El Foro de Davos nos anuncia que comeremos gusanos.
El Foro de Davos nos anuncia que comeremos gusanos.

Leo en El Confidencial que “los españoles se apuntan a vivir en coliving para desquitarse de la soledad del confinamiento”. ¿Que qué es eso del coliving? Si su instinto le ha avisado de que se trata de una de esas cutreces vulgares que se rebautizan con un anglicismo acabado en -ing para parecer más guay y que la compre, ha acertado.

El coliving es el viejo realquilado de toda la vida, el tipo que -probablemente por la brutal crisis económica achacada a la pandemia- no puede seguir pagando ni el apartamento más miserable y se tiene que ir a vivir con otros desgraciados como él. Pero dicho así parece que uno, en vez de ser pobre, está a la moda.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Al tiempo de leer el reportaje de la nueva, ejem, ‘moda’, me llega por varios terminales del sistema –The Economist, por ejemplo, o los anuncios promocionados de Twitter- urgentes e insistentes admoniciones para que me acostumbre a comer gusanos. En serio.

Esto no es de hoy, que la FAO, la ONU y, en general, todos los representantes del globalismo que nos preparan el Gran Reinicio llevan algunos años empeñados a ponernos a dieta de bichitos, pero parece que sigue sin hacérsenos la boca agua ante un salteado de hormigas o un sofrito de tarántulas. “Se prevé que los insectos constituyan una parte cada vez mayor de nuestra dieta”, abre un anuncio del Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos, sobre la imagen de unos repugnantes gusanos en un plato, al tiempo que nos informan -¡albricias!- de que la Unión Europea ha aprobado la venta de estos bichitos para consumo humano. Por supuesto, ese “nuestra” de “nuestra dieta” no se refiere a la de los participantes en el Foro, que ya puede usted jurar que seguirán degustando maravillosos solomillos de buey de Kobe, sino a nosotros, la chusma.

Ahora, yo entendería que me avisaran de que la cosa se va a poner tan mal que no nos va a quedar otra que comer cualquier cosa, desde hormigas hasta saltamontes. Lo que me saca de quicio es que pretendan que lo reciba como una “delicatessen”.

Si Maria Antonieta, esa difamada reina de Francia, hubiera podido pasar unos pocos días en nuestro tiempo y luego volver al suyo, probablemente nos hubiéramos ahorrado la Toma de la Bastilla, la cosecha de cabezas en la guillotina y toda esa pesadilla conocida como la Revolución Francesa. Hubiera bastado que, cuando las revueltas causadas en París por el desabastecimiento de pan, en vez de exclamar “¡que coman pasteles!”, hubiera mandado imprimir y distribuir por toda la capital francesa un folleto titulado: “Los parisinos se apuntan a la nueva moda de prescindir de los hidratos de carbono”.

Lo pequeño es hermoso y una no necesita realmente una cocina si basta llamar al chino de la esquina y encargar un cuenco de termitas al limón

Y así nos están vendiendo un futuro de ruina y pesadilla como si fuera un estilo de vida de lo más ‘trendy’. Ya saben: no poseeremos nada y seremos felices, una consigna ubicua de la que me creo exactamente la primera mitad. Porque si no poseerás nada porque te darán gratis todo lo que necesites, tendrás solo lo que los que sí poseen decidan y dispongan. Y eso va a depender mucho de que estés calladito y obediente y digas a todo amén.

Mientras, ya nos dicen que no vamos a tener hijos. Va a ser porque no vamos a tener dónde caernos muertos, pero viste mejor decir que es que los hijos son una lata que arruinan las relaciones y son fatales para el equilibrio mental, no digamos para el planeta, y no te dejan hacer cosas como viajar… Perdón, ¿he dicho viajar? Bueno, en realidad no vas a poder viajar, no mucho, porque los medios de transporte contaminan que es una barbaridad, y tú no quieres hacerle eso a la dulce y sufriente Gaia, ¿verdad que no?

Vas a vivir, si no en el bendito coliving, en unos nichos claustrofóbicos, porque también es muy chic y lo pequeño es hermoso y una no necesita realmente una cocina si basta llamar al chino de la esquina y encargar un cuenco de termitas al limón.

Es la vida simple, que es que tenemos demasiadas posesiones que nos atan y nos estresan. Así que va a ser una liberación dejar que los integrantes de Davos y sus conmilitones se sacrifiquen por nosotros, quedándose como únicos poseedores de todo.

Prepárense para incesantes artículos en los que se nos hable de la nueva moda del basuring y del intemperiing, los audaces contemporáneos que han encontrado un medio alternativo de unir reciclado y nutrición en una excitante búsqueda de elementos comestibles en los cubos cercanos a la mansión de los Iglesias. ¿Es eso una cabeza de langostino? ¡Está casi entera, ñam! Y la apasionante aventura, recomendada por naturistas y homeópatas de la OMS, de dormir al raso. Y no quiero destriparles antes de tiempo la tendencia del haraping, que no tardará en imponerse.

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