Puedes pasarte o quedarte corto. Y hagas lo que hagas, te criticarán. Las redes sociales ardieron con el hashtag #OscarSoWhite al tiempo que un montón de artistas empezaban a manifestarse. Por supuesto, nadie remaba a contracorriente, todo eran protestas, y las tímidas voces que señalaba lo exagerado de la reacción, eran sometidas a linchamiento, no son tiempos para el matiz, no se escucha lo que dice el otro.
Los hay que han amenazado con el boicot. Y en un mundo de apariencias compuesto de alfombras rojas, selfish y declaraciones ocurrentes, donde la imagen importa mucho, uno se ve obligado a mojarse. Por supuesto la presidenta tiene que hacer algo, cambiar las reglas, prometer que habrá más actores negros y más mujeres entre los académicos, que jubilarán a los blancos que casi no están en activo. En el torbellino de reacciones no faltó la de un miembro de la Academia gay, que con sorna pedía perdón por ser blanco, y porque había accedido a ese club selecto por una nominación al Oscar al mejor corto hace ya muchos años.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEsta semana se estrena La verdad duele, y hay quien piensa que su protagonista, Will Smith, debiera haber sido nominado a la estatuilla dorada. Desde luego lo cree su esposa Jada Pinkett Smith, que es de las que ha llamado al boicot, trasladando la sensación de que al final lo suyo es una pataleta personal. Yo no creo –la verdad duele, ya lo dice el título– que mereciera la candidatura al Oscar, sobre todo porque se trata de una película bienintencionada, bonita, pero fallida en su conjunto. El film, basado en hechos reales, relata la peripecia de un forense nigeriano que ejercía en Estados Unidos, y que ligó algunos trastornos psíquicos de los jugadores de fútbol americano, que les empujaban a la depresión y al suicidio, con las frecuentes cargas frontales sucedidas en los partidos. Su opinión le enfrentará a los capitostes de la Liga Profesional, que temen que este deporte nacional –y también sus bolsillos– sufran por sus teorías. Típica historia de David contra Goliat, hay torpeza narrativa, y Smith parece demasiado impostado a la hora de imitar el acento nigeriano y trasladar una imagen entre ingenua y de sabelotodo.
Pienso que lo ocurrido este año es sintomático de cómo internet está cambiando nuestras vidas, las reacciones no habrían sido las mismas hace unos años. No pienso que cuando en 2014 ganó el Oscar 12 años de esclavitud, con premios para el director Steve McQueen como productor y Lupita Nyong’o como actriz de reparto, más la nominación de actor principal para Chiwetel Ejiofor, la situación fuera modélica en el tema racial, y que dos años después, por razones ignotas, la situación haya dado un vuelco en la Academia.
Los Oscar son unos premios bastante populares, que reflejan en gran parte lo que piensan los aficionados al cine, dentro de una tendencia bastante marcada de orillar a las consideradas películas de palomitas, como el último Star Wars. Esto explica de sobras que una cinta valiosa como Creed. La leyenda de Rocky, se haya quedado con una sola nominación para el italoamericano Sylvester Stallone, y hayan sido ignorados el protagonista Michael B. Jordan y el director Ryan Coogler. Curiosamente, en un movimiento que es difícil definir como generoso o calculado –se juega el Oscar–, Stallone ofreció a los dos mentados boicotear la gala, y dice que ambos le animaron a no hacerlo.
Podía haber estado en los Oscar Beasts of No Nation, dura historia de los ninos soldados en África. Pero pesa la mentada dureza, y su distribución nada convencional, en España sólo ha llegado via streaming a través de Netflix, y en Estados Unidos simultaneó esta forma de estrenarse con su lanzamiento en algunas salas de cine. La industria todavía mira con recelo este modus operandi, así que se entiende de sobras la no-consideración al Oscar de la película.
Hay una cinta rapera que opta al mejor guión, Straight Outta Compton. Curiosamente los autores del libreto son blancos, así que la indignación que busca razones para autoalimentarse esté de enhorabuena. Aunque fue popular en la taquilla USA, la verdad es que las cintas musicales de este porte no suelen arrasar en los premios, me viene a la cabeza otra de rapero blanco, 8 millas, para corroborar mi impresión.
Total, ¿a quién había que haber nominado? ¿Al odioso Samuel L. Jackson de Los odiosos ocho? ¿Al galáctico John Boyega? No me parece. Quizá la falta de diversidad esté en las películas buenas que se hacen y no en los premios y las nominaciones. Este año no ha habido títulos indiscutibles protagonizados por afroamericanos. Y se hacen muchas, aunque algunas dirigidas casi exclusivamente a los propios afroamericanos, como las que impulsa Tyler Perry, experto en gospel, que por cierto, fue considerado por Forbes como la persona del mundo del entretenimiento mejor pagada en 2011. O sea, que en lo que a emolumentos se refiere parece que hay diversidad racial, después de todo.