Estamos tan hechos a escuchar y leer en todas partes que Trump es un payaso y un idiota y un peligro para la humanidad que es fácil pasar por alto que es el protagonista de una hazaña como no se ha visto muchas en la historia. Lo ames, lo aborrezcas o te traiga al pairo, este hombre, en solitario, ha resistido durante cuatro años de mandato, una campaña presidencial y una campaña para obtener la candidatura republicana contra numerosísimas, poderosísimas y decididas fuerzas. Prácticamente, todas las instituciones formales e informales que tienen algún peso en este mundo.
Empecemos a enumerar:
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora1.- El Estado Profundo
Esto que suena tan siniestro y conspiranoico es un concepto bastante obvio, acuñado originalmente para referirse al Sultanato otomano en su decadencia, y define a los cuadros administrativos que no cambian cuando cambia el liderazgo, es decir, la burocracia permanente.
Cuando sale de las urnas un nuevo presidente, no cambia ni podría cambiar a todos los que controlan los innumerables departamentos oficiales, que al fin son los que saben dónde se guarda la sal o cuál es la llave del sótano. En la abrumadora burocracia que hoy domina cualquier estado moderno, esto convierte a los departamentos en pequeños feudos que a menudo hacen la guerra por su cuenta y que tienen sus propios intereses.
Esto se agrava si, como es el caso de Trump, vienes de fuera de la política, y andas algo perdido para elegir tu equipo entre una clase que, aunque solo sea por espíritu gremial, te recibe de uñas.
Pero dentro de ese Estado Profundo hay dos departamentos que merecen epígrafe aparte por su poder descomunal, y se lo vamos a dar.
2.- Los servicios secretos
En todos los países del mundo son una necesidad que a menudo se convierte en un problema. Al final, actúan, como su nombre indica, en secreto, a espaldas del escrutinio público que obliga al poder a mantener la corrupción en niveles bajos. Tienen su propio presupuesto secreto, que a menudo complementan con actividades ‘non sanctas’ como la venta de armas y drogas, amparados en la opacidad ‘por motivos de seguridad nacional’, y tienen medios para saber todo de todo el mundo, lo que les hace letales en la vida política.
Trump les ha tenido enfrente desde el primer día. Han filtrado todo tipo de material confidencial a la prensa para perjudicarle, han pergeñado los mimbres que desencadenaron la conspiranoia de ‘la Trama Rusa’, ya desmontadísima, y han sido instrumentales en el espionaje del propio Trump durante su primera campaña presidencial, el conocido como Obamagate. Incluso el último director del FBI elegido por el propio Trump dejó que se produjera la votación del ‘impeachment’ contra el presidente por una supuesta coacción a Ucrania cuando ya tenían en su poder el disco duro de Hunter Biden, que le exoneraba totalmente de los cargos y los volvía contra el candidato demócrata.
3.- El Partido de la Guerra
En asuntos interiores hay dos partidos, el Republicano y el Demócrata. Pero hacia fuera solo ha existido uno desde hace muchas décadas: el Partido de la Guerra. La Defensa mueve ingentes cantidades de dinero e implica a poderosísimos intereses, sobre todo cuando te has erigido en Gendarme del Planeta y tienes soldados en ochocientas bases extranjeras.
El Partido de la Guerra tiene, naturalmente, al Pentágono de su parte, al top brass o los generales más poderosos, pero también a muchas empresas tecnológicas que viven en buena parte de venderle a los militares sus productos y a una legión de plumillas que elaboran argumentos bien trabados que justifiquen intervenciones bélicas y un regimiento de publicitarios para venderlos al público.
«La guerra es un negocio sucio», escribió Smedley Darlington Butler, el general más condecorado de la historia de Estados Unidos, así que no se puede parar sin perjudicar a muchos. Pero Trump -algo que la izquierda, históricamente asociada a los movimientos pacifistas, prefiere no hacer notar- es el primer presidente norteamericano en varias generaciones que no ha iniciado conflicto alguno, muy al contrario, logrando cerrar con éxito varias empresas de paz. Eso, no hay que decirlo, le convierte en mortal enemigo del Partido de la Guerra.
4.- Wall Street
Es decir, las finanzas, que son siempre internacionales. Pero, ¿no ha gozado el mercado bursátil de auges sin precedentes con Trump? Sí, claro, nada como la seguridad y la bonanza económica para animar las bolsas, y eso nadie se lo puede negar al neoyorquino.
