Un periodista, camino de Guantánamo: «Hay que derribar las carrozas del orgullo gay»

    Hay charcos que no se pueden pisar y otros en los que se debe chapotear para salpicar de barro a todo el que disienta, que así se manifiesta la corrección política. Que la mayoría escoja la segunda opción es una de esas felices casualidades que hace que el rebaño se crea libre y espontáneo.

    0
    Un detenido en Guantánamo tras ser interrogado por oficiales del Ejército de EE UU en febrero de 2002. (EFE)

    Nos imaginamos al infeliz plumilla o tertuliano estival que se atreviera a decir tal cosa camino del cadalso recibiendo el desprecio de la indignadísima profesión periodística, que no tardaría en convertir en apestado al susodicho.

    «Enviaría dos tanques y derribaría las carrozas del orgullo gay». Si un periodista español lo dijese en uno de esos programas de máxima audiencia del duopolio Atresmedia-Mediaset, los dueños de la cadena, la presentadora del espacio y el propio protagonista habrían pedido perdón en lo que uno tarda en convertirse en Trending Topic.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

    Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

    Suscríbete ahora

    Este martes, sin embargo, se dijo tal cosa en ‘Espejo Público’ de Antena 3, aunque sustituyendo las carrozas por una avioneta, la de Hazte Oír, que denuncia la imposición de leyes LGTBI en las escuelas.

    Un minuto después de que en Antena 3 se dieran lecciones sobre incitación al odio en la tertulia de Espejo Público, el periodista Diego Revuelta aseguró que era el momento de mandar cazas contra la avioneta, sacar al piloto -oh, gracias- y finalmente derribar la aeronave.

    Perro obediente, hueso asegurado

    Por supuesto, nadie de ese programa ha rectificado, ni tampoco ha ardido Twitter ni la fina piel de los que mandan en la profesión ha sufrido rasguño alguno.

    Hay charcos que no se pueden pisar y otros en los que se debe chapotear para salpicar de barro a todo el que disienta, que así se manifiesta la bendición de la corrección política. Que la mayoría escoja la segunda opción es una de esas felices casualidades que hace que el rebaño se crea libre y espontáneo.

    Hemos asumido la eliminación de la inversión de la carga de la prueba -como en la ley contra la violencia de género- con la naturalidad del lacayo que ha renunciado a su libertad

    Por eso tampoco es difícil aventurar que de haber arremetido contra las carrozas, el tertuliano estaría camino del Guantánamo del pensamiento que ya prepara Podemos -con el aplauso entusiasta de todo el arco parlamentario- para aquellos que no se dobleguen al discurso único. Perro obediente, hueso asegurado.

    Podemos incluye en su ley LGTB la eliminación de la inversión de la carga de la prueba / Twitter @alonso_dm

    Hoy en ciertas cuestiones el Congreso luce con el gris monocolor de las peores dictaduras. Es muy probable que en septiembre la cámara baja apruebe la ley mordaza LGTB que incluye, entre otras cuestiones, la eliminación de la inversión de la carga de la prueba, es decir, que uno ya no es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Ahora eres culpable si el lobby rosa lo estima oportuno. Luego, ya veremos si el juez te cree.

    El peor totalitarismo es el que simula apariencia democrática, pues si no cabe la discrepancia real, de poco sirven 17 parlamentos, un Congreso y un Senado

    Hemos asumido la eliminación de la inversión de la carga de la prueba -como ya ocurre con la ley contra la violencia de género- con la naturalidad del lacayo que ha renunciado a su libertad. Un atentado contra un Estado de Derecho que en España ya ha claudicado al lobby feminista. Ahora viene el rosa.

    Quizá es mucho pedir que la prensa abra un sincero debate al respecto, porque hace tiempo que en el Congreso suceden cosas extrañas. A veces es difícil distinguir al periodismo del poder, como en esa esperpéntica ‘rueda de prensa’ que Pablo Iglesias ofreció sentado en la moqueta de la cámara baja rodeado de profesionales de la información como si aquello fuera una asamblea del 15-M en la Puerta del Sol.

    Pablo Iglesias sentado junto a un grupo de periodistas en el Congreso de los Diputados

    Que en líneas generales el periodismo patrio tiene más miedo que vergüenza es tan viejo como la última exclusiva de Eduardo Inda. La mayoría de los periodistas que la semana pasada arroparon a Hermann Tertsch peinan canas, síntoma inequívoco de que muchos de los jóvenes cachorros del nuevo periodismo tienen bien aprendida la lección de que para llegar hay que tragar.

    Uno de esos sapos, quizá el mayor, es la hegemonía cultural progresista, que no se discute, y que decide qué es lo que se puede decir. Todos saben que al que rechista le espera la marginación y el desprecio de quienes mandan en esto. Por eso el peor totalitarismo es el que simula apariencia democrática, pues si no cabe la discrepancia real, de poco sirven 17 parlamentos, un Congreso y un Senado.

    Lo dijo Ruiz Quintano: el que se mueve no sale en la tertulia. Y luego se preguntan por la pérdida de credibilidad de los grandes medios de comunicación.

    Comentarios

    Comentarios

    Licenciado en periodismo por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Tomó la alternativa en Intereconomía -semanario Alba, La Gaceta, Los Últimos de Filipinas, Dando Caña, 12 Hombres sin vergüenza- de la mano de Gonzalo Altozano y Kiko Méndez-Monasterio, de los que aprendió incluso algo de periodismo. Más tarde escribió para los digitales La Información y Periodista Digital. Viajó a Irak antes que a Roma, le apasionan la Historia y la tauromaquia. Nazareno de Sevilla.