El próximo 19 de octubre se celebra la XVI edición de los premios anuales que da la asociación HazteOir.org a personalidades que destacan por su lucha por los valores como la defensa de la vida, la familia o las libertades. Este año, uno de los premiados en la categoría «Unidad de España» es Albert Boadella. El dramaturgo da una entrevista a Actuall para hablar del panorama político actual, el intento de independentismo catalán y cómo ha recibido la noticia del galardón.

¿Cómo ha recibido la noticia de la concesión del premio HazteOir.org?

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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La vida de un artista se mueve entre la ética y la estética, y en este sentido, resulta muy satisfactorio recibir el premio HazteOir ya que no se trata de un galardón profesional sino de un premio cívico. Todo un honor.

Usted pasó de ser una de las grandes figuras culturales de Cataluña al enemigo del independentismo catalán, ¿pensó alguna vez que esto podría ocurrir?

El final de la obra “Alias Serrallonga” en 1975 marcaba ya mi posición frente al catalanismo. Todo se degradaba al son de “Els Segadors” que entonces no era todavía el himno catalán. Y el “UBU” sobre Pujol en 1981 fue la premonición de lo que sucedería en el futuro. Sin embargo, reconozco que el nivel de degradación política y moral en la que ha descendido Cataluña era muy difícil de prever. Una vez más la realidad ha superado la fantasía.

¿Cómo se ha pasado del catalanismo al independentismo unilateral?

Es una transición lógica. El catalanismo, incluso el que llaman “moderado” se asienta en una cierta superioridad de los catalanes frente al resto de españoles. Es muy difícil contener una deriva separatista cuando se estimula un sentimiento de esta naturaleza. El proceso final, culmina señalando un enemigo común. En este caso, España como responsable de todos los males. Es la unión en el odio que, lamentablemente, siempre es más poderosa que la unión en el amor.

¿Qué destacaría del juicio a los golpistas?

El respeto y la aplicación de la ley es el principio sobre el que se asienta una sociedad civilizada y democrática. Lamentablemente, España se ha desprotegido jurídicamente frente a los que tienen como objetivo su destrucción. Hemos tenido que llegar al extremo judicial para intentar frenar esta destrucción. Muy tarde. Si hubiéramos contado con unas normativas más contundentes en pequeñas acciones separatistas habríamos parado la epidemia en su momento. Entiendo que en la transición era muy difícil prever el grado de deslealtad al que han llegado los nacionalistas. Sin embargo, conociendo el tempestuoso pasado no había que permitir partidos que tuvieran como objetivo la destrucción del Estado.

¿Tabarnia ha desaparecido? Comenzó con mucha fuerza, pero parece haberse diluido, ¿quizá porque los golpistas ya han sido sentados en el banquillo?

Tabarnia es un recurso de emergencia. En lo político y en su parte satírica. Cierto que en los últimos tiempos el separatismo ha quedado algo noqueado ante el exilio y el encarcelamiento de sus líderes pero esto es una circunstancia temporal. Pronto volverán a sus objetivos y harán acciones que nosotros reflejaremos en clave de sátira.

¿Cree que los pactos con Sánchez para gobernar desembocarán en el indulto o habrá repetición de elecciones?

Sánchez es el presidente con el perfil más bajo que hemos tenido desde la dictadura. Con él puede suceder cualquier cosa. No hay un ápice de altruismo en su persona. Solo cuenta su ego. Tampoco tiene una idea de la España que quiere porque no es una inteligencia. En definitiva, tenemos que estar preparados a sus conveniencias, o sea, a lo peor.

¿Cómo valora la crisis de Sociedad Civil Catalana con el nacimiento de la Lliga Democrática?

Sociedad Civil siempre ha estado alentada por un cierto catalanismo. Lo que sucede, es que en momentos extremos, tuvo que decantarse claramente del lado constitucionalista. Vieron el precipicio ante sus ojos. Ahora creen llegado el momento de recomponer el catalanismo en forma de una Convergencia camuflada. Intentan resucitar un muerto, pues no podemos olvidar como acabó Convergencia, y por tanto, donde acaba conduciendo el catalanismo. Cuando al folklore y las legítimas costumbres propias de un territorio, se les confiere algo más que el tipismo de cada lugar, entramos en políticas de alto riesgo que derivan fácilmente en el enfrentamiento social y la xenofobia. Cataluña ha significado el ejemplo claro de esta situación.

Todos sabemos, gracias en gran parte a Tabarnia, que Barcelona is not Catalonia (Barcelona no es Cataluña) y que Tabarnia (que comprende varias comarcas de las provincias de Barcelona y de Tarragona no es independentista y por supuesto no está dispuesta a dejarse arrastrar por la ilegalidad de quienes quieren romper España), pero, en el supuesto caso de que a los golpistas se les siga dejando campar a sus anchas y hacer de las suyas, ¿cuál será la primera medida que tomará como presidente, ahora en el exilio, de Tabarnia? 

La dimisión. Porque se necesitará de una mente política y no de un artista.

¿Y la segunda?

La colaboración con el nuevo presidente

¿Cuánto tiempo estima que el resto de catalanes tardará en emigrar y reunirse con los tabarnases, que viven en una tierra con más riqueza, más cosmopolita, y donde se sienten orgullos de ser bilingües además de españoles y europeos?

Una fractura social como la catalana es de difícil recomposición si además se permite que sigan adoctrinando a nuevas generaciones y subvencionando una TV3 golpista. Debemos confiar que quizás, los que ahora son niños, reaccionen ante la presión que les ejerce una sociedad basada en el odio a todo lo español. Nunca un objetivo tan negativo puede triunfar. Las nuevas y jóvenes vidas llevan dentro anticuerpos que se acaban rebelando contra estas influencias destructivas. Los buenos, aunque sea por muy poco, siempre han acabado ganando, de lo contrario, no existiríamos como especie. En definitiva, se ha destruido una trama de afectos que será de muy lenta recomposición. En eso, todos los españoles deben sentirse implicados.

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