La teoría de la pendiente resbaladiza nos dice que si damos un primer paso por una pendiente o por un plano inclinado, será muy difícil volver atrás o quedarnos en ese punto y evitar que nos vayamos al fondo. Por lo tanto, si no queremos ese resultado, no debemos dar el primer paso en esa dirección.
Este mes ha comenzado con la noticia de que el Reino Unido se está deslizando cuesta abajo y sin frenos por esa pendiente, acercándose irremediablemente a su final. La autoridad competente en temas de investigación embrionaria en el país ha dado el visto bueno a que se pueda manipular el ADN de los embriones menores de siete días.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl impacto de esta noticia en nuestras vidas es mucho más fuerte de lo que hoy por hoy podemos llegar a imaginar
Entre tanta rueda de prensa y cálculos matemáticos sobre quién gobernará España es fácil que esta noticia haya pasado desapercibida. Sin embargo creo que el impacto que tendrá en nuestras vidas, en nuestra sociedad y en nuestro futuro como seres humanos es mucho más fuerte de lo que hoy por hoy podemos llegar a imaginar.
Cuando en 1985 se aprobó en España la ley del aborto se dijo que sería sólo en casos excepcionales y hoy ya se acepta que matar al hijo sea un derecho de su propia madre. Para tranquilizar las conciencias, se contemplan unos límites temporales absurdos y fuera de toda explicación médica o científica, dado que, a excepción del momento de la fecundación no hay ningún otro hito que defina de manera irrefutable el comienzo de una vida humana.
Sin embargo ese criterio del límite temporal se ha seguido utilizando para ir despojando de humanidad, y por tanto de dignidad, al embrión. Así, sin ninguna base científica, se ha acuñado el término preembrión en nuestra ley de investigación biomédica para permitir que pueda usarse como conejillo de indias cuando ya nadie lo quiera.
Ahora está en siete días el límite de la indignidad y, a pesar de que es el propio Paul Nurse, director del centro donde se realizará la técnica, el que reconoce que lo que se está manipulando es un ser humano en sus primeras fases del desarrollo, los investigadores utilizan el término “estrucutra blastocística” para referirse a él. ¿Quién pensará que es uno de nosotros al oír hablar así de él?
Los miembros del equipo que dirige Kathy Niakan podrán modificar libremente la impronta genética de embriones sobrantes de fecundaciones in vitro con el objetivo, según nos cuentan, de comprender las fases iniciales de la vida humana, para saber por qué se producen los abortos espontáneos.
Quieren llegar a controlar hasta el último mecanismo del inicio vida humana. Y una vez conseguido este objetivo, seguirán deslizándose por una pendiente que les llevará a justificar la creación de embriones a la carta, basándose en criterios que nadie podrá ya someter a discusión.
“Queremos conocer el mecanismo genético por el cual un embrión humano acabará convirtiéndose en un bebé sano”, afirma Niakan. Y para ello utilizarán a cientos de mártires involuntarios que nunca podrán desarrollar ese mecanismo y que nunca llegarán a ver la luz.
Llama la atención que, en un intento vano de demostrar algún respeto hacia esa vida reconvertida y después desechada, aclaren que estos embriones no podrán ser implantados en el útero de una mujer.
Al final de la pendiente seremos nosotros los que no mereceremos vivir
Estamos lejos de imaginar lo que se nos viene encima. El cientifismo, que admite que todo lo que pueda hacerse en ciencia se debe hacer, se acabará convirtiendo en el arma de destrucción que llevará a la extinción a todos aquellos que en algún momento de nuestras vidas no cumplamos con los criterios de calidad vigentes en cada momento.
Hoy son los ancianos, los enfermos del tipo que sean, los recién nacidos, los seres humanos cuya vida acaba de empezar. Hoy se les desecha porque no tiene forma humana, porque teniéndola nos desagrada, porque no producen, porque no gritan ni votan. Pero al final de la pendiente, cuando el golpe se avecine tan duro que no podamos ya frenarlo, seremos nosotros, los que desde una posición de superioridad pensábamos que nunca nos tocaría, los considerados seres infrahumanos que no merecen vivir. Ojalá aún estemos a tiempo de dar marcha atrás.