Escribía Thomas Paine que «una mala causa será defendida siempre con malos medios y por hombres malos». Justo eso es lo que lleva demasiado tiempo pasando en Israel. Y es tan horrendo en sí mismo como incomprensible el tratamiento informativo que se le da en Europa.
Me recuerda un poco al asesinato sistemático de cristianos por parte del Estado Islámico; no he visto aún una sola portada sobre ellos. Vende más un top less de Miley Cyrus o alguna instantánea de refugiados sirios al raso.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLas imágenes son explícitas. Me quedo con la secuencia de un palestino que embiste con su coche a una parada de autobús, atropella a unos cuantos y apuñala al resto antes de ser abatido.
En otra puede verse a un falso periodista -convenientemente acreditado por la Autoridad Palestina– acuchillando a un soldado. O la más reciente, de la pasada semana, cuando un camión atropellaba a un grupo de soldados, matando a cinco de ellos. Hay más, todas con el mismo modus operandi: ciudadanos inocentes -ancianos, mujeres y ninos en su mayoría- asesinados por palestinos radicales sin ninguna razón.
Y en cuanto a la performance del falso reportero, no es la primera vez: en Gaza, por ejemplo, Hamas suele utilizar las ambulancias para trasportar a sus milicianos, todos con su peto de la Media Luna Roja y las armas guardadas dentro.
Hace poco más de un año llegaron a quemar la tumba de José -figura de judaísmo, cristianismo e Islam-. Siendo grave, duele -o debería doler- menos la destrucción de un edificio que la de una sola vida humana, aunque también cabe preguntarse ¿Qué sucedería de haber sido judíos o musulmanes quienes hubiesen hecho algo similar con una mezquita?
No habría bomberos bastantes en el mundo para apagar tanto fuego. Si es usted de donde sea y ve cómo sus compatriotas -incluidos sus seres queridos- son asesinados en su propio país ¿Qué clase de reacción pediría a las autoridades? ¿Diálogo con los asesinos? ¿Comprensión, quizá? ¿Alguna justificación o atenuante?
Si son los palestinos los que matan estamos ante un hecho aislado propiciado por la tensión
Soy cristiano, y he podido entrar sin problemas al Muro de las Lamentaciones, así como pasear por el barrio de Mea Shearim o visitar algún kibbutz. Esa sensación de seguridad no la he tenido en Belén ni en la Explanada de las Mezquitas. Tampoco pude entrar en Al Aqsa ni en el Domo de Omar -la famosa Cúpula Dorada-, y siempre había detrás la mirada recelosa de algún palestino.
Ya está bien. Se ataca a Israel en bloque cuando Benjamin Netanyahu o el primer ministro de turno hace alguna cosa que no gusta a la opinión pública internacional; todos los israelíes son lo peor y están juramentados con su gobierno. En cambio, si son palestinos los que matan -siempre empiezan ellos, conviene recordarlo-, estamos ante un hecho aislado propiciado por el clima de tensión que les empuja a asesinar; hay que compadecerles.
Parece que está mal visto denunciar los crímenes palestinos sin meter alguna alusión a Netanyahu. Lo que hay detrás de los palestinos que están asesinando a ciudadanos inocentes se llama odio. Tan vulgar como eso. Primero secuestraban aviones, luego se inmolaban con cinturones de explosivos y ahora se meten en autobuses para apuñalar a sus viajeros o atropellar a todo aquel que se les ponga por delante. Y para colmo, tras el último atropello, miembros de Hamas repartieron caramelos por la franja de Gaza para «celebrar su hazaña». ¿Qué será lo siguiente?