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Señora Maestre, apechugue y no se excuse en ‘El País’

Rita Maestre asalta semidesnuda la capilla de la facultad de Sociología de la Universidad Complutense en 2011.

Rita Maestre asalta semidesnuda la capilla de la facultad de Sociología de la Universidad Complutense en 2011.

De la mano de Elvira Lindo, Rita Maestre se ha presentado en El País, a pocas horas de sentarse en el banquillo acusada de un delito contra los sentimientos religiosos, como una especie de Heidi rebosante de inocencia y bondad.

En un adelanto de su estrategia de defensa, la otrora destacada líder de la asociación universitaria de ultraizquierda Contra Poder, tal vez la cantera principal de Podemos en Madrid, enumera una ristra de excusas que no resisten medio asalto.

Excusa 1: “En este caso en concreto yo no andaba en la organización”.

Usted no lo organizó. Nadie le acusa de eso. No se preocupe. Se le acusa de haber irrumpido en un recinto religioso, sin camiseta y gritando “arderéis como en el 36”. ¿Qué más da que no lo organizara, si sabía lo que había que hacer y las consignas a berrear a pleno pulmón?

Excusa 2: “Antes de la Facultad yo no había sentido inquietudes políticas, pero al respirar aquél ambiente en ebullición me sentí seducida de inmediato”.

Cómo y por quién se sintiera usted seducida, no importa demasiado. Ni siquiera que acunara a Iñigo Errejon en el mismo regazo que regaló a la afición dentro de la capilla universitaria. Lo que usted hiciera antes de su paso por la Facultad y quedar encandilada por los entonces protopodemitas, nada tiene que ver con el hecho acreditado de su ‘despecho’ de matacuras 2.0.

Usted no se limitó a mirar y flipar. Irrumpió, se desnudó y vociferó

Excusa 3: “Llegué a clase y me encontré con que se había preparado una movida”. “Yo me limité a mirar y a flipar con lo que ocurría”

No sabemos cuáles serían los medios por los que usted decidía “flipar con lo que ocurría” en el campus universitario. Cualquiera que haya pasado por esa Facultad puede husmearlo sin dificultad.

En todo caso, como se verá en el juicio, usted no se limitó a mirar y flipar. Irrumpió, se desnudó y vociferó. 

Excusa 4: “Siempre he querido aportar mi granito de arena, algo que aun siendo pequeño pueda mejorar el mundo”.

Se podrían hacer comentarios absolutamente reprobables a cuenta del tamaño de lo que usted aportó al asalto de la capilla universitaria. Pero desde luego no parece que desnudarse públicamente, irrumpiendo con la idea de ofender y despreciar a los usuarios de ese espacio universitario pueda tildarse de aportación a la mejora del mundo. Ni grande ni pequeña.

Excusa 5: “Estoy viviendo una experiencia como si fuera la protagonista de algo que no me corresponde”.

Señora Maestre, apechugue. Dicho sea sin segundas. Si tuvo la ocurrencia de sumarse de forma tan entusiasta a una acción por la que la Justicia puede condenarla por la vía penal, no puede negar su protagonismo en este asunto. Menos «yo pasaba por ahí».

Excusa 6: “No se puede comparar una acción reivindicativa con los casos de corrupción”.

Ni falta que hace. Que cada palo aguante su vela. Harían falta muchas líneas para enumerar los cargos de otros partidos políticos pillados en corruptelas económicas varias. Pero no desvíe la atención. Usted debe afrontar la responsabilidad de sus actos, como todos los ciudadanos.

Por otro lado, hay cientos de formas de reivindicar sin necesidad de cometer delitos. Aunque entiendo que usted, que también protagonizó aquél acto de repudio castrista contra Rosa Díez, no alcance a comprenderlo.

Excusa 7: “Siento esa furia mediática que no respeta”.

Usted es muy joven para saber que hubo un tiempo en que a la selección española de fútbol no se le llamaba “La roja”, sino “La furia”. Pero eso son historias de antes de la II República.

Resulta paradójico que, en un panorama periodístico nacional volcado con las tesis de Podemos, donde sólo unos pocos se atreven a cuestionar a su partido, usted se haga la víctima catódica de una supuesta “furia mediática”.

Furibunda sí fue, sin duda, su actuación en el asalto a la capilla, en la que entrar a la fuerza reivindicando un cierto “poder clitoriano” frente al Estado Vaticano.

Rita Maestre y Manuela Carmena / EFE

Excusa 8: “Soy más conocida de lo que suele ser una portavoz (…) Se debe a que tenemos muchos focos encima, también a mi juventud y al hecho de ser mujer, claro”.

Oiga, no se lo tenga tan creído. La portavoz del Ayuntamiento de la primera ciudad de España siempre es un personaje conocido y sometido al escrutinio público. Que sea usted joven, es accidental. Si tiene suerte, llegará a Carmena. No me entienda mal, pero la alternativa no es especialmente deseable.

Lo de mujer, biológicamente no es casualidad. Visto desde la ideología de género, ya sabemos, una mera construcción social. Diga que sí, que es usted mujer, o no…

Con independencia de todo eso, cuando usted decidió sumarse a una “movida” que la dejó “flipada” no era concejal, ni portavoz. Y estaba acostumbrada a ser una chica popular en la Facultad, como usted misma le ha confesado a Elvira Lindo en El País.

A otro perro con ese hueso de recurrir a una pose de debilidad y acoso. No cuela. No con una chicarrona que, cual Femen antes de Femen, expone su torso como arma política.

No ponga cara de cocker spaniel tristón, señora concejala.

Excusa 9: “Esta es la primera vez en mi vida en que experimento tensión”.

Está feo, cuando menos, alegar estos padecimientos, que sospecho se traducen en cierta ansiedad, inquietud y nerviosismo. Tal vez dificultad para conciliar el sueño en días alternos. No ponga cara de cocker spaniel tristón, señora concejala.

Tensión era lo que creaban en la Facultad de Políticas desde Contra Poder a todo aquél que no se doblegara a sus dictados.

Excusa 10: “Sigo pensando que aquella reivindicación tenía sentido, pero que si he ofendido a alguien, lo lamento mucho”.

Para usted “tenía sentido” entrar de forma violenta, desnudarse de cintura para arriba, arramplar con parte del mobiliario de la capilla, vociferar consignas violentas y amenazantes, pretender coartar el derecho fundamental a la libertad religiosa…

En el fondo, más que una excusa, es la confirmación de que el asalto de la capilla a medio despelotar fue un acto consciente y voluntario. Que tenía intención de ofender, irrumpiendo en un espacio que otros compañeros de Facultad consideran sagrado. Ojalá se haga justicia.

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