El presidente Pedro Sánchez, echa mano del 'francomodín' siempre que tiene problemas. Y tiene inflación de ellos...
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El año comienza políticamente en España con cien actos en los que se vitoreará la muerte de Francisco Franco. Esos actos profundizarán aún más en la herida ideológica entre los españoles. Llaga que se abrió con la supuesta recuperación de la memoria histórica y que ha seguido con la revisión de la memoria democrática. El momento es muy oportuno. En el año 2027 serán, se supone, las siguientes elecciones generales y el Gobierno – acosado por los casos de corrupción, sin agenda política, sin presupuestos y al albur de lo que decidan las minorías en el Congreso -, ha decidido resistir en la poltrona generando un conflicto tan monumental que nos lleve a los españoles a tener por poco el problema de su incapacidad y corrupción.

La maniobra y sus resultados se saben ya. Zapatero llegó al Gobierno por el miedo de los españoles después de los atentados de la estación de Atocha del año 2004. Este Gobierno, pese a perder las últimas elecciones generales, está ahí precisamente por el miedo que sintió el electorado a que el Partido Popular pudiera aliarse con Vox. De manera que los cien actos que festejarán la muerte Francisco Franco pueden ser vistos como una precampaña del miedo y el odio para las elecciones de 2027. Esos cien actos no serán lejanos. El Gobierno se encargará de diseñarlos para que las personas de la derecha queden señaladas y, naturalmente, su aparato mediático se encargará de que eso sea noticia para el miedo. Si el escándalo es lo suficientemente fuerte, el miedo hará que muchos españoles olviden lo que nos está llevando a todos a la ruina y votar en el año 2027 en clave Franco sí o Franco no.

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En esta situación la derecha o, mejor dicho, parte de la derecha, lucha con un brazo atado a la espalda. Fue Aznar el que dejó bien atado ese brazo cuando postureó como lector de Azaña, elogiándole, y condenó en sede parlamentaria la legítima defensa de la mitad de los españoles en 1936. Esas acciones del expresidente Aznar venían a indicar algo profundo y realmente lamentable dentro de la derecha española. La izquierda había conseguido que los españoles de derechas se avergonzaran de sus padres y abuelos si estos tenían que haber visto de algún modo con el Régimen del General Franco. El revisionismo histórico izquierdista que se instaló en la cultura española desde 1978 había producido su efecto.

Ninguna persona de “centro” o de “centro derecha” estaba dispuesta a defender a sus padres y abuelos frente a la algarabía de la izquierda. “Será mejor apaciguar la situación, siendo condescendientes con lo que dicen” – así pensaban. Creyeron que, siendo desleales con sus abuelos y padres, la bestia se iba a calmar y, lejos de eso, lo que consiguieron fue ser unos malos hijos y echar gasolina al fuego. Hoy no sólo es que el franquismo sea malo, es que hay que ser equidistantes con los etarras. 

Permitir que se revise la historia sin la menor resistencia; dejar que el enemigo que cuente quién era tu padre y tu creértelo, es, como poco, de imbéciles. Las personas que se alzaron en 1936, Sr. Aznar, Rajoy, Feijóo y compañía estaban actuando en legítima defensa. Matar sacerdotes y monjas, quemar Iglesias, matar al jefe de la CEDA, preparar a España para ser un satélite de la URSS, no era algo que la mitad de los españoles tuviesen que soportar por los delirios de iluminados como Largo Caballero y la “Pasionaria”.

Tuvo que ser un comunista entrado en razón quien pusiera en solfa toda esa revisión histórica izquierdista. Hasta que él habló, los renegados hijos de la derecha andaban por ahí consintiendo que les llamaran “hijos de puta” a la cara. El impacto de los libros de Pío Moa vino dado tanto por la crítica al discurso común sobre la Guerra civil, como por dejar señalada a la derecha por su cobardía a la hora de aceptar el nuevo relato que del Franquismo se estaba dando desde 1978. 

Cada vez tengo más claro que jamás la derecha ha ganado por méritos propios el Gobierno en este país desde 1978. Siempre ha tenido que esperar a que los nefastos Gobiernos socialistas colapsaran en su corrupción e incapacidad para llegar al poder. Luego, tomado el poder, la derecha ha abominado tanto de su adjetivo calificativo como de las políticas que la debían acompañar. Ha hecho todo lo posible por pasar por ser de “centro”, ha rehuido las políticas liberales como un gato el agua y, cómo no, siempre, siempre, ha pateado con sus políticas sociales los principios conservadores y liberales de sus votantes. Ya Feijóo ha enseñado la punta del pie a sus votantes yendo recientemente a agasajar a la UGT. De los socialistas se dirá cualquier cosa, pero, difícilmente se dirá que hayan dejado de estar en línea con los intereses de quienes les votan.

Por fortuna o por desgracia (ya se verá), estos cien actos que nos esperan tienen un contenido tan relacionado con la historia y los principios que, difícilmente, la derecha va a poder salir airosa de ellos poniéndose de perfil a la manera que nos tienen acostumbrados los expresidentes Aznar o Rajoy. El Gobierno está dispuesto a tensar la cuerda hasta donde haga falta. Para muchos de los miembros de este Gobierno es una cuestión de supervivencia personal. Así que si la derecha no “tira”, lamentablemente, el miedo será quien vuelva a votar el 2027.

Emilio Eiranova Encinas

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