Leo en la portada de El País de este viernes el siguiente titular: “62.00 animales sufren por la ciencia”. Pienso en los perritos galgos que son abandonados porque no sirven para la caza y también me vienen a la cabeza aquellos caballos desnutridos que fueron noticia en los informativos de casi todas las cadenas de España.
No cabe la menor duda de que la imagen de cualquier animal maltratado genera un instintivo rechazo en la mayor parte de la poblacion. Y me pregunto el motivo. Y sin haber estudiado mucho sobre la materia, llego a la lógica conclusión de que el ser humano es consciente del sufrimiento infligido a un animal.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLos animales sufren y sienten dolor y de ahí que los seres humanos nos preocupemos y debatamos acerca de su maltrato y de su uso en la experimentación científica.
No cabe la menor duda de que la imagen de cualquier animal maltratado genera un instintivo rechazo en la mayor parte de la poblacion
Y dentro de la especie animal, esta preocupación se ha centrado mucho en los monos o primates no humanos por su proximidad genética con los seres humanos.
Entonces, me acuerdo del Proyecto Gran Simio que pretende que a los chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos se les trate y se les reconozca derechos: el derecho a la vida, a la libertad y a no ser maltratados ni física ni psicológicamente.
Y todo me lleva a la siguiente idea: ¿Por qué seguimos sin reconocer el derecho a vivir a los más de cien mil ninos abortados al año en España, según los datos recogidos por el Ministerio de Sanidad?
El feto sí que es un ser humano, diga lo que diga la ministra Bibiana Aído, y si no que alguien me explique lo que es, puesto que no es una rata, ni un perro, ni una orca, ni un caballo de esos que vemos maltrechos en laboratorios, en la calle, en las playas, etc. y que tanta pena nos dan. ¡Es un nino! Y seguimos mirando para otro lado y consintiendo que los maten en el vientre materno escudándanos en que son células, en que no sienten dolor y en que la madre tiene derecho a decidir.
Tenemos que enseñar los abortos en vivo y en directo para que veamos un ser abortado por envenenamiento salino que muere 12 horas más tarde quemado, deshidratado, con hemorragia en el cerebro…
Y con todas estas ideas en la cabeza, llego a la siguiente conclusión. ¡Ya está bien! Tenemos que enseñar los abortos en vivo y en directo para que tú, ¡sí tú que me lees!, veas -y lo cuentes- un ser abortado por envenenamiento salino que muere 12 horas más tarde quemado, deshidratado, con hemorragia en el cerebro…
O para que tú, y más gente, veáis y contéis cómo quedan los bebés abortados por succión -técnica que engloba más del 90 por ciento de los abortos- despedazados para sacarlos del cuerpo de sus madres. Y cómo el mal llamado médico que practica el aborto -puesto que la Medicina se estudia y ejerce para prevenir y curar las enfermedades del cuerpo humano y no para matar- coge una pinza y extrae el cráneo que no cabía por el tubo de succión de la aspiradora…
Y para que toda la sociedad compruebe cómo con una especie de cuchillo se corta en trocitos al bebé, que al ser abortado siente dolor y ‘huye’ de su asesino. Y lo corta porque ya es demasiado grande para succionarlo y así puede sacarlo de su madre. O como otros abortistas matan con fármacos a la criaturas, o como… prefiero no describir las técnicas de nacimientos parciales o cesárea, que ya has tenido bastante…
Nos conmovemos con el sufrimiento animal, así es que deberíamos hacerlo con el sufrimiento humano. España está preparada para que le enseñemos el horror del aborto.