Estados Unidos, que siempre se ha puesto como ejemplo de país adelantadísimo de enorme religiosidad, está abandonando la fe en bandadas, según el último estudio del gigante demoscópico Pew Research. La gran revolución del estudio la protagoniza el meteórico ascenso de los ‘nones’, es decir, quienes no se identifican con ningún grupo religioso en concreto.
Para ser sincera, la acostumbrada apelación a la religiosidad norteamericana siempre me ha parecido tramposa, el famoso comparar peras con manzanas. La religión en Estados Unidos nunca fue exactamente lo mismo que aquí; contagiados, quizá, por el omnímodo consumismo, el americano veía a menudo las confesiones religiosas -que abundan hasta el agobio- como marcas de café en el estante de un hipermercado, y pasar de una otra por razones algo alejadas de la teología fundamental, como lo lejos o cerca que queda la iglesia de la casa nueva.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero lo de ahora es un cambio más que notable, casi sísmico. Sin embargo, es aún más interesante observar que dan los ‘nones’ para abandonar lo que se llama con cierto deje despectivo las ‘religiones organizadas’. Esto, en Estados Unidos, significa cristianismo en su abrumadora mayoría.
Hay cientos de respuesta, porque la empresa de encuestas pide a los ‘nones’ consultados que expliquen «con sus propias palabras» las causas por las que han abandonado la ‘religión organizada’, en una abrumadora mayoría aquella en la que fueron educados. Y, realmente, las razones son a menudo desoladoramente superficiales, cuando no directamente estúpidas.
Una de ellas, por ejemplo, es que al llegar a la Facultad descubrieron la Teoría de la Evolución. Ya, ya, suena raro, pero eso es porque España, país culturalmente católico, nunca vio en Darwin una amenaza especial para su fe. Pero Estados Unidos fue fundado por estrictos puritanos y otras yerbas protestantes, partidarios del literalismo bíblico.
La evolución, más que una teoría, es una observación. Lps seres vivos heredan sus rasgos de sus padres. Los mejor dotados sobreviven y se reproducen. Ergo los mejor preparados para sobrevivir en su entorno son los que transmiten sus rasgos. Fácil y obvio, ¿no? En el ‘cómo’ puede haber discusión; en el ‘qué’, parece difícil. Las grandes preguntas quedan fuera de esa sencilla ecuación, ni las roza.
Y, sin embargo, el ‘cientismo’ y otras variantes abundan en las respuestas. Uno apunta que «el pensamiento racional hace que la religión salga por la ventana», lo que constituye un ejemplo de pensamiento irracional, o de haberse educado en una versión infantil de la religión. O, por qué no, de partir de una confesión de fe particularmente absurda, que todo puede ser.
Proliferan quienes creen que la Ciencia (ahí mayúsculas) han «demostrado» la inexistencia de Dios, lo que sorprenderá sin duda a la legión de científicos católicos de primera fila a los que no llegó la noticia, una proporción no despreciable, sacerdotes. Si nos ponemos puristas, el método científico es hijo directo y exclusivo de la Cristiandad, pero eso es otra (fascinante) cuestión para tratar en otra columna.
Si todos los cristianos hicieran sólo cosas buenas, los teólogos se verían en un aprieto para explicar el Pecado Original o la necesidad de la penitencia
Luego está el argumento ético, aún más irracional: «Demasiados cristianos hacen cosas poco cristianas». Eso es casi, casi un argumento en favor del cristianismo, no en su contra: si todos los cristianos hicieran solo cosas ‘cristianas’ -cosas buenas, para entendernos-, los teólogos se verían en un serio aprieto para explicar la doctrina del Pecado Original o la necesidad de la penitencia.
Más argumentos para abandonar la ‘religión organizada’:
– «Los grupos religiosos dividen más de lo que unen». Sí, si no no serían ‘grupos’. Pasa exactamente lo mismo en clubs, partidos, asociaciones o, en general, cualquier grupo basado en alguna idea, que divide a la gente entre quienes creen en esas ideas y quienes no
– «Se ha causado más daño en nombre de la religión que por cualquier otra causa». Dada la historia del siglo XX, cuando un totalitarismo agresiva y confesionalmente ateo causó más muertes directas que ninguna otra ideología en la historia, hay razones para discutir ese aserto. Pero digamos que es cierto: eso no significa que el daño se haya hecho ‘por causa’ de la religión, sino en su nombre.
Obviando la idea de que si Dios existe y se ha revelado una religión falsa puede ser lo peor, nadie que conozca mínimamente la naturaleza humana puede dudar que las tribus humanas se han enfrentado violentamente por todo tipo de causas, y la apelación a la religión es meramente una forma de legitimar la violencia sin que haya problema alguno para cambiar de pretexto (¿la dictadura del proletariado? ¿el Lebensraum? ¿un mundo sin fronteras?).
– «La religión es una conversación muy personal conmigo mismo y mi Creador«. Vale, pasa el canuto, tío. No, en serio: nadie que crea realmente que existe un Dios que se ha revelado a la humanidad puede, al mismo tiempo, pensar que es «una conversación conmigo mismo y mi Creador”. Es una creencia que atraviesa y condiciona toda la existencia, lo íntimo y lo social, o sencillamente no se cree.
¿La religión un negocio? en buena parte del mundo y de la historia el Cristianismo ha sido un negocio ruinoso en el que lo peor no era perder hasta la camisa, sino hasta la piel
– «La religión organizada no es religión en absoluto, es un negocio, se trata solo de dinero». Haz cálculos. Aunque coincido completamente con el fundador de la Iglesia de la Cienciología cuando dijo que no hay negocio como el de fundar una religión, las cuentas salen mal aplicado al cristianismo. Digamos que en buena parte del mundo y durante buena parte de la historia ha sido un negocio ruinoso en el que lo peor no era perder hasta la camisa, sino hasta la piel.
– «Los escándalos de pedofilia del clero católico». Sí, ha sido una prueba terrible, y no hay católico que no desee que la purga llegue verdaderamente hasta el final. Pero nadie ha dicho nunca que fuéramos a tener un clero impecable; si algún sentido tienen las palabras de Cristo, más bien lo contrario.
– «La doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad«. ¿En qué quedamos? Espero que los que dan esta razón no sean los mismos que los del motivo previo, porque sería una contradicción de bulto, siendo así que los escándalos se refirieron mayoritariamente a abusos homosexuales. En cualquier caso, la Iglesia ha dejado claro el respeto con el que hay que tratar a las personas homosexuales y la dignidad que tienen, idénticas a la de cualquiera. No se trata de juzgar una condición, pero si no condenara los actos, absolutamente la concepción cristiana del matrimonio y la sexualidad carecerían de sentido.
En resumen, da la sensación de que la nueva generación, más que huir de la religión, se ha acogido a aquella que no tiene nombre pero que se predica incesantemente desde colegios, universidades, medios, películas, canciones, etcétera, el dogma oficial de la modernidad, que si antes toleraba cierta adscripción religiosa hoy ya se ha vuelto incompatible con cualquiera.
El cristianismo seguirá reduciéndose entre los americanos, acepto apuestas. También apuesto que las generaciones futuras, si quizá no echen de menos el cristianismo, sí echarán de menos a los cristianos.