
«La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar». Esta frase que aparece en la película Forrest Gump y que se ha hecho famosa, es con lo que se enfrentarán los senadores tras la nominación de Brett Kavanaugh por Donald Trump para ser juez del Tribunal Supremo.
Su nominación, promocionada en las redes sociales como sólo Donald Trump sabe hacerlo, parece seguir las líneas marcadas por el presidente con la elección el pasado año de Neil Gorsuch: un juez conservador, provida y con una línea de pensamiento republicano. Hasta ahí el temor de los demócratas que ven con el nombramiento de Kavanaugh un giro hacia ideas más conservadoras, que incluso podrían llevar a revocar la sentencia Roe vs Wade que legalizó el aborto en Estados Unidos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero tampoco los republicanos las tienen todas consigo. Brett Kavanaugh ha mostrado generalmente una postura en sus decisiones acorde a los estándares republicanos. Formó parte del equipo de investigación que acabó con el impeachment a Bill Clinton y ha sido asistente del presidente George W. Bush. Y en octubre formó parte del grupo de jueces que emitió una orden contra el aborto de una inmigrante irregular de 17 años detenida en Texas.
Sin embargo, desde algunos sectores del partido temen que a la hora de dar el paso definitivo a revocar la Roe vs Wade o incluso los matrimonios entre personas del mismo sexo, pueda ocurrir como Sandra Day O’ Connor o David Souter, jueces del Supremo nombrados por los presidentes republicanos, Ronald Reagan y George H. W. Bush, que con frecuencia decidieron con sus compañeros liberales, o como el propio Anthony Kennedy, que con el paso de los años migró hacia posturas más liberales y su voto fue decisivo en asuntos como la discriminación positiva o el matrimonio gay.
Con su nominación, el peso de la balanza entre los jueces podría decantarse hacia sentencias más conservadoras, aunque todavía el Senado debe refrendarla
Brett Kavanaugh tiene 53 años, por lo que su cargo puede ser duradero pues el cargo en el Supremo es vitalicio, y es juez del tribunal de apelaciones del Circuito del Distrito de Columbia en la capital. Nació en el estado de Maryland, en el área de Washington, es conocedor de las más altas esferas de la política. Está casado con Ashley Estes, ex secretaria personal del presidente George W. Bush y tiene dos hijas. Estudió en el colegio jesuita de Georgetown antes de ir a la Universidad de Yale, donde cursó primero Arte y después Derecho.
Con su nominación, el peso de la balanza entre los jueces podría decantarse hacia sentencias más conservadoras, aunque todavía el Senado debe refrendarla. El Partido Republicano sigue teniendo una mayoría de 51 senadores de los 100 posibles, aunque John McCain está de baja, por lo que quizás deberá cosechar algún apoyo entre los demócratas. El problema puede darse si el Partido Demócrata comienza a dilatar los plazos para el nombramiento ya que en el mes de noviembre hay elecciones legislativas por las que se renueva un tercio del Senado y cualquier cambio favorable al Partido Demócrata imposibilitaría el nombramiento de un juez de ideas más conservadoras.
Y mientras esto ocurre, los ojos también están pendientes de otros jueces considerados progresistas, Ruth Bader Ginsburg (85) y Stephen Breyer (79), porque la renuncia de cualquiera de ellos en estos momentos abriría la puerta a un nuevo nombramiento de un juez para el Supremo de corte conservadora.
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