Ya, ya sé que esta mañana hemos despertado en un mundo mejor, después de que las siniestras maniobras de Trump quedaran neutralizadas por esa Providencia que vela por los progresistas y su lado correcto de la historia y la pesadilla al fin ha terminado. Solo que, naturalmente, no. Homero ha sido retirado de algunas universidades americanas por machista y xenófobo, así que me pondré a la altura de las lecturas favoritas de la progresía -Harry Potter, muy especialmente- para informarles: los millones de americanos que apoyaron con entusiasmo a Trump no han desaparecido por un súbito encantamiento aprendido el Hogwarts, ni se han convertido de manera igualmente mágica a la visión ‘woke’ de las cosas.
Nope. Por el contrario, han recibido la lección de su vida que, esperemos, acabará calando en ellos y les servirá de mucho provecho. Vamos a ver qué aprendió ayer esa masa de población, no exclusivamente americana, que protesta casi por instinto con la tiranía globalista y progre que se está imponiendo sin apenas resistencia.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora1.- El Gobierno tiene poder, pero no es el Poder
Imaginemos que, por un caprichoso designio del Destino, Vox obtuviera mayoría absoluta y formara gobierno. ¿Alguien cree de verdad que podría aplicar las políticas que anuncia y por las que la gente les habría votado?
No digo que fuera inútil, ni que no lo intentara o que no supusiera algún tipo de freno al imparable avance del pensamiento único. Pero creo que todos sabemos que se enfrentaría a un muro formado por demasiados poderes, muchos de ellos inasibles. Está Europa, están los organismos supranacionales, están las finanzas y las multinacionales, está el ‘mundo de la cultura’, está el estamento educativo, están las miriadas de chiringuitos, están los grandes medios.
Lo vimos en estos cuatro años con Trump, vimos cómo tuvo que ceder y ceder y ceder, aguar sus promesas de continuo, sufrir la traición de sus colaboradores, la resistencia de los jueces, la hostilidad cerrada y unánime de los medios. Se inventaron una conjura con Rusia que devino investigación federal y que le ató de pies y manos durante años.
No, ganar el gobierno no es necesariamente ganar el poder.
Los progresistas que se han manifestado, a menudo con violencia y daño, estos cuatro años han dejado claro que no creen en las instituciones democráticas. La desventaja de los trumpistas es que ellos sí
2.- No van a salir de esta votando
Es el gran argumento, ¿verdad? Si no te gusta lo que hay, vota. Esta premisa tiene mil objeciones, no siendo la menor de las cuales que hay que esperar a una vez cada cuatro años. Y que no deja de ser una lotería, porque los elegidos pueden decir Diego donde dijeron digo sin mayores consecuencias. Y que se elige entre políticos de carrera previamente seleccionados por los partidos, dependientes de los grandes donantes, que se aseguran por lo general de que no se presenta nadie que pueda dañar sus intereses. Por eso no es casual que para romper esta dinámica tuviera que surgir alguien con fama ya reconocida y una fortuna propia.
Pero luego está, claro, el peliagudo asunto señalado por Stalin: que no importa quién vote, sino quién cuente los votos. No hablaré de ‘pruebas’, si lo prefieren, pero los indicios de fraude electoral en las pasadas presidenciales son lo bastante alarmantes como para justificar una investigación, y nada resulta más sospechoso que quienes aseguran que ha sido unas elecciones limpias no quieran reivindicarse demostrándolo con una investigación a fondo.
La prueba, al fin, es que casi una mitad de americanos cree que les robaron la elección.
Los tribunales, incluyendo el Supremo, no han sentenciado que las elecciones fueron justas; simplemente, se negaron a mirar siquiera. Hasta en 60 ocasiones
3.- Las instituciones no van a protegerte, ni tampoco la Constitución
Los progresistas que se han manifestado, a menudo con violencia y daño, estos cuatro años han dejado claro que no creen en las instituciones democráticas. La desventaja de los trumpistas es que ellos sí.
¿Por qué es una desventaja? Porque es una idolatría, pura y simple. Los americanos comunes no creen meramente en su sistema, en su Constitución: los reverencian. Cuanto más dejan los hombres de creer en lo sobrenatural, más sobrenaturalizan aquello en lo que creen. El presunto fraude se basa en eso: que es difícil creer que pueda violarse tan sagrado proceso.
Pero las instituciones no pueden ir más allá de los hombres que las dirigen. Los tribunales, incluyendo el Supremo, no han sentenciado que las elecciones fueron justas; simplemente, se negaron a mirar siquiera. Hasta en 60 ocasiones. ¿Y qué vas a hacer ahora?
4.- No pongas tu confianza en los príncipes, porque no salvan
Una lección con milenios de historia (Salmo 146), pero que siempre conviene recordar. Y grabarlo a fuego.
Apoyar a Trump tenía todo el sentido del mundo. Creer que él era el movimiento es sencillamente un disparate. ¿Qué ha conseguido, al fin? Poner a los suyos a los pies de los caballos, hablar mucho y muy fuerte y hacer poco. ¿Qué va a ser de todos los que han confiado en él cuando decía que no iba a ceder, cuando insinuaba que tenía ases en la manga para aburrir?
Trump nunca fue Trump, creo que lo he dicho. Trump catalizó una opinión muy extendida, algo vaga, y se subió a la ola. Pero esto no va de Trump, ni va a acabar con Trump. Al menos ahora, gracias a Trump, todos esos millones de americanos se han conocido a sí mismos, han probado su fuerza, han visto que ni están locos ni son esa insignificante, irrelevante minoría que desprecian los medios.
5.- La acción callejera no sirve para nada
Esto debería grabárselo a fuego la derecha o, en general, todas las tendencias que no coincidan con las dominantes. ¿No se han fijado que las protestas, violentas o no, multitudinarias o menos, que obtienen lo que desean o, al menos, una narrativa amable en la opinión publicada van siempre en la misma dirección, avanzan siempre los mismos objetivos?
Nada de esto sirve para el otro lado. Si estás en el otro lado, tus protestas son fascismo puro, intentos de golpe de Estado, intolerable atentado contra la paz pública, y justifica cualquier represión.