A los responsables de la Catedral anglicana de Glasgow, Santa María, no se les ha ocurrido mejor modo de celebrar la Epifanía del Señor que cediendo el púlpito para que una joven musulmana recite -de forma salmodiada, como es habitual- la Sura 19 del Corán.
Si piensan que es solo un caso más de esta locura ‘multiculti’ que parece poseer a todas las instancias, incluidas las clericales, y que se trata de un mero gesto para resaltar la unidad esencial de las tres religiones abrahámicas, tengo malas noticias: la sura en cuestión niega específicamente que Jesús sea Hijo de Dios.
Hace ya tiempo que la Iglesia de Inglaterra, cuya cabeza visible no es otra que la propia Reina Isabel II, perdió el ‘oremus’ y casi cualquier pretensión de ser una fe transcendente para convertirse en ‘grouppies’ institucionales de todas las causas progresistas que puedan imaginar.
Los expertos ya se han atrevido a ponerle fecha aproximada a la muerte del último anglicano de las islas
No es que importe mucho a estas alturas, porque las estadísticas no solo hablan de su paulatina desaparición, con más musulmanes asistiendo semanalmente a la mezquita que anglicanos a la iglesia, sino que los expertos ya se han atrevido a ponerle fecha aproximada a la muerte del último anglicano de las islas. No recuerdo el año exacto, pero sí que sucederá en este siglo.
La Iglesia de Inglaterra, típico producto inglés en su encantadora indefinición, nació cuando un rey premiado por el Papa del tiempo con el título de ‘Defensor de la Fe’ decidió separar su reino de la obediencia a Roma para poder casarse con su amante.
Es, desde entonces, la religión oficial del reino y, pese a su nombre exclusivamente nacional, ha ‘exportado’ sus difusos dogmas -que permiten presentarla tanto como católica y como protestante- a posesiones y colonias con el nombre de ‘episcopaliana’.
Con un comienzo tan poco ejemplar quizá no sea sorprendente que la aventura religiosa iniciada por Enrique VIII vaya a cerrarse con su heredero o el heredero de su heredero.
Recientemente, el sínodo de la Iglesia Anglicana presentó sus nuevas prioridades pastorales y era como escuchar un programa político de izquierdas, con todas sus causas favoritas y escasas referencias teológicas.
De ser la Iglesia Anglicana una firma comercial, sus ‘clientes’ tendrían una base jurídica para denunciarles por estafa
El verso 35 de la citada y recitada sura dice textualmente en árabe: «No convenía a la Majestad de Dios que engendrara un Hijo».
De ser una firma comercial, sus ‘clientes’ tendrían una base jurídica para denunciarles por estafa; no siéndolo, solo se me ocurre añadir que esta joven musulmana estaba salmodiando su epitafio.
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