se puede permitir España reabrir las heridas que parecían cerradas y encima financiarlas entre todos?
Pues esto es lo que hay. Esta misma semana la plataforma MasLibres.org, que pertenece a HazteOir.org, ha activado una petición ciudadana con el título ‘Pedro Sánchez, PSOE y Podemos asaltan la Cruz’. La iniciativa que está teniendo una gran difusión y recaba miles de apoyos por día. La “gente”- en terminología podemita, es decir, el pueblo, se está hartando. Pero no es suficiente el hartazgo. Hay que expresarlo, movilizarse, decir algo. Aprovechar cualquier oportunidad para salir a la calle o a la esfera pública y decir: “Basta”. O, como dice la última frase del mensaje que han enviado los ciudadanos a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias a través de HazteOir.org: “A la Cruz, ni se acerque”.
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