Pero las grandes finanzas tienen intereses más importantes. Son necesariamente globalistas, aunque solo sea porque la existencia de distintos ordenamientos jurídicos, órganos de control financiero y monedas suponen un engorroso coste para los amos del dinero.
No es casual que tanto Hillary como Biden lograran muchísimas más donaciones de campaña de los magnates de Wall Street que Trump, porque Trump es un soberanista convencido que no siente el menor entusiasmo por un gobierno mundial.
5.- Los imperios mediáticos
Y si los dueños del dinero están contra Trump y los medios de comunicación cuestan mucho dinero, ya imaginarán cuál es el quinto enemigo: los grandes imperios mediáticos. La cosa llega tan lejos que no les importa perder prestigio y lectores/televidentes para atacar a Trump. Se han pasado cuatro años repitiendo a diario lo de la Trama Rusa como si fuera un dogma de fe y ahora están tapando de modo vergonzoso el escandalazo del enriquecimiento de la familia Biden procedente de agentes extranjeros, ucranianos, chinos y rusos.
Ese continuo ‘bombardeo de alfombra’ es, por lo demás, universal, porque los periódicos del mundo replican casi de forma refleja lo que dicta el New York Times, y con la distancia nos parece autoevidente que Trump es un dechado de estupidez y maldad.
6.- Las multinacionales
Su propio nombre indica que las empresas más poderosas del planeta no tienden a ser leales a nación concreta alguna, aunque sea la de su origen o la de sus principales clientes. Tienen el mismo problema que los financieros y algunos más. En las últimas décadas se han beneficiado extraordinariamente de la globalización, cerrando toda la producción en Estados Unidos, donde tendrían que pagar altos salarios, y llevándola donde pueden pagar una miseria a los trabajadores, como Vietnam o algunos países de Latinoamérica. Del mismo modo se benefician de la inmigración masiva, legal e ilegal, que les permite contratar a trabajadores que van a protestar muy poco y que van a cobrar menos.
Mención aparte merecen las tecnológicas, como Facebook, Google o Twitter, que ejercen monopolios de hecho en sus mercados y que tienen acceso a lo que piensan y deciden una buena parte de los seres humanos del planeta. Demasiado tentador.
Trump las utilizó con enorme habilidad en su primera campaña como medio para sortear el control de una prensa hostil y dirigirse directamente a los americanos, pero las redes sociales han aprendido la lección, censurando sin rubor las noticias que favorecen al magnate inmobiliario.
7.- Las organizaciones internacionales
Va de suyo, ¿no? Estas aspiran a ser la burocracia que gerstione el gobierno mundial, el mundo sin fronteras y Trump es su principal obstáculo. Todos recordamos el reciente rifirrafe con la Organización Mundial de la Salud, para la que ha suspendido la financiación americana. Pero son más, muchas más.
8.- Los gobiernos ‘aliados’
Europa Occidental ha sido desde 1945 el aliado fiel de Estados Unidos, y hoy es uno de los más abiertos detractores de Trump. Hasta los partidos de la derecha histórica europea -digamos, el PP- apoyan oficialmente al candidato demócrata.
9.- Hollywood
Es una forma de hablar: digamos, lo que hoy se llama ‘el mundo de la cultura’, aunque su expresión más popular es, efectivamente, las películas. Todo, en bloque, de modo furibundo. Hollywood destila odio hacia Trump, y tiene armas poderosísimas para grabar en la mente del planeta entero lo horrible que es.
10.- La Academia
Las universidades norteamericanas son las más prestigiosas del mundo y su dominio maoísta es tan absoluto que un profesor puede perder su puesto si cuestiona la quema de ciudades de Black Lives Matter, no digamos si se confesara votante de Trump.
Y a todos estos poderes se ha enfrentado Trump en solitario. Ni siquiera tiene ese equipo, esos pocos fieles colaboradores que han permitido a otros líderes superar una fuerte oposición. De hecho, apenas hay un ministro -no se llaman así, pero para entendernos- que no le falle o que no acaben con él los medios, como el General Flynt. Los cesados en seguida se unen a la oposición -como el General Mattis- para poner a caer de un burro al hombre que les puso en el gobierno.
Gane o pierda en esta ocasión, así pasará a la historia: el hombre que se enfrentó a todos los poderes de la tierra y resistió sin dar un paso atrás.