Resultó curioso, porque la cinta de Tom McCarthy sólo ganó, además, el Oscar a mejor guión original. La historia podría haber sido distinta si La gran apuesta, que se llevó el premio a mejor guión adaptado, hubiera resultado recompensada como mejor película, y es que en el momento en que Morgan Freeman anunció a la principal triunfadora de la noche, ambas películas se encontraban en exactamente la misma posición.
Spotlight es un reconocimiento al periodismo de investigación riguroso, que llega justo 40 años después de Todos los hombres del presidente, cinta que ganó 4 Oscar, pero no el de mejor película. En ambos casos se parte de un caso real, el Watergate que propició la caída de Nixon, y la pedofilia de parte del clero de la diócesis de Boston.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLo más atractivo del recién oscarizado film es la deseable meta que guía a los protagonistas, la búsqueda de la verdad, que como bien se sabe, y la cita es oportuna en una película relacionada con la Iglesia, siempre nos hace libres. Aunque sea dolorosa –’La verdad duele’ dice el título de otra película en estos momentos en cartel–, hacen bien los periodistas del Boston Globe en arrojar luz sobre ella, nada se arregla escondiendo la basura debajo de la alfombra.
La película incide en la torpeza de la jerarquía, el encubrimiento como una acción mal entendida de proteger la imagen de la Iglesia y a los propios sacerdotes
McCarthy sabe imprimir ritmo a las indagaciones de los reporteros, en una película de este tipo el aburrimiento del espectador es un peligro real que hay que saber sortear. Y cuando se trata de describir un trabajo que supone revisión y estudio de documentos, entrevistas, idas y venidas, es importante el “saber hacer”.
McCarthy sabe. Hay equilibrio en su propuesta, entregada con hechuras clásicas: incluye el padecimiento de las víctimas, abriendo su abanico, y sin abusar de los elementos escabrosos; incide en la torpeza de la jerarquía, el encubrimiento como una acción mal entendida de proteger la imagen de la Iglesia y a los propios sacerdotes, culpables pero también desequilibrados mentalmente; no acude al recurso facilón de imágenes de la liturgia a modo de contrapunto de otras de depredación, que subyacían la incoherencia de los pastores; y admite también retrasos a la hora de actuar en los propios periodistas, que podían haber destapado el caso antes, facilitando que se hiciera justicia, y que se pudieran tomar medidas y contribuir al cicatrizamiento de las heridas.
Tiene fuerza la idea que representa el personaje de Mark Ruffalo, de la pérdida de confianza en la Iglesia ante lo ocurrido, el escándalo para en quien, católico no practicante, latía en el fondo la idea de que siempre podría volver a casa, su casa, la Iglesia, a modo de hijo pródigo, cuando llegara el momento.
En líneas generales Spotlight es una película rigurosa, bastante lograda, con un reparto fantástico, pero no perfecta, lo que se narra es demasiado complejo para despacharlo en un par de horas
En líneas generales Spotlight es una película rigurosa, bastante lograda, con un reparto fantástico, pero no perfecta, lo que se narra es demasiado complejo para despacharlo en un par de horas. ¿Cuenta la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? Bueno, toda, toda, no. Y puede entenderse que se descarten las alusiones a cómo se ha utilizado este escándalo para atacar a la Iglesia en general, o las referencias a que estos abusos se han cometido también en otros ámbitos, por ejemplo en las familias.
Más criticable parece incluir la cuña, en boca de un ex cura casado, que liga un comportamiento enfermizo al celibato sacerdotal; o la omisión de la coincidencia entre inclinación homosexual y pedofilia en muchos culpables de abusos. Tampoco se mencionan las medidas tomadas, la insistencia, que tiene su razón de ser, de acuerdo, está en la dimensión del escándalo y en lo que se no se hizo por denunciarlo y atajarlo enseguida.
Considero que Spotlight es una buena película, no beligerante, pero al verla el espectador creyente puede pasarlo mal, y quizá ya esté bastante informado por otras fuentes de lo que allí se cuenta. En cualquier caso no quiero dejar de mencionar la existencia de otros dos títulos que este año optaban a mejor película, y que por fortuna pueden mostrar un comportamiento más atractivo de miembros de la Iglesia.
En Brooklyn tenemos a un sacerdote interpretado por Jim Broadbent, que facilita la aventura como inmigrante de la protagonista irlandesa Saoirse Ronan, buscándole alojamiento y un puesto de trabajo, y dándole sabios consejos cuando ella se los pide.
Merece la pena destacar el estreno este viernes de Poveda, una buena película sobre un sacerdote santo, Pedro Poveda
Mientras que en El puente de los espías seguimos a un abogado, padre de familia, católico coherente con su fe, interpretado por Tom Hanks, que es un magnífico profesional que cree en la justicia y en los derechos de las personas, y que primero presta asistencia legal a un espía ruso, y luego negocia un canje de prisioneros en Berlín.
Finalmente creo que merece la pena destacar el estreno este viernes de Poveda, una buena película sobre un sacerdote santo, Pedro Poveda, que fue ejemplar en la preocupación por los más desfavorecidos y su educación.
Empujado por su fe, fueron sus predilectos los ninos y las mujeres, a éstas las apoyó para que pudieran dar una enseñanza de calidad en un contexto social previo a la guerra civil, donde el laicismo iba bastante por detrás en la promoción profesional de la mujer en este campo, más preocupado en imponer sus ideas y en arrinconar a la Iglesia. Dirige Pablo Moreno, que ya sorprendió con su anterior película, Un Dios prohibido, emocionante y bastante lograda pese a su limitado presupuesto.