Nadie te ha dado la oportunidad de vivir. Te han dado la espalda. ¿Por qué? Porque tus problemas no les importaban. Porque vivimos en una sociedad individualista, egoísta y efímera, en la que solo vale nuestro ego. Porque para ellos es más fácil “concederte” la eutanasia que invertir su tiempo, amor, cariño y esfuerzo en sanar tus heridas internas…
Con 17 años se han acabado tus oportunidades de intentarlo una y otra vez, de caer y levantarte, de estudiar, viajar, montar en moto, hacerte un tatuaje, fumarte un cigarrillo o probar el alcohol como escribías en tu lista de “cosas por hacer”. Tenías todo por delante.
La solución a las heridas de una niña a raíz de una violación no es matarla
No pongo en duda tu dolor y tu sufrimiento, quizás noches sin dormir y ganas de querer morir. Quizás desagradables flashback de lo que te pasó. Lo que pongo en duda es que la solución sea la eutanasia. No, no era la solución. La solución a las heridas de una niña a raíz de una violación no es matarla. Quizás la solución era otra.
Quizás necesitabas acompañamiento y conversaciones, sacar la rabia e ira que llevabas dentro. Necesitabas apoyo para superar tus traumas… Comprensión… Que alguien te dijera que tú no tienes la culpa de que existan almas oscuras y malvadas que sean capaces de violar a una niña inocente porque sí y despojarla de toda inocencia e ingenuidad, destruyéndola no solo por fuera, sino lo más doloroso e incurable, por dentro.
Noa, necesitabas terapias y ayuda de profesionales, salir a la calle, respirar aire fresco… Quizás podrías haber hecho una segunda versión de ese libro que sacaste, una novela romántica en la que las cosas no son tan trágicas y desagradables como lo que te pasó. Quizás podrías haber explorado otros géneros dentro de la escritura. Ni siquiera habías descubierto qué querías ser o a dónde querías llegar.
Todos hemos vivido momentos en nuestra vida en los que la mente ha querido vencer y nos ha dicho: “Basta”. Pero muchos salimos de eso. Y tú también podías
Podías haberlo superado, podías haber sido una gran escritora, haber cumplido tus sueños, quizás encontrar un verdadero amor que te enseñase que también existen almas buenas. Podías haber tenido hijos, o no. Podrías haber viajado por el mundo para conocer otras historias que te hubieran ayudado poco a poco a reencontrarte contigo misma. Podías haber hecho todo eso porque tenías 17 años y el mundo estaba a tus pies.
Todos hemos vivido momentos en nuestra vida en los que la mente ha querido vencer y nos ha dicho: “Basta”, hemos tenido esas heridas internas tan dolorosas que a veces solo nos piden paz, pero muchos salimos de eso. Y tú también podías. Porque solo necesitabas una mano amiga que te dijese que todo iba a estar bien. Pero eso requiere esfuerzo e implicación y ellos no tenían tiempo, o no querían tenerlo. Me asombra ver cómo este mundo, cada vez más dividido, se hace más insulso y sinsentido. Pasa con todo… la gente no quiere sacrificarse por los demás.
¡Qué egoísmo despiadado!
Noa, si hubieras sido mi hija, mi amiga, mi vecina, mi compañera de trabajo, no te hubiera apartado. Hubiera invertido todos mis recursos y esfuerzos en que vieras que la vida, por muy dura que sea, tiene un sentido. Hubiéramos probado mil maneras de salir del túnel y ver la luz. Quizás las heridas no hubieran desaparecido nunca, pero habrían cicatrizado y el dolor habría pasado a ser un triste recuerdo nefasto de una lejana época pasada. Pero ellos no han querido implicarse en tu dolor y ya no hay marcha atrás.
Te han dado la espalda, Noa, y yo lo siento mucho por ello. Que descanses en paz.
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