Vivimos una enorme crisis. Pese a que algunos insistan y nos repitan cada día en los telediarios que ha comenzado la recuperación económica, afirmo que seguimos en crisis. Una crisis moral y nacional que ha sido alimentada y sostenida por la inacción de un Gobierno que ha olvidado los valores de quienes le eligieron.
Pero como tenemos unas elecciones a la vuelta de la esquina y tiempo habrá para que cada cual responda de sus actos y de su programa, no hablaré ahora de la traición de un Presidente que ha mantenido en vigor la Ley Aído y ha apartado de su vera y de sus listas al Congreso y al Senado a aquellos parlamentarios que osaron discrepar por defender el derecho a la vida.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLos políticos tenemos la gran responsabilidad, no sólo de gestionar el día a día, sino el deber de velar por el mundo que se encontrarán nuestros hijos y nietos el día de mañana. Por este motivo la Familia debe ser una prioridad en las políticas de Estado y éstas deben tener horizontes amplios y ser ajenas a vaivenes de cambios de Gobierno.
La defensa de la familia se inscribe en el discurso más general de promoción de la vida, pues el amparo que el ser humano merece, debe extenderse al conjunto de su existencia y, por lo tanto, a la institución en la que se desarrolla en sus primeros y más vulnerables años.
Sólo protegiendo a la familia, protegeremos a los más débiles de la misma: los no nacidos y los ancianos. La fortaleza de la familia es la fortaleza de la vida, desde la concepción a la extinción natural.
Impulsar políticas contra la vida equivale a un suicidio colectivo
En una España que se encuentra en la actual tesitura demográfica, impulsar políticas contra la vida equivale a un suicidio colectivo: favorecer el aborto es, simplemente, aniquilar el futuro.
No podemos aceptar que un drama como el aborto se convierta en un derecho porque el aborto puede ser un hecho, pero nunca un derecho: el aborto es una tragedia en la que padecen dos seres, la vida que se elimina y la mujer a quien se le práctica.
Los datos son abrumadores al respecto: las mujeres que abortan sufren una tasa de suicidio y de desequilibrio emocional muy superior a la media. La vida protege a la mujer, el aborto la daña; muchas veces, irreversiblemente.
El aborto es un mal para la mujer, el objetivo debe ser siempre aborto cero
Por eso, porque el aborto es un mal para la mujer –y en esto podemos establecer un consenso incluso con el feminismo más radical–, el objetivo debe ser siempre aborto cero. Y no hay otro camino que desarrollar una decidida política de información y de asistencia a la mujer en dificultades, y a la vez elaborar de alternativas reales para la mujer, con la defensa y promoción de la vida como primer objetivo.
Pero hoy el Gobierno de la nación ha renunciado a este objetivo. Sin embargo, este domingo en Madrid millones de españoles, entre los que me incluyo, saldremos a la calle para Marchar por la Vida una vez más y defender a los más débiles de entre nosotros, los no nacidos.