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Popieluszko, el sacerdote de los obreros que murió a manos de los comunistas en Polonia

El padre Jerzy Popieluszko celebrando misa ante miles de fieles.

El padre Jerzy Popieluszko celebrando misa ante miles de fieles.

El cuerpo torturado del padre Jerzy Popieluszko fue encontrado en el río Vístula cerca de la presa de Wloclawek, en el comunicado oficial del Ministerio del Interior Polaco se afirmó que el cuerpo había sido localizado a última hora de la tarde, era el 31 de octubre de 1984.

A las 20:00 se leyó en la radio polaca el comunicado oficial del Ministerio del Interior, donde aseguraba que estaban haciendo «intensas investigaciones encaminadas fundamentalmente a identificar a los principales instigadores del secuestro y asesinato del padre Popieluszko».

Minutos más tarde la televisión oficial transmitió una serie de imágenes sobre la búsqueda en el río y la localización del cuerpo. Kaspar miró con atención a los hombres rana sumergirse a plena luz del día.  

El padre Popieluszko fue detenido por el Servicio de Seguridad bajo el pretexto de una inspección de tránsito. Fue secuestrado, brutalmente torturado y cruelmente asesinado

Ya eran las 20:15, pensaba en el desenlace que había tenido la historia del padre Jerzy. De pronto, recordó las imágenes de la televisión y había algo que no encajaba. Estaba lavándose los dientes cuando se dio cuenta: las imágenes habían sido grabadas en horas de luz, las autoridades dijeron que se encontró el cuerpo a última hora de la tarde (hacía menos de una hora) pero esos días en Varsovia oscurecía mucho antes de las seis. Un onda helada le recorrió el cuerpo.

El sacerdote Jerzy Popieluszko iba en coche hacia Varsovia cuando fue detenido por el Servicio de Seguridad bajo el pretexto de una inspección de tránsito. Fue secuestrado, brutalmente torturado y cruelmente asesinado. Desde hace tiempo el gobierno comunista lo seguía y lo vigilaba.  

Una sensación de tristeza y desasosiego dominaba a Kaspar. Desde el 19 al 30 de octubre asistió diariamente a las vigilias organizadas en la a iglesia de San Estanislao de Kostka para recuperar al secuestrado padre Jerzy. La comunidad rezó sin par día y noche.

Un momento de la vigilia de oración por el padre Jerzy Popieluszko.

Kaspar había acudido a las Misas por la Patria, nunca había hablado con él, ni siquiera lo había visto de cerca, eran miles de fieles los que acudían. Sin embargo, recordaba algunas de sus palabras sobre cómo vencer el odio a través del amor, cómo vencer el mal con el bien, la solidaridad mutua y la dignidad humana. Eran palabras que le habían devuelto esperanza. Intentó recordar frases enteras y la piel se le puso de gallina: La obligación de un cristiano es permanecer en la verdad, incluso si fuera a costarle muy caro, porque uno paga mucho por la verdad; solo la paja no cuesta nada”.

Popieluszko lo pagó con su vida. El régimen comunista lo consideraba subversivo. «Un hombre que es testigo de la verdad, es un hombre libre, incluso en condiciones de restricciones externas, incluso en un campo de concentración o en prisión», afirmó en una ocasión.

“… la esperanza no se puede matar. Hoy, más que nunca vemos y sentimos que la esperanza del agosto de 1980 vive y trae frutos. Lo vemos especialmente admirando la fidelidad de los ideales de nuestros hermanos, que regresan de la cárcel». «Hoy, esta esperanza tiene un valor todavía mayor, porque ha entrado en los corazones y las mentes de los hombres y aquello que entra en el corazón, que está profundamente ligado al hombre, no se puede arrancar por ninguna orden o prohibición», aseguraba.

Fue en 1980 cuando escuchó sobre el padre Jerzy por primera vez. Su primo que trabajaba en la Fábrica de Acero (Huta Warszawa) le había contado cómo prepararon la cruz, del momento tan emotivo cuando entró ¡un sacerdote que iba a oficiar una misa, por primera vez en la fábrica!

Una imagen del funeral del padre Jerzy Popieluszko.

Nadie se imaginaría que ese sería un gran día, el día donde se sembró una semilla de esperanza en el pueblo polaco. Tampoco nadie se imaginaba que fue casi por casualidad que fuera a oficiar el padre Jerzy. Era el único que estaba libre ese día, a esa hora.

Después, él mismo hablaba del hecho: «Nunca olvidaré este día ni esta misa. Estaba realmente nervioso. Para mí era una experiencia completamente nueva. Me preguntaba ¿qué encontraré en esta fábrica, ¿cómo me recibirán los trabajadores?»; «Y luego en la puerta de la fábrica, fue una enorme sorpresa para mí. Una multitud de personas estaba sonriendo, llorando y aplaudiendo. Pensé que alguien importante está viniendo detrás de mí. Pero este aplauso fue una bienvenida para el primer sacerdote en la historia de la fábrica que ingresa a su puerta.[…] «Mis temores eran innecesarios, todo estaba preparado; un altar en el centro de la plaza de la fábrica y una cruz, que luego se colocó al lado de la puerta y permanece hasta hoy».

Kaspar se vistió lentamente, se puso orgulloso la chapa de Solidarnosc en el abrigo, salió de casa para dirigirse al funeral del padre Jerzy Popieluszko. Se podía percibir en el aire, Polonia olía a esperanza.

* Kaspar es un personaje ficticio usado para narrar los hechos.

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