Principales grupos y corrientes anarquistas y antifascistas de EEUU
Principales grupos y corrientes antifascistas y anarquistas de EEUU

Los primeros antifascistas surgieron en la época de entreguerras como oposición a las ideologías que nacían y se expandían en esa época: el fascismo en Italia de la mano de Benito Mussolini y el nacional socialismo en Alemania con Adolf Hitler.

El nombre de antifascista proviene del grupo alemán original, Antifaschistische Aktion –Acción Antifascista-, perteneciente al Partido Comunista alemán.

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Como suele decirse, “muerto el perro, se acabó la rabia” y así fue como terminó el antifascismo tras la derrota de sus enemigos en 1945.

No fue hasta los años 80, y especialmente los 90, cuando éstos volvieron a la batalla de nuevo para frenar la ideología –en este caso neonazi- que se extendió como la pólvora a través de la tribu social denominada ‘skinhead’.

La victoria de Donald Trump ha provocado la rabia de estos grupos antisistema

Bajo el paraguas de ‘skinhead’ se agrupan corrientes opuestas. No solo existen nacional socialistas, sino también anarquistas, nihilistas y comunistas autodenominados muchos de ellos como SHARPS (Skinheads contra el prejuicio racial o ‘Skinheads Against Racial Prejuices’ en inglés). Lo ‘skinhead’ es un término laxo, tanto que hasta existen los ‘skinheads’ homosexuales.

Esta tribu social, cuya base era la clase obrera, tuvo mucha fuerza en Gran Bretaña a la par que se expandía lo ‘punk’. Con la llegada del tercer milenio y las evidentes consecuencias de la todopoderosa globalización, estos grupos empezaron a centrarse en la antiglobalización, el anticapitalismo y todo lo que fuera antisistema desde un espectro político izquierdista.

En el caso de EEUU ha sido la victoria de Donald Trump la que ha provocado que todos estos grupos, en apariencia inconexos, se hayan unido para pasar al ataque.

Cuál es su objetivo

‘Antifa’ es la abreviación de antifascista y es un término usado en Estados Unidos para definir a un grupo amplio y heterogéneo de personas cuya visión política oscila entre la izquierda y la extrema izquierda, pero que no se engloba en la tradicional plataforma del Partido Demócrata norteamericano –recordemos que el Demócrata no se consideraría un partido de izquierda en España-.

En el mundo político, como en la Naturaleza, todo tiene su opuesto. El caso de los antifascistas es semejante: viven para confrontar su opuesto, no pretenden aportar ninguna política alternativa ni ayudar a que los partidos de este corte ganen elecciones.

En la lucha contra la extrema derecha, el movimiento ‘antifa’ se ha aliado con colectivos locales, el movimiento Black Lives Matter – supremacistas negros que dispararon el año pasado a varios policías, además de perseguir a blancos por un supuesto privilegio racial- y los justicieros sociales –aquellos que creyéndose superiores moralmente al resto se erigen como ‘sheriffs’ sociales-. También tienen conexiones con Black Bloc, un grupo anarquista particularmente violento.

A los ‘antifas’ se les unen otros colectivos radicales como Black Live Matter o Black Bloc

Una de las principales acciones que realizan es investigar las páginas web de grupos de derecha y extrema derecha y exponer a sus miembros a un escarnio público a través de sus propias páginas web, como ItsGoingDown.org.

 

Su único objetivo es confrontar y eliminar las políticas y las personas que ellos consideran fascistas, racistas, etc.

Por supuesto, en la palabra fascista –al igual que ocurre en España o Europa- se engloba todo aquello que no sea de izquierda/extrema izquierda. Por fascista se entiende tanto el liberalismo económico británico decimonónico como al reaccionario carlista. Tanto es así que ahora el comunismo es “sinónimo” de democracia.

Creen luchar contra el totalitarismo, cuando son ellos los que prohíben las libertades de los demás

Este movimiento no tiene un líder oficial o una cara reconocible, tampoco dispone de centro de mando o de sede. Eso sí, dispone de varias redes diseminadas por todo Estados Unidos con un perfil muy agresivo y activista.

El ‘antifa’ cree que está luchando contra el totalitarismo. Muchos de ellos no creen en un Estado centralizado, pero con la obsesión de la protección del vulnerable los antifascistas se están erigiendo como autoridad que decide lo que debe pensarse y cómo deben organizarse los estadounidenses. Justo lo contrario a lo que buscan o proclaman.

 

Desde que este movimiento se llenó de anarquistas, sus activistas tienen poca confianza en el Estado, al que consideran culpable de permitir el fascismo y el racismo –cuando no de ser su encarnación-. Prefieren la acción directa: bloquean carreteras y avenidas para evitar las concentraciones legales de adversarios políticos, presionan a empresas para que despidan a los trabajadores con un perfil determinado o, si el adversario ha conseguido reunirse en un gran número, proceden a atacarlos violentamente –caso de Charlottesville-.

Un informe conjunto del Departamento de Seguridad Nacional (DHS en sus siglas en inglés) y del FBI acusa a los extremistas de izquierdas de ataques contra la policía, el gobierno e instituciones públicas, además de producir daños materiales en empresas que se consideras símbolos del sistema capitalista –Mc Donald’s, por ejemplo- o contra todo aquello que consideren racista o fascista, incluido personas. Es por esto por lo que se han ganado el adjetivo de terroristas.

Sus ataques se cuentan por decenas y cada vez son más violentos

En muchos de los vídeos de sus concentraciones vía Twitter o Youtube puede apreciarse que se reúnen portando armas, escudos y cascos que usan sin temor en los enfrenamientos.

Sus ataques se cuentan por decenas cada año y cada vez son más violentos. El uso de cócteles Molotov, bombas caseras o producir incendios son algunos de sus métodos de guerrilla urbana.

Enfrentamientos recientes

Desde la proclamación de Donald Trump como el 45º presidente de Estados Unidos, los ataques de este colectivo se han multiplicado exponencialmente.

En febrero, miles de personas se congregaron en el campus de la Universidad de Berkeley (California) para bloquear una conferencia de Milo Yiannopoulos, ex editor de Breitbart de origen griego-británico y homosexual, conocido por sus provocaciones a los progresistas y su postura contra la ideología de género y el feminismo.

En marzo, agredieron al científico y politico conservador Charles Murray mientras impartía una charla en la Universidad de Middlebury, en Vermont.

El pasado verano, en el mes de julio, tuvo lugar el enfrentamiento más mediático de todos en Charlottesville (Virginia) donde murió una mujer atropellada por un activista de extrema derecha después de que los antifascistas cargaran contra la manifestación legal cuyo objetivo era evitar el derribamiento de la estatua del aclamado General confederado de la Guerra Civil estadounidense Robert E. Lee.

Expansión de oeste a este

Este movimiento no tiene un líder visible ni tiene un grupo dominante. Es multipolar y acéfalo pero su presencia es constante en varias ciudades del país. Houston, Alabama, Portland, Nueva York o Washington son solo un ejemplo.

La red ‘Torch’ es un buen ejemplo de dónde se encuentran algunos de estas concentraciones de manera oficial: Los Angeles, Florida, Texas, Bloomington, Lafayette, Filadelfia y Chicago.

Con su expansión llega su diversificación y, con ella, la multiplicación de símbolos, como los que aparecen en el cuadro que encabeza este reportaje. Son los siguientes:

De la bandera negra clásica del anarquismo desde el siglo XIX, se unió a la roja del comunismo durante el período de entre guerras para crear el grupo Acción Antifascista.

La reconocida ‘A’ de anarquismo se constituyó de manera oficial entre los años 50 y 60 y, con la llegada de la New Age y de las nuevas luchas sociales desde los 70 en Estados Unidos, se comenzó a asociar con otros símbolos, aunque algunas de estas vertientes anarquistas sean más antiguas.

El anarco comunismo, representado por la ‘A’ junto a la estrella soviética y engranajes de fábrica que reivindican el carácter obrero; el anarco colectivismo, junto a la hoz y el martillo; el anarco sindicalismo, representado por el gato negro símbolo de los trabajadores industriales; el anarco pacifismo, donde la A está mezclada con el símbolo de la paz ‘hippie’; el anarquismo verde o ecoanarquismo, surgido bajo la influencia de los textos del escritor norteamericano Henry David Thoreau; el anarco feminismo, junto al símbolo femenino y, el más reciente, el anarquismo LGTBI.

 

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