Tiene nueve metros de altura, pesa seis toneladas; está hecha de acero. Es una escultura colosal de la Virgen de Guadalupe, tan querida por todos los mexicanos, y tan arraigada a sus creencias y cultura. Está instalada en «El Refugio», uno de los barrios más tradicionales de la ciudad de Guadalajara, la segunda mayor en México.
Pero hay «un detalle»: en la escultura, las manos de la Virgen no son delicadas ni están en actitud orante, son un par de garraras abiertas; lleva labrada una larga falda de cráneos y víboras; y está coronada por varias cabezas de serpientes, en actitud amenazante
Costó 5 millones y medio de pesos, es parte del programa municipal Arte Público, y fue pagada por el Ayuntamiento de Guadalajara
La pieza se llama «Sincretismo», de autoría del escultor Ismael Vargas, y es según sus propias palabras la unión de dos imágenes: la de la Virgen de Guadalupe, venerada por los católicos, que son el 83 por ciento de los mexicanos, y la de la diosa prehispánica Coatlícue, señora de la vida y de la muerte, madre de los dioses.
Otro «detalle»: costó 5 millones y medio de pesos, es parte del programa municipal Arte Público, y fue pagada por el Ayuntamiento de Guadalajara con los recursos que administra.
La reacción fue inmediata. Manifestaciones de repudio se han multiplicado desde su inauguración, el pasado 14 de agosto.
Ese mismo día, los vecinos de la región abordaron al alcalde, Enrique Alfaro, y le exigieron que «retirara de su barrio» la pieza recién montada, pues «ofendía a la virgencita» y era «un verdadero «adefesio».
Luego, millares de católicos tapatíos comenzaron a manifestarse en las redes sociales. «Respeto», exigen en sus mensajes. «Nuestra Señora no puede ser vilipendiada así». Solicitan que la escultura sea removida y que el dinero utilizado sea restituído al erario.
Se hizo un masivo «acto de reparación» por la blasfemia, con la participación de casi 5 mil personas.
Una petición online, divulgada en la plataforma Citizen Go, exige al presidente municipal que retire la obra por considerarla ofensiva y cuenta ya con más de 33 mil firmas.
Macias, portavoz de los fieles: «El sentimiento de dolor y rechazo ha crecido, conforme pasan los días, ante la indolencia de las autoridades»
La primera semana de septiembre decenas de pancartas de publicidad fueron instaladas en los principales carreteras con el siguiente mensaje dirigido al alcalde Alfaro: «Aviso No. 1 ¿Qué no entiendes que es nuestra santísima madre? ¡Inquisidor tú que autoritariamente no escuchas la voz de la mayoría! Nos ofende. Es mi madre. Respeta al pueblo».
Sergio Macias, portavoz de «pueblo guadalupano», movimiento que surgió de forma espontánea para articular a los descontentos, manifiesta a Actuall que el sentimiento de dolor y rechazo ha crecido, conforme pasan los días, ante la indolencia de las autoridades.
«No es cualquier cosa, es una ofensa a uno de los símbolos religiosos más importantes del país y de América Latina, es algo que hiere profundamente nuestra fe y nuestra sensibilidad religiosa, como ciudadanos y católicos exigimos que se retire de inmediato esa obra, que sólo divide y siembra discordia», explica.
Para Fernando Guzmán, presidente de la Fundación Miguel Palomar y Vizcarra, «un cristiano que contempla esa obra observa en ella a la Virgen María rodeada de serpientes que la envuelven y la superan; y para los cristianos la serpiente es símbolo del mal».
«Y aunque los católicos estemos bastante bien informados sobre lo que representaba Coatlícue para el mundo mexica, esos datos no harán que encaje una figura con la otra, es evidente que la tilma guadalupana no es una máscara para cubrir la adoración a una diosa prehispánica, sus símbolos transmiten un mensaje totalmente distinto», explica a Actuall.
‘Somos fruto del sincretismo’ dice el Ayuntamiento
Ante la polémica, la directora de Cultura de Guadalajara, Susana Chávez Brandon, ha declarado que el Gobierno municipal no contempla ningún tipo de negociación con los disconformes y que la escultura «es el reflejo de la historia de México, pues nosotros [los mexicanos] somos fruto del sincretismo».
El escultor, Ismael Vargas, envió una carta al arzobispo de Guadalajara, el cardenal Francisco Robles, en la que dice lamentar «la animadversión de quiénes por desconocer mis motivaciones se han empeñado en considerar la obra como elemento transgresor del culto guadalupano, que reitero y he cultivado toda mi vida, y se están empeñando con las más aviesas intenciones a alarmar a la gente sencilla».
Para reforzar este posicionamiento, el alcalde Alfaro hizo publicar, el 7 de septiembre, en redes sociales, un vídeo de tres minutos que abre con las siguientes palabras de Vargas: «Sincretismo simboliza la unión de dos retratos, de la madre de los mexicanos antiguos y de la madre de los mexicanos contemporáneos, eso es todo, no hay absolutamente nada más».
Y defiende su intención al «unir a la reina de los mexicanos antiguos y a la reina de los mexicanos actuales» afirmando que que «quien ve las cosas malas, lleva el mal en los ojos; si tu no ves belleza en una flor, no es culpa de la flor».
En la pieza publicitaria también interviene el padre Alejandro Solalinde, que trabaja en proyectos sociales para atención a imigrantes, y asegura que Vargas fue inspirado por Dios y que «no existe ninguna otra pieza artística que hable de identidad más que la suya».
El alcalde Alfaro también ha esgrimido, como si fuera una autorización de la Iglesia, una nota escrita por el padre Tomás de Híjar Ornelas, historiador y cronista del arzobispado, donde dice que juzga que la escultura es pertinente y adecuada «por el profundo respeto del autor a los símbolos religiosos del pueblo de México».
El historiador Escoto rechaza que haya una actitud de fanatismo en quienes rechazar la escultura en un barrio tradicionalmente católico
Sin embargo, ni las declaraciones de Solalinde ni la nota técnica del padre De Híjar son la posición oficial de la Iglesia.
No son resultado de una consulta hecha a la institución eclesiástica; se trata sólo de opiniones personales. El padre De Híjar, de hecho, advierte en el primer párrafo de su documento que sólo da su «particular punto de vista».
‘La obra en sí, perturba a los sencillos’ dice el cardenal Robles
En respuesta a las afirmaciones del padre Solalinde, uno de los más importantes historiadores del hecho guadalupano, el padre Eduardo Chávez Sánchez, asevera que no puede en forma alguna afirmarse que haya un culto a cualquier deidad prehispánica en la devoción naciente a la Virgen de Guadalupe: «no hubo, como algunos quieren hacer creer, sincretismo; hubo sustitución».
«Por eso quien compara a la Virgen de Guadalupe con Coatlícue, no sabe de lo que está hablando; la devoción a Nuestra Señora de Guadalupe no es la continuación de ninguna idolatría […] ella no es la continuidad del culto a Coatlícue, no es un sincretismo, es una inculturación, y estas son cosas muy diferentes», explica en una homilia proferida el pasado 6 de septiembre en la Basílica de Guadalupe.
Por su parte, el historiador y también cronista de la archidiócesis, Armando González Escoto, rechaza que haya una actitud de fanatismo en quienes rechazar la escultura en un barrio tradicionalmente católico y guadalupano.
A pocos metros de la obra se encuentra el santuario local dedicado a la Virgen Morena, así como el templo de Nuestra Señora del Refugio y otros locales donde vivieron mártires de la persecución religiosa, denominada «la cristiada».
«La obra no está en un museo, sino en un espacio público, e involucra elementos del universo cultural católico, por eso creo que son los católicos quienes deben expresar si concuerdan con que sus símbolos se usen públicamente de la forma en que están siendo usados en este caso concreto, una sociedad plural implica el respeto a los otros», asegura.
Colocado de forma más directa: «Parece ser que, con mas de alguna razón, a muchos católicos no les agradó ver una imagen de la virgen Maria con unas serpientes en la cabeza».
Para el cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, esta muy claro que «la sola obra en sí, sin que nadie dé una explicación, sí perturba, sí inquieta a los sencillos […], los más humildes religiosos a la devoción de la santísima virgen acostumbrados a ver su imagen única, clásica, pues se ven como perturbados, confundidos, de esta interpretación que quiere ser artística».
“Allí está la expresión de un buen número de personas que fueron a manifestase», dijo el domingo 27 de agosto, refiriéndose a los fieles que participaron en el masivo acto de desagravio de un día antes.
Íñiguez: «Los mexicanos amamos mucho a la virgen de Guadalupe, esa obra es una injuria y debe ser retirada de ese lugar»
«Toca a las autoridades el leer, interpretar, esa inquietud legítima que tienen estas personas de disentir y de expresarse, quizá (las autoridades) no midieron, si no hubo una amplia consulta previa las autoridades tendrán que evaluar si es posible retirar o no la obra», expuso.
Por su parte, el arzobispo emérito, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, fue más contundente: «La mayoría de los mexicanos amamos mucho a la virgen de Guadalupe, esa obra es una injuria y debe ser retirada de ese lugar».
No es la primera vez que en México se realiza una movilización de católicos contra alguna obra que profana la imagen de la Virgen de Guadalupe. En enero de 1988 una exposición del artista plástico Rolando de la Rosa, en la Ciudad de México, traía una pieza que sobreponía el rostro de Marilyn Monroe sobre una imagen de la Virgen de Guadalupe y otra usaba una imagen de Cristo en la cruz con el rostro de Pedro Infante.
La organización mexicana Provida, encabezada por Jorge Serrano Limón, realizó una serie de presiones para que las dos piezas fueran retiradas de la exposición en el Museo de Arte Moderno. Las obras fueron desmontadas y el el director del museo fue despedido.
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