“La peor hora es entre las tres y las cuatro de la mañana», comenta Cristina Umaña. Esta joven lleva, junto con un grupo de hombres y mujeres, unas cinco horas refugiadas en el atrio de la parroquia Santa Ana, ubicada en el céntrico barrio de Teusaquillo, en Bogotá (Colombia).
Aunque en la madrugada el silencio de la húmeda capital sudamericana es ensordecedor y la temperatura desciende incluso hasta los 5 grados, estos laicos se han mantenido firmes durante un mes y medio rezando y ayunado ininterrumpidamente como parte de la campaña 40 Días por la Vida, con la que esperan terminar el aborto.
El lugar fue escogido porque en la zona se estima que hay cerca de 80 clínicas abortistas, de las cuales sólo dos son legales. Una de ellas, Oriéntame, está a pocos metros de la iglesia. Durante el día, desde la acera de la parroquia se ora por los trabajadores, visibles e invisibles, y por las madres que, dispersas por la ciudad, piensan en abortar. Pero en la noche, el grupo se moviliza hasta la puerta de la clínica donde ora de rodillas desde la media noche y hasta las dos de la madrugada.
Más de medio millón de personas de 30 países participan en estas vigilias
En más de una ocasión, desde la institución les han tomado fotos y vídeos. Otras veces, los trabajadores han abandonado el local durante la vigilia, teniendo que atravesar al pacífico y orante grupo para tomar el taxi que los espera sobre la medianoche.
De Texas a Sudamérica
40 Días por la Vida comenzó en Texas en 2004, cuando los cristianos locales organizaron una campaña de oración para revitalizar los esfuerzos provida en su comunidad. Pero otras ciudades se enteraron de la campaña y ésta se extendió rápidamente. En 2007 se institucionalizó y se expandió a otros países; ahora todos realizan las jornadas de oración en simultáneo.
“Cuando miro lo logrado con 40 Días por la Vida puedo ver que el aborto va a terminar. Las personas de más de 30 países se han unido a esta causa común y más de medio millón de personas ha participado en las vigilias pacíficas”, explica a Actuall, desde Estados Unidos Katherine Britton, directora de la campaña para América Latina.
Se han cerrado 64 clínicas que practican abortos
Según la coordinadora estadounidense, se han cerrado 64 clínicas de aborto y más de 10.500 madres han cambiado de opinión y elegido la vida debido a las personas de pie fuera de la clínica.
En 2015 se inauguró la iniciativa en Latinoamérica siendo México el país pionero, donde el aborto es legal en la capital hasta las 12 semanas de embarazo. Le siguió Colombia y Brasil, donde se permite la interrupción del embarazo si hay riesgo de vida para la madre, violación o malformación del feto.
Un grupo de jovenes colombianos
Tras ponerse en contacto con los organizadores estadounidenses, un grupo de jovenes colombianos decidió formalizar la iniciativa. “Ahora hay un grupo base, que cubre las 24 horas del día, pero siempre llegan voluntarios o transeúntes que se detienen para orar por todas aquellas mujeres que están pensando en abortar”, explica a Actuall la joven Umaña que también es una de las coordinadoras. Además de los rezos, los manifestantes cantan e incluso se forman en temáticas como la teología del cuerpo o la ideología de género.
“En las campañas de Ciudad de México y Bogotá, la música, los cantos y el sentido de comunidad nos ha sorprendido”, explica Britton al analizar los modelos latinoamericanos. Además, asegura que han sido un reto pues hay casos como el de Tampico, México, y Río de Janeiro, Brasil, donde se lleva a cabo la oración en un lugar público ya que no hay clínicas de aborto visibles ante las que puedan celebrar la vigilia de oración.
«esta no es una guerra contra quienes se plantean abortar, sino contra el aborto»
“Ha sido desgarrador ver cómo llegan los camiones de basura a recoger las bolsas rojas (utilizadas para depositar desechos biológicos) o cómo llegan los carros de valores a recoger el dinero que hacen diariamente en esta clínica”, reconoce Cristina al meditar sobre la experiencia.
Feministas al ataque
También fue difícil para los participantes mantener la calma cuando llegó un grupo de feministas extremistas a manifestarse para “defender a sus colegas” con cantos insultantes que luego evolucionaron a grafitis.
“Nosotros no respondimos, ese no es el espíritu de la campaña. Esto no es una guerra contra ellas, nuestro enemigo es el aborto. Sólo oramos por ellas, que tienen mucho dolor y muchas heridas también”, agrega la joven.
“Creo que la oración es la única manera de terminar el aborto y creo que lo estamos logrando. Sólo Dios puede acabar con este flagelo y vemos que está sanando nuestras tierras”, afirma Britton y agrega que las tasas de aborto han disminuido en las ciudades donde se lleva a cabo 40 Días por la Vida.
Cristina y muchos de los voluntarios, entre los que hay madres que han abortado y jovenes, creen que el fruto ha valido el esfuerzo. “Sabemos que han renunciado enfermeras de la clínica y que ha habido siete madres que han preferido la vida… pero Dios sabe cuántas cosas más está haciendo”, dice la joven con una sonrisa mientras se prepara para la siguiente hora de oración.
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