Regreso al pasado o la escuela nada extraña de los nuevos Spielbergs

    Netflix acaba de estrenar en su plataforma de streaming la serie “Stranger Things”, una entretenida creación de los hermanos Matt y Ross Duffer de la que cabe extraer una indudable conclusión: la sombra del Steven Spielberg ochentero es alargada.

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    Escena de la serie Stranger Things
    Escena de la serie Stranger Things / Netflix

    Todo el mundo suele coincidir en que el cine más importante de Steven Spielberg es el que ha sido etiquetado como adulto, cuando al fin creció y entregó obras maestras como La lista de Schindler, donde se atrevía con una cuestión tan peliaguda como el holocausto. No seré yo quien niegue los logros de ese film, y sin duda que títulos como Salvar al soldado Ryan, Lincoln o El puente de los espías revisten una extraordinaria solidez.

    Sin embargo, paradójicamente, el sello personal e inconfundible de Spielberg se encuentra más fácilmente identificable en sus películas denominadas palomiteras, las que él deseaba ver como espectador, a modo de Peter Pan que no quería crecer, y que impulsó decididamente bien poniéndose detrás de la cámara (Tiburón, Encuentros en la tercera fase, E.T., el extraterrestre, En busca del arca perdida, Parque Jurásico…), bien respaldando los proyectos de otros en el rol de productor (Los Goonies, Regreso al futuro, Poltergeist, Gremlins, El secreto de la pirámide, El chip prodigioso…).

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    Escena de la serie Stranger Things
    Escena de la serie Stranger Things / Netflix

    Al final, cuando queremos detectar la huella de Spielberg en otros cineastas actuales, son estos títulos la referencia obligada. Las cintas serias del cineasta tienen su influencia, pero ésta es bien distinta: tocan cuestiones de entidad, conmueven, pueden ser poderosas visualmente y estar muy bien rodadas, pero el modo en que otros directores continúan por su misma senda no resulta tan fácil de rastrear, puede ser una inspiración, desde luego, pero no de un peso estilístico con nitidez a prueba de bombas.

    Por supuesto que la trama contiene menciones directas de George Lucas, J.R.R. Tolkien y Stephen King

    Uno ve Stranger Things, y advierte que la serie está traspasada del espíritu Spielberg por todas partes. Por supuesto que la trama contiene menciones directas de George Lucas, J.R.R. Tolkien y Stephen King, todo ese humus cultural que hizo soñar a una generación… Pero veamos. La trama de unos chavales y adolescentes de instituto, hermanos pequeños y mayores, algunos con familias desestructuradas, que viven en zonas residenciales y conocen a una niña con poderes especiales, que se enfrentan a unos oscuros agentes gubernamentales, que conectan con un extraño submundo paralelo, ¿no remiten inmediatamente tales elementos a Encuentros, E.T., Poltergeist, Regreso al futuro, Los Goonies?

    Es evidente que los hermanos Matt y Ross Duffer, que también han intervenido en la adaptación televisiva de Wayward Pines, son discípulos aventajados de la escuela Spielberg, y continuamente le están rindiendo homenaje. Incluidos el póster de Tiburón que adorna una habitación, y un monstruito al que le pegan un disparo a lo bestia de un modo que recuerda a la famosa película del escualo. En la producción y dirección de episodios ha intervenido también Shawn Levy, en cuya saga Noche en el museo también aletea el cine spielbergeano.

    Pienso además en dos directores españoles a los que sin duda Spielberg no les resulta indiferente. Jaume Collet-Serra en Infierno azul no puede dejar de tener como referente Tiburón, mientras que Juan Antonio Bayona, a la hora de narrar un drama familiar en torno al tsunami de Tailandia de 2004, describe cómo un chaval se ve obligado a madurar, al más puro estilo de El imperio del sol.

    Escena de la serie Stranger Things
    Escena de la serie Stranger Things / Netflix

    En este regreso al pasado de las películas de Spielberg, que trajo hasta un remake de Poltergeist en 2015, ni siquiera el propio director deja de hacer sus personales incursiones. No es la primera vez que digo que Mi amigo el gigante consiste en una nueva versión, inferior, eso sí, de E.T., el extraterrestre. Y por supuesto su respaldo reciente a series como Falling Skies y La cúpula van en la misma dirección nostálgica.

    El rey Midas de Hollywood no va a dejar nunca de respaldar a los nuevos Spielbergs que remueven en su cine ochentero, como su amigo J.J. Abrams, a quien produjo en 2011 Super 8, nostalgia cinéfila y de pandillas que remitía por supuesto a Los Goonies entre otras. Fue además ese trabajo el que le llevó a recomendarle a su amiga Kathleen Kennedy como el hombre que podría superar con éxito el desafío de iniciar una tercera trilogía de Star Wars sin George Lucas. Dicho y hecho, porque J.J. puede ser el discípulo más aventajado de esa escuela que nadie sabe que existe, o tal vez sí, de Spielbergs del siglo XXI.

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    Zaragozano, ingeniero de telecomunicación, crítico de cine. Director de decine21.com. Ha dirigido las revistas Cinerama, Estrenos y DeVíDeo. Autor de numerosas críticas, entrevistas y ensayos relacionados con el Séptimo Arte, ha publicado un buen puñado de libros de cine, entre los que destacan "Escritores de cine" y "En busca de William Wyler".