Mientras el mundo de la prensa se derrumba ante nuestros ojos -el viejo The Guardian también pide dinero a sus lectores- y la profesión periodística se degrada hasta límites de náusea, las marcas toman el relevo de la información y de la comunicación de masas.
Y lo hacen con los mismos «tics» totalitarios que han caracterizado a los periodistas que se lo han creído y que ahora no son nadie: un señor Ramírez que en España pretendía cambiar gobiernos; un señor Roures que hacía de trotskista caviar; un Emilio Romero que no acertó con la Transición y quería condicionarla; o un Cebrián que pasó del Movimiento Nacional al Club de Bilderberg sin que le temblase nada más que la cartera, que iba dilatándose en su bolsillo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn los Estados Unidos de la América del Norte, los muchachos de la prensa se vendían a la CIA -si no lo hacían, los mataban- y montaban Watergates y mentiras sobre armas de destrucción masiva, o armas químicas, o tapaban lo de Kennedy, y el mundo les reía las gracias y los ponía como ejemplo -ay- de libertad de expresión.
«Twitter censura cuentas que dicen la verdad sobre algunos moros al servicio de la masonería, el amigo Saliquet»
Y en eso llegó Trump, llegó el empresario y mandó parar.
Pero no han parado. Twitter censura cuentas que dicen la verdad sobre algunos moros al servicio de la masonería, el amigo Saliquet -nieto del gran general-; Facebook revisa los anuncios y si no le gustan porque no comulgan con el dogma LGTB, los prohíbe. Y Microsoft dice que filtra cosas y no sabe porqué, no contesta. Luego estos mismos capos hablan de fake news con la misma hipocresía con la que un meapilas se va de putas.
Esto último lo tengo documentado -lo de Gates, no lo de las putas- porque uno de mis periodistas me vino con la noticia y le dije que hiciera de periodista de verdad y llamase y a ver qué le decían en Microsoft, porque hay que comprobar los hechos y nada mejor que el protagonista para hacerlo. El resultado fue desolador.
Las marcas se creen que nos pueden callar con «preciosas puestas de sol» -dice Francesc, mi periodista, que «eso es exactamente la publicidad: atardeceres de postal»- y que la preocupación por nuestra información en manos de multinacionales no corre peligro porque «lo digo yo». ¿Lo dice usted que, por error, ha soltado información sobre uno de sus producto estrella? ¿Y quiere que le crea?
Vean, pues, el resultado en forma de artículo.
Todavía espero una respuesta más o menos razonable.
«Ayer, 6 de Junio, se publicó en phoneArena que el gigante informático Microsoft había revelado por accidente en su cuenta oficial del portal web chino Bilibili una grabación en la que aparecía su dispositivo Surface Mobile y las características del aparato. No sabemos si la filtración es real, puesto que “Microsoft ni confirma ni desmiente rumores”. No obstante, lo sabremos en cuanto salga el nuevo teléfono de la compañía. De ser real, se haría evidente que, por muy elaborados que sean los sistemas de codificación de la multinacional tecnológica, la falta de diligencia de sus empleados podría llevar a la compañía a una crisis de confianza.
Subir un archivo a Bilibili es tan fácil como subir una foto a Facebook, o enviarla por Whatsapp. Basta con que alguien con acceso a información confidencial decida subir el archivo que la contiene para hacerla pública.
«¿Cuidará Microsoft tan bien la información de sus clientes como cuida la de sus proyectos?»
La compañía puede hacer firmar acuerdos, amenazar con despidos o incluso lograr sanciones económicas astronómicas. Pero ninguna de estas medidas puede impedir físicamente a un empleado de Microsoft compartir información indebida. Toda reacción por parte de la compañía sería póstuma.
Visto esto, y considerando que la confidencialidad de un proyecto millonario como es el nuevo Surface Mobile es un tema capital en la empresa, nos hemos preguntado: ¿Cuidará Microsoft tan bien la información de sus clientes como cuida la de sus proyectos?
Outlook tiene 400 millones de usuarios: particulares y empresas. Almacena información confidencial de todo el mundo por un valor incalculable. Motivaciones para aprovechar el acceso a esta información no faltan.
Asumimos que Microsoft no tenía ningún interés en filtrar información acerca de su nuevo teléfono. La compañía nos ha asegurado que no se trata de ninguna operación de marketing encubierto, e insiste en que cumple con los requisitos de seguridad al más alto nivel, “siempre cuidando de nuestros clientes, incluyendo los de teléfonos Windows”.
Sin embargo, podrían haberse filtrado archivos desde dentro y la compañía no se ha molestado en desmentir que tal hecho hubiera podido ocurrir. Microsoft ha respondido poniendo el foco en el producto, y se ha conformado con una afirmación ambigua.
Pero si ponemos el foco en la acción: que alguien con acceso a información privilegiada de la compañía la podría haber publicado, estamos hablando de una falta de diligencia por parte de algún trabajador que ayer repercutió negativamente sobre la empresa, pero que mañana podría repercutir negativamente en el consumidor final.»