Regular la muerte

    En España mueren al año unas 50.000 personas sin tener acceso a los cuidados paliativos. Este es el drama. Este es el fracaso.

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    Un hombre es atendido en un hospital /Youtube
    Un hombre es atendido en un hospital /Youtube

    Nunca he logrado entender ese afán de los políticos de querer regularlo todo, incluida la muerte. Por más que lo intenten no pueden disimular que tienen unas ganas de eutanasia que tiran para atrás.

    Si no fuera así, no habría tanto empeño en aprobar leyes que, o bien redundan en lo ya legislado, o bien pretenden llevar a cabo un control sobre el ejercicio de la medicina por parte de nuestros profesionales.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    La ley de autonomía del paciente 41/2002, ya regula los derechos del paciente en lo que se refiere, entre otras cosas, al derecho a la información, rechazo o aceptación de un tratamiento, consentimiento informado, derecho a la intimidad, o establecimiento de instrucciones previas.

    La lex artis ha de ser siempre la guía para decidir en qué casos se ha de tomar una decisión terapéutica u otra

    La lex artis, es decir, el conjunto de prácticas médicas basadas en el conocimiento científico necesarias para tratar a un enfermo, ha de ser siempre la guía para decidir en qué casos se ha de tomar una decisión terapéutica u otra.

    La sedación terminal es siempre una indicación médica, no un artículo de una ley que se ha de cumplir. Y es por eso por lo que no se debe dejar la aplicación de la misma a criterio del legislador, ni siquiera del familiar por más que este desee lo mejor para el enfermo.

    Intentar regular por ley cuándo un médico ha de aplicar una sedación es como querer que el ginecólogo consulte el BOE antes de decidir si debe aplicar una cesárea o no.

    ¿Es necesario aprobar una ley para que se reconozca que todo ser humano debe tener una muerte digna?

    ¿Es necesario aprobar una ley para que se reconozca que todo ser humano debe tener una muerte digna? En mi opinión no.

    Lo que es necesario es procurar que las personas vivan dignamente hasta el final, y que tengan acceso a todo aquello que les permita llegar al final de su vida en unas condiciones dignas, hasta el momento de su muerte. Y eso no se consigue aprobando leyes.  

    Eso se consigue, en primer lugar, reconociendo que España está a la cola en los cuidado paliativos.

    Según afirma el Dr. Gándara, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, en España mueren al año unas 50.000 personas sin tener acceso a los cuidados paliativos. Este es el drama. Este es el fracaso.

    Los políticos de turno pueden proponer más y más leyes basándose en un argumentario que no hay por donde coger, que destila ignorancia sobre lo que se pretende regular, pero mientras no designen partidas económicas a incrementar las unidades de paliativos pediátricos y de adultos, o se preocupen más de que en las universidades se aprenda a abortar antes que a cuidar a los enfermos terminales, no se conseguirá que los españoles mueran bien.

    Morir con dignidad no es un derecho, es algo inherente a la persona. Los que hemos acompañado a familiares en enfermedades largas o sin curación, los que hemos vivido su muerte al pie de la cama sabemos qué necesitan los nuestros, y qué necesitamos los que les rodeamos: cuidados profesionales de calidad, equidad en el acceso a las unidades de paliativos o facilidades por parte de las administraciones para poder cuidarlos y dedicar el tiempo que a veces no se tiene porque no se contempla la baja remunerada para el cuidador.

    No, no hace falta una ley que regule la muerte. Hace falta simplemente querer facilitar la vida a nuestros semejantes, sobre todo en los momentos más vulnerables de su historia, el comienzo y el final.

    Y eso sólo se consigue humanizando nuestras propuestas, poniendo a la persona en el centro y poniéndonos nosotros en su lugar. Y siendo eficaces en la respuesta.

    Que los legisladores se dediquen a regular el cumplimiento de las obligaciones de tipo administrativo, profesional e incluso moral, que tienen con nuestros enfermos, y que destinen dinero a cuidarlos como se merecen en sus últimos días.  

    De de lo demás ya nos encargaremos nosotros, salvo que quieran, también, regular cómo tenemos que amar, que todo se andará.

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    Doctora en Medicina especialista en Pediatría. He trabajado en proyectos de cooperación al desarrollo en Sudamérica y África. Exportavoz de Derecho a Vivir y diputada regional en Madrid por Vox desde 2019. Tengo la gran suerte de conocer una gran verdad científica: aquel que aparece en el mismo momento de la concepción es un ser vivo de la especie humana. Nuevo, diferente, único. No habrá otro igual a él sobre la faz de la Tierra. He dedicado parte de mi vida a proclamar esta verdad y a defender el derecho a la vida de cada uno de estos seres humanos.Es fácil. Me asiste la verdad y la certeza de que esta causa triunfará. Por eso estoy aquí